Voluspa Jarpa: “La expulsión de las mujeres del mundo público hace que los códigos de poder sean masculinos”
En la semana en la que todas las miradas están puestas en Venecia, con la apertura de la 58 edición de la Bienal (del 11 de mayo al 24 de noviembre), el pabellón de Chile presenta a la artista Voluspa Jarpa como única representante de Chile, con el proyecto Altered Views, una invitación a reflexionar sobre el racismo, el patriarcado, los intereses económicos y diversas formas
hegemónicas como formas de colonialidad; todo con el comisariado del español Agustín Pérez Rubio.
En una pequeña charla con ambos, profundizamos en los planteamientos críticos y estéticos que se plantean en un proyecto de gran dimensión conceptual.
Semíramis González: Voluspa, ¿qué es lo que una se encuentra cuando llega al Pabellón de Chile de la Bienal de Venecia? ¿Cuáles serían las cuatro grandes líneas que aborda Altered Views?
Voluspa Jarpa: Cuando se llega al pabellón de Chile, entras a the Hegemonic Museum, que es la primera parte del proyecto Altered Views. En este primer espacio se propone una invitación a revisar la constitución de la psiquis de la hegemonía occidental, en términos de la conformación de las nociones de clase social, género y raza, a través de las tensiones políticas que estas producen, a través del estudio de seis microhistorias europeas. El museo está concebido para que el espectador deambule e interactúe con las piezas desde sus sentidos y desde acciones corporales, ya que también, debido a la concepción del museo, en un momento el espectador pasa a ser observado y pasa a ser parte de la exhibición.
S.G.: Hay una vuelta a la pintura en este trabajo… ¿por qué la pintura, con la carga histórica que tradicionalmente posee?
V.J.: La utilización del lenguaje de la pintura se produce en el segundo espacio del Proyecto de Altered Views, que es en La Galería de Retratos Subalternos, donde aparecen las imágenes realizadas en 22 pinturas de gran formato, aquellas subalternidades que fueron construidas por las nociones de hegemonía de clase, raza y género. Así como en la primera parte la noción de museo está abordada desde el canon colonial para darle la vuelta, la galería de subalternos toma la noción canónica del retrato para construir una imagen colectiva de la subalternidad de movimientos republicanos, de partidos políticos iniciados por mujeres, la construcción de la psiquis femenina, la exhibición de razas no blancas en zoológicos europeos, la noción de república bananera para los países del tercer mundo y los atentados en Europa como operaciones de inteligencia durante la guerra fría. Todas estas pinturas están basadas en documentos visuales de estas épocas. La pintura tiene la particularidad, como medio, de involucrar al cuerpo del artista en la configuración de la imagen y esto es lo que me interesa para esta parte del proyecto.
S.G: El proyecto se desarrolla en tres espacios, ¿cómo funcionan cada uno de ellos?
V.J.: Estas tres partes funcionan como un estudio de la hegemonía y la subalternidad, entendidas como dialécticas, es decir, si hay una hegemonía que tiene a la homogenización del de la cultura europea y occidental, es porque ha sido construida de la mano de la generación de unas “subalternidades”, que son puestas a la vista en el Museo Hegemónico y en la Galería de retratos de subalternos. La Ópera Emancipadora, es el ejercicio de salirse de esa lógica, utilizando otro canon muy ad hoc con la historia de Venecia, que es la forma de la ópera de origen independiente. Entonces es en esta pieza donde a través de los personajes del coro de dominantes y coro de subalternos, se da una voz a este diálogo de dominaciones. En la ópera se convocan a otros dos personajes que cantan su emancipación, y que tienen un habla interpelativa: los arrieros de la Cordillera de los Andes y una mujer, interpretada por la cantante y actriz trans Daniela Vega, son estos dos personajes que establecen el contrapunto de la emancipación. Las imágenes fueron grabadas en la Cordillera de los Andes a 4.000 metros de altura, donde la naturaleza misma del lugar se propone como lo indómito y la rebeldía a los discursos hegemónicos.
S.G.: ¿Cómo se han desarrollado esos discursos de superioridad occidental que denuncias, en diferentes niveles, incluso hasta la actualidad?
V.J.: Esta hegemonía se ha constituido a partir de la colonialidad y sometimiento político y económico de regiones completas del planeta, estableciendo el discurso de la superioridad racional blanca, que expulsa y deslegitima a otros saberes y conocimientos, estableciendo al positivismo racionalista como el telón de fondo de lo colonial. En el mismo sentido, la construcción de la psiquis femenina como una psiquis otra y la permanente expulsión de las mujeres del mundo público a través de una mirada peyorativa y que degrada el conocimiento proveniente de la feminidad, ha construido un mundo donde los códigos de poder son eminentemente masculinos, reduciendo a la masculinidad a una trama de violencia. En un sentido más opaco a la mirada europea, perpetuar códigos sociales donde el origen de clase social es una herencia de sangre y poder, ha impedido el fortalecimiento de los valores ciudadanos, estableciendo una tensión entre lo que puede ser entendido como la diferencia entre lo plebeyo- la plebe- y los derechos y deberes ciudadanos, me refiero a la tensión de conflictos de poder donde la forma monárquica y la forma republicana, no terminan de solucionarse, en pleno siglo XXI.
S.G.: ¿Es el sistema del arte también un sistema legitimador occidental? Hay una clara alusión al papel de los museos como escenarios culturales donde se repite el comportamiento del hombre, blanco, heterosexual, patriarcal y hegemónico…
V.J.: SÍ, la hay; Altered Views es un proyecto que critica e ironiza esas nociones y tiene la impostura de mirar, escudriñar a ese hombre blanco, heterosexual, patriarcal y hegemónico y transformarlo en su objeto de estudio, para proponer que existen mundos que están completamente fuera de esa lógica.
S.G.: Presentar un proyecto tan contundente es todo un manifiesto en un contexto como la Bienal de Venecia, ¿cómo ha influido esto en el proceso creativo?
V.J.: Fue interesante para mí como artista decidirme a tomar este riesgo. Venía de un proceso de hartazgo, después de dedicar quince años al estudio de los archivos desclasificados de inteligencia de EUA sobre 17 países de América Latina. Después de este proceso arduo en lo intelectual, doloroso en lo emocional, y agotador en lo corporal, tenía como pregunta residual desde donde surge esa violencia y ese desprecio que produce esta violencia e impunidad hacia una región tan vasta como heterogénea, como lo son 17 países de América Latina. La idea de participar del concurso para la representación del pabellón de Chile en la Biennale, se configura en ese contexto autoral y Altered Views es un ensayo no sobre la violencia de la hegemonía o la tristeza de la subalternidad, sino más bien sobre la emancipación que no es otra cosa que hacer consciente esos cánones culturales y psíquicos que constituyen una forma de percibir el mundo en términos de clase, raza y género, para poder decir: esos discursos no me representan, no son los míos, puedo y quiero establecer y luchar por otras configuraciones de diálogos culturales.
S.G.: En los hechos presentes actuales, por ejemplo las grandes marchas feministas en Latinoamérica pero especialmente las marchas de las feministas argentinas, ¿hay una respuesta global y feminista desde el activismo?
V.J.: En Chile las marchas feministas han estado muy presentes en la sociedad desde el año pasado, desde las mujeres jóvenes que nos hacen un llamado para cambiar los valores y las formas de relaciones de la sociedad. Estuve muy presente en este proceso en el acompañamiento de mis alumnas. Creo que el estallido y llamado de las mujeres jóvenes es a cambiar las formas de relacionarnos, cambiar las formas de relaciones no solo de género, sino en cómo la exclusión de las mujeres del mundo público, al ser revertida, puede cambiar a la sociedad de manera estructural.
En Altered Views participaron en la producción de sus casi 65 piezas alrededor de 120 personas, en una forma colaborativa de trabajo, sin duda bajo mis puntos de vista, pero en diálogo, en una escucha atenta de lo que el otro tiene para decir de eso que estoy proponiendo, lo que produjo un involucramiento de una masa crítica de mucha más densidad, intercambio, y también de alegría y soporte, que si me hubiese encerrado sola a hacer todo. Todos estos colaboradores aparecen en la exposición, están al final de la muestra. Creo que esta es una forma feminista, activista de construcción de discurso artístico y crítico.