Vox quiere llevar la democracia a la hoguera
Gotita a gotita, la formación de ultraderecha va incendiando a su paso como la lava del volcán de La Palma.
Esta es la palabra que desencadenó ayer un hecho que nunca había sucedido en el Congreso, el máximo órgano de representación de la democracia. Por primera vez, un diputado se negaba a abandonar el hemiciclo tras pedírselo el presidente de la Cámara por no querer retirar el insulto a otra diputada socialista.
Tanto los distintos grupos políticos como la institución están muy preocupados por la línea que se cruzó. “Nos encontramos todos con un hecho que no se había producido nunca y nos hicimos la misma pregunta: ¿cómo se puede parar esto?”.
“Gómez de Celis hizo lo que debía hacer. No dar lugar a que los ujieres tuvieran que sacar a este señor del hemiciclo, que es la foto que están buscando. El problema es que arrastran a otros a comportarse igual. Porque pueden pensar que sale más rentable montar un numerito que prepararse una intervención, que lleva detrás horas de estudio. Hay quien pensará que lo que más esfuerzo requiere es lo que da menos visibilidad. Y optará por seguir el ejemplo de Vox”, explica Íñigo Errejón.
Alfonso Gómez de Celis, vicepresidente de la Cámara y quien presidía la sesión, asegura que “se consiguió el objetivo de que el diputado de Vox se retractase para que no figurase en el diario de sesiones”. “No era un insulto genérico como en otras ocasiones, sino machista y directamente dirigido a una diputada”. Con su actitud conciliadora, Gómez de Celis evitó convertir al agresor en víctima y que las imágenes de la policía sacando del hemiciclo a un diputado, entre gritos de sus compañeros, no diera la vuelta al mundo. Sería caer en la trampa y no era la cuestión. Salvo cuando la policía nacional tiene que desalojar de las tribunas de invitados a algún visitante alborotador, jamás se habría producido una situación así desde el golpe de Estado de Tejero.
Lo grave fue que el autor del grito “bruja” -término de resonancia inquisitorial que llevaba a las mujeres a la hoguera- fue amparado, seguido, aupado en el desacato, por los responsables de Vox, su partido, el tercer grupo de la cámara, dispuesto a dinamitar la democracia desde dentro, sin prisa pero sin pausa, ensuciando cada día más el ambiente dentro del principal órgano de representación de la democracia. La realidad es que fue Espinosa de los Monteros quien frenó a su diputado cuando hizo intención de abandonar el escaño, consciente del paso que estaban dando.
Ese hecho de la tarde de ayer es una línea más en el deterioro brutal de las instituciones de este país. El diputado ultra José María Sánchez García, el que llamó bruja a la señoría del PSOE Laura Berja cuando defendía la penalización a quienes acosan a las mujeres que van a abortar, asumió ese papel de matón de la clase que tanto gusta usar a Vox, como demostró un rato después Macarena Olona al encararse a una periodista cuando le preguntó si le parecía correcto llamar ‘bruja’ a una diputada. Y es que, la estrategia de llevar la democracia a la hoguera pasa también por tratar de amedrentar a los trabajadores de los medios de comunicación.
Ahora se trata de pensar cómo se resuelve esta situación en caso de que vuelva a producirse. Sea por parte de Vox o de cualquier diputado de otra formación que piense que le pueda salir rentable. “La Mesa se tiene que reunir y llegar a un acuerdo en donde se fije que no se admite ni un insulto más, ni un deterioro más”, apunta Patxi López, que ya se las vio en la Mesa hace unos días con este mismo diputado, que es juez en excedencia, durante la intervención del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, aunque en ese momento si que acató a la mesa.
El ex lehendakari está preocupado, como otras muchas señorías, por el deterioro continuo de las instituciones al que juega Vox, y concluye que “la Junta de Portavoces y la Mesa deberían tomar decisiones rotundas sobre el asunto”, pero la cosa no es sencilla. Hay quien ya está dando vueltas a cómo actuar. Una posibilidad sería retirar la palabra y el voto al diputado que se niega a abandonar el hemiciclo durante esa sesión permitiendo que se quede, y sancionándole con no asistir al siguiente pleno, tal y como especifica el artículo 104 del Reglamento del Congreso de los Diputados.
Elvira Rodriguez, diputada del PP, que fue presidenta de la CNMV, ministra de Medio Ambiente y presidenta de la Asamblea de Madrid, señalaba esta mañana “la necesidad que tenemos todos de reflexionar sobre lo que pasó y está pasando”. “Ahora bien, hay formas de tomarse las cosas. A mí me llaman ‘bruja’ y me río. Le respondo: sí, bruja blanca”. La destacada diputada popular insiste en que hay que hacer pedagogía ante lo que está pasando en las cámaras, también entre la prensa.
Además, señala que “toda la sesión de ayer fue muy dura”. “No es un problema solo de aquí, tenemos otras democracias como la británica, donde las cosas son igual o más duras, pero creo que al vicepresidente de la Cámara -en ese momento la máxima autoridad en el Congreso- se equivocó a la hora de aplicar el Reglamento. El desacato no se puede permitir aquí. Le llamó al orden, pero lo hizo erróneamente”. Ana Pastor, la estimada ex presidenta del Congreso de los Diputados, también lamenta los hechos provocados por el diputado de Vox, sin duda provocadores. “El vicepresidente Gómez de Celis creo que confundió la aplicación del artículo 103 y el 104, no le llamó bien al orden”, matiza, “pero aún así, el diputado de Vox se tenía que haber ido”, añade.
Ayer no fue un día más, aunque se hayan utilizado a veces palabras más duras que “bruja”. Lo alarmante fue la actitud del diputado de Vox y sus jefes de filas, al desobedecer a la Presidencia del Congreso, la máxima autoridad de las Cortes Generales, el órgano bicameral que representa a los españoles y ejerce el poder legislativo. El órgano de la democracia.
Gotita a gotita, Vox va incendiando a su paso como la lava del volcán de La Palma.