Vox no es fascista
No confundamos: es neoliberalismo puro y duro.
Se acusa frecuentemente a Vox de ser un partido fascista. En el ánimo de casi todos los que los califican así hay una intención de menosprecio o insulto en ello. Para lograr el fin de defender a la democracia se insulta a los que la ponen en peligro sin importar el significado de las palabras. Cometemos un error y caemos en un una arbitrariedad que nos descalifica.
Para alcanzar una conclusión plantearé algunos ejemplos. ETA llegó a dar tanto miedo que, cuando anunciaron su final, a nadie le pareció ridículo que tres tipos se pusiesen una boina encima de una capucha blanca. El terror fue lo que posibilitó que una banda relativamente pequeña sometiese a un país, más que los 854 muertos. Las palabras son importantes, y el término “terrorismo” define con exactitud a ETA. Pues bien, a Falange se le atribuyen entre 50.000 y 100.000 asesinatos durante la Guerra Civil y la posguerra, dependiendo del historiador. Su forma de matar incluía la violación, tortura, asesinato de niños y mujeres o escarmientos públicos. Es una de las peores bandas terroristas de la historia de la humanidad que multiplica por al menos 50 el número de muertos de ETA. Aún así no le aplicamos el calificativo “terrorista”, con lo cual caemos en una arbitrariedad que nos deja en una situación extraña.
El uso de las palabras es tan importante que una de las razones de que ETA desapareciese es que empezásemos a hacer chistes. Hemos olvidado lo importante que fue que en Vaya semanita ETA y su entorno fuese motivo de gags. Podíamos bromear como si hubiésemos pasado un duelo que, en realidad, estaba aún en ciernes, y cuando una comida no nos gustaba decíamos que era peor que la ETA. Al principio muchos se indignaban de la banalización pero aquellos chistes fueron el principio del fin de una banda muy debilitada por años de acoso policial. Tal vez entonces entendimos que su poder radicaba en el miedo, algo tan obvio que se nos pasaba a veces por alto, como lo de Falange.
Utilizar ETA en un contexto humorístico, algo incorrecto, resultó ser saludable, tal vez por eso hemos decidido utilizar incorrectamente el término “fascista” con la loable intención de señalar a los malvados. El problema es que los malvados no son siempre universales, y mientras para la historia Franco fue un genocida, para algunos fue un gran hombre. Como su postura nos parece espantosa los llamamos fascistas creyendo insultarlos. Fingen indignarse pero para ellos, internamente, “fascista” no es un insulto, como para un comunista no lo es “comunista”. Más que insultarlos creo que los halagamos.
Sin darnos cuenta abrimos la temporada de caza semántica y todos disparan, así que Inés Arrimadas llama fascistas a los que los expulsaron del Orgullo, mientras que los que los expulsaban la llaman fascista a ella. En este contexto exaltado de las redes no es difícil que te llamen fascista por una opinión de todo tipo, así que la derecha se apodera del término y llama fascista a Arnaldo Otegi, que es un personaje despreciable pero no fascista sino todo lo contrario. Poco a poco, sin darnos cuenta, vamos devaluando el término y llamamos fascista a todo el que esté contra nosotros o, simplemente, no opine igual. Todos somos fascistas para alguien, pero Vox no lo es.
El fascismo fue una doctrina económica y social de carácter totalitario que se basaba en una retórica relativamente elevada, demagógica pero elaborada, que después del exterminio de sus enemigos planteaba una forma proteccionista del estado... eso tan discutido y discutible de que Franco se acercaba al socialismo en el recurso a empresas públicas, seguridad social, educación pública etc. Estamos oyendo a Vox constantemente plantear la eliminación de la educación pública, la reducción del Estado, acorralar a la sanidad pública en Andalucía… no son estrategias que tomase Franco, no confundamos: es neoliberalismo puro y duro. Sin embargo tampoco tenemos indicios de una construcción ideológica sólida, de una nueva forma de fascismo. Hay una notable presencia del oportunismo en un grupo heterogéneo que no encontró acomodo en el PP y han decidido crear su propia empresa. Detrás de estas estrategias de privatización hay gente y compañías buscando concesiones. Estaremos de acuerdo en que parte del equipo de Vox es fascista, algunos incluso provienen de organizaciones nazis, pero el partido en sus columnas fundacionales es un partido neoliberal de poco calado ideológico.
No hagamos monstruos terribles de quien busca principalmente negocio, pero no descuidemos que ese negocio se hace a cuenta de lo que es de todos. No los llamemos fascistas, no lo son, y tal vez les estemos haciendo un favor.