¡Viva el 8 de marzo!
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La huelga del próximo 8 es una misión imposible. Por eso la llevaremos a buen término.
Porque gran parte del trabajo de las mujeres es inagotable, imparable, inobviable; es pura vida. Por eso la llevaremos a buen término.
Porque era imposible lo que han logrado las Madres de la plaza de Mayo; porque no era posible lo que le sumaron las Abuelas. Porque no era pensable que las Mujeres de Negro nacieran en Israel en respuesta pacífica a la ocupación y se extendieran —mancha de aceite de la sororidad— por varios países (de Alemania, a Australia, a Colombia, a Costa Rica, a España, a Italia ...), constituidas como portavoz de todas las mujeres silenciadas y víctimas de los conflictos bélicos de todo el mundo. Por eso la llevaremos a buen término.
Porque en las situaciones más extremas, más al límite, más desesperadas, hay siempre la tarea inagotable, imparable, inobviable, que sostiene la vida y la hace posible.
Las fotos de las guerras hablan preferentemente de muerte y de destrucción. A veces, muchas menos, dolorosamente muchas menos, muestran el glorioso reverso: una precaria olla borboteando en el fuego; ropas de criatura tendidas al viento; porque para sobrevivir, porque incluso en las peores condiciones, hay que tener cuidado de una misma, de la vida ajena. Manos que a pesar de todo calman y consuelan. Si durante la guerra se hiciera una huelga, estallaría la paz, mostrando su gratuita crueldad, la inutilidad, el poco respeto por la vida. En cambio, donde no puede haber huelga ni pausa es en los gestos continuados de vida durante la guerra, en la supervivencia. Por eso la llevaremos a buen término.
Siempre sorprende que las tareas domésticas —todos los gestos que posibilitan la vida y sin los cuales no hay civilización— tengan tan mala prensa (por eso las Madres y las Abuelas de la Plaza de Mayo se plantificaron un subversivo pañal en la cabeza), sean tan despreciadas, avergüencen (todavía) a algunos hombres (antes, avergonzaban a la mayor parte). Quizá por imparables, inobviables; quizá porque suelen provenir de manos de mujeres.
Mientras lo pensamos, mientras nos arremangamos para esta huelga imposible, propongo que por un día dejamos de mirar a los hombres como si fueran héroes (aquel espejo de aumento que según Virginia Woolf hace que los veamos —y lo que es peor: se vean— de tamaño doble); nos miremos con sentido del humor y oportunidad todos aquellos anuncios de televisión que los glorifican y los magnifican; que dejemos de mirarlos como una especie en peligro de extinción (a la larga nos lo agradecerán, y mucho).
Y hagamos huelga a la japonesa —que es una manera no de romper la huelga sino de fortalecerla—, repitiendo a cualquier niña, a cualquier adolescente, con quien nos crucemos el día 8, que ellas lo valen, que qué inteligentes —¡he visto a tantas disimularlo!— que son: en la escuela, en el instituto, en casa, en vez de decírselo casi cada vez que lo muestran y lo demuestran, les dicen que son trabajadoras, o estudiosas. Que qué valientes: en la escuela, en el instituto, en casa, en vez de decírselo cada vez que lo son, les han dicho que son, por ejemplo, sensatas.
No nos privemos de decirles que si leen es porque son inteligentes, que no lo duden; que si no se pelean, también. Y valientes. Nunca se explica a los niños, a los chicos, que pelearse es una señal de estulticia, que no es una muestra de valentía ni de personalidad sino un paso más hacia mitificar la guerra.
Fortalezcámoslas, animémoslas. Recuerden que el deseo más extendido entre los once y dieciséis años es adelgazar, perder (peso). Ocupar poco espacio, intentar merecer una mirada de aprobación (casi siempre por un motivo equivocado).
Inteligentes y valientes. Por veces que se lo digan, son muchas, muchas menos de las que lo merecen y necesitan. Una insignificancia si se compara con la de veces que se lo han dicho a sus hermanos, a sus amigos, a sus compañeros de escuela.
¿Quieren alguna prueba de cómo tratamos, valoramos, evaluamos a mujeres y a hombres, chicas y chicos, niñas y niños? ¿Quieren alguna de qué mérito les otorgamos?
Díganme, por favor, el nombre y apellido de la atleta de España que ha quedado (y resumo) campeona del mundo en quince ocasiones, tiene cuatro récords mundiales, treinta y nueve títulos de campeona de Europa, y ochenta y seis de España..., la deportista que tiene, de largo, el mejor currículum de todo el Estado pero que tiene que entrenar en un aparcamiento, y por la que, ¿es necesario que lo diga ?, las autoridades deportivas apenas han movido ni un dedo.
Díganme, por favor, simplemente, quién escribió la primera novela en el mundo. Y ya puesta, quien escribió la primera novela antiesclavista en castellano; o quien escribió la primera en inglés. ¿Por qué el tema ha atraído más a las escritoras que a sus colegas?
Díganme, por favor, quién es Asma Jahangir.
Para terminar (no quiero que se cansen), díganme, por favor, el nombre de las tres fundadoras del movimiento Black Lives Matter.
Una vez hayan completado (si es que tenían algún agujero) estas informaciones, hagan el favor de preguntarse (y contestarse) las razones de los posibles vacíos de conocimiento.
No creo que dedicar parte del día 8 a todo ello pueda considerarse romper la huelga. Y si lo fuera, que entre tarea doméstica y tarea doméstica, los hombres se dediquen a ello el 8 , y ustedes háganlo el 7 o el 9. Y ya puestas, pregúntense por qué tantos políticos se ven en la obligación de velar por nosotras y aconsejarnos sobre si ir a la huelga o no, y cómo.
¡Que tengan un muy buen 8 de marzo!