Qué hay detrás de las violaciones grupales entre menores
En las últimas tres semanas se han cometido al menos cuatro agresiones sexuales en grupo.
Han pasado cerca de seis años desde que se produjo el caso de La Manada, en el que cinco jóvenes violaron a una joven en los Sanfermines de 2016 y de que el incidente pusiera patas arriba la sociedad española, la percepción de las violaciones y, por supuesto, el sistema jurídico español.
A las puertas del verano de 2022, el fantasma de las agresiones sexuales en grupo o ‘manadas’, como se les ha llegado a conocer tras el caso de Pamplona, ha vuelto. O, más bien, nunca llegó a irse.
Las noticias en las últimas tres semanas como la denuncia por agresión sexual a dos menores de 12 y 13 años en Burjassot (Valencia) por un grupo de adolescentes de entre 15 y 17 años o la investigación por una violación grupal a una mujer de 30 años en Pulpí (Almería) han vuelto a poner el foco en este tipo de conductas y agresiones sexuales, especialmente llevadas a cabo entre jóvenes y menores de edad.
Tal y como cuenta Graciela Atencio, presidenta de Feminicidio.net, este fenómeno no es nuevo y sigue una evolución continua desde que saltó el caso de La Manada alcanzando el punto álgido en 2019 con 97 casos en un solo año.
“Después disminuyó por la pandemia, durante la que bajaron todas las violencias, pero en la pospandemia con estos casos de las últimas semanas nos vuelven a poner en alerta del riesgo en el que estamos de volver a tener cifras como las que teníamos esos años”, explica Atencio, quien a través de Geoviolenciasexual recopila las agresiones sexuales y violaciones grupales denunciadas que aparecen en los medios de comunicación.
Según sus datos, los lugares donde han registrado más agresiones han sido en Cataluña con 48 agresiones sexuales múltiples entre 2016 y 2021, seguida de Comunidad Valenciana con 43 y Andalucía con 41.
Por su parte, el ministerio de Igualdad invita a la calma y a no crear una alarma con los casos mediáticos de las últimas semanas. “Creo que es importante que no contribuyamos al relato del terror ni generar alarma en la sociedad”, indica a El HuffPost, Ángela Rodríguez, secretaria de Estado de Igualdad y contra la violencia de género.
“Según los datos de los que disponemos del último informe sobre delitos contra la libertad e indemnidad sexual del año 2019 publicado por el Ministerio del Interior, los delitos contra la libertad sexual perpetrados por dos o más personas son el 4% del total de delitos”, apunta y añade que “según la macroencuesta del 2019, el 12% de las mujeres que han sufrido violencia sexual fuera de la pareja dice que en alguna de las agresiones sexuales participó más de una persona”.
Rodríguez destaca que desde el gobierno van a continuar luchando contra las violencias sexuales y una de esas medidas es la ley del sí es sí, aprobada en el Congreso este jueves.
Sin embargo, lejos del impacto o no que tenga en el total de las agresiones y violaciones en España, las violaciones y agresiones sexuales grupales suponen un fenómeno a estudiar, especialmente dentro de los jóvenes y menores españoles.
La principal causa que argumentan los expertos es el factor educativo, es decir, una ausencia prácticamente total de educación sexual. “Es un mal endémico en nuestro país. No ha habido ningún gobierno que se haya atrevido a meterle el diente este tema”, explica el psicólogo y sexólogo José Luis García. “En mi época buscábamos la palabra tetas en un diccionario y ahora, buscan en Google y lo que aparece es porno”, apunta.
Atencio explica que la responsabilidad de la educación sexual no es solo de los profesores o los colegios, también de los padres. “En la mayoría de los casos la presión del machismo y de las violencias machistas se dan en el proceso de socialización y los niños socializan en el colegio, allí encuentran el caldo de cultivo de pornografía por la falta de educación afectivo-sexual”, explica y apunta a que los padres tendrían que tener también un control para detecar estas violencias.
Para García, “la educación es el único recurso que tenemos para cambiar actitudes y conductas, no tenemos otro tanto en la escuela, el instituto e incluso la universidad, no tenemos otro”. Sin embargo, señala que no hay recursos suficientes para realizar una formación con profesionales especializados.
Muestra de ello es que el reciente estudio de Save The Children llamado (Des)información sexual: pornografía y adolescencia, en el que se ve que un 67,3% de los adolescentes españoles ha recibido menos de cuatro horas de educación sexual en los últimos dos años.
“Tienes que elegir si el privilegio de educar a tus hijos lo hace el porno o lo haces tú o el colegio. No se puede repetir el silencio de generación a generación que pasaba entre sus padres”, recalca García.
A falta de educación sexual, los jóvenes consumen porno para encontrar “referentes” y aprender en el ámbito afectivo-sexual. Según los datos del estudio de Save The Children, para el 30% de adolescentes la pornografía supone la única fuente de información sobre sexualidad con los comportamientos violentos que esto conlleva.
De hecho, acceden a ella a edad muy temprana, en este estudio el 53,8 % de las personas encuestadas ha accedido por primera vez a la pornografía antes de los 13 años, y un 8,7% antes de los 10 años con una media de antes de los 12 años de los chicos y de 12 años y medio de las chicas.
Para García, además el porno crea adictos a este contenido. “Internet ha metido el porno en casa de tal forma que cualquier niño con un móvil que tenga acceso a internet se va a topar con el porno, sí o sí, más tarde o más temprano. Igual que la industria del tabaco o del alcohol, la industria pornográfica es muy poderosa y lo que pretende es crear adictos”, indica.
Atencio recuerda que es precisamente en este tipo de contenido pornográfico en el que los jóvenes ven estas violaciones o prácticas grupales violentas, concretamente en lo llamado “violación gang bang” en el que varios chicos penetran y fuerzan a una chica a mantener relaciones sexuales mientras lo graban.
Precisamente la grabación de estos contenidos es otro punto en común de las violaciones grupales. Según datos de Geoviolenciasexual, en al menos el 11,2% de las agresiones (22 de los 211 casos) consta al menos una grabación o fotografía por parte de los agresores, lo que se conoce como pornificada.
La imitación a una edad tan temprana de estos comportamientos es uno de los factores principales de agresiones grupales entre menores para los especialistas. “Están viendo relaciones sexuales explícitas cuando no tienen edad para mantener relaciones ni para ese contenido”, apunta Atencio. “Tenemos un problema grave porque es un problema sexual que afecta a la juventud, tanto agresores como víctimas son jóvenes, un 30% de las víctimas 27% de los agresores son menores de edad. Es una barbaridad. Hay incluso niños de 12 años violadores que violan a pares de 12 años o a niños de 10”, detalla.
García destaca que en el porno violento, diferenciado de las películas eróticas, se muestran facilidades en las relaciones y un consentimiento prácticamente inmediato y que no se ve en ningún momento. “Ofrece que ligar es muy fácil, no conozco ninguna película de este tipo donde al final el chico no utilice su presión para tener relaciones sexuales, el otro mensaje que transmite es que a la mujer le gusta que la fuercen, que la presionen… Si lo haces, vas a convertirla en una ninfómana sexual a tu disposición para darte placer”, explica.
“Todo este conjunto de variables configuran un entorno que favorece y facilita lo que está ocurriendo que es un fenómeno novedoso en nuestra cultura”, añade y apunta a que en otras sociedades como la india o la mexicana el abuso entre menores se ha dado desde hace años a diferencia de occidente, donde se produce a raíz de internet.
“Lo que han visto ahí es un actor maltratando a una mujer y que le impone la conducta anal, vaginal y oral alternativa e indistintamente y sin solución de continuidad y sin condón y a la actriz le encanta y al actor le encanta, entonces trata de emularlo con su compañera y es un desastre”, explica.
Para el psicólogo, el porno “está creando un nuevo comportamiento sexual y un nuevo modelo de vida y relaciones sexuales entre chicos y chicas”, aunque también se da en los mayores de edad.
“La clave está en que les excita, si yo veo 10.000 horas de porno masturbándome y excitándome con estas prácticas estoy sexualizando la violencia y es probable que necesite esta violencia para excitarme y funcionar”, señala. “Sabemos que la adicción es una consecuencia directa del porno, como cualquier adicto necesita más consumo y prácticas más duras, su dintel de excitación se pierde”, añade.
Además del influjo de la pornografía, los especialistas apuntan a que el machismo imperante en la sociedad también es uno de los factores que más incrementan estas conductas sexuales violentas.
“La desigualdad entre hombres y mujeres hace que los primeros ejerzan poder, sobre todo sexual, sobre las segundas. Luego también hay valores culturales como el machismo y que vivimos en un mundo violento y la violencia sexual está normalizada”, indica el psicólogo.
A esto se suma que entre los jóvenes crece el negacionismo de la violencia de género. Según el último estudio de la FAD Juventud, un 20% de los jóvenes entre 15 y 29 años no cree que exista la violencia de género. Esto influye en la percepción de las agresiones sexuales y las violaciones, sin que las vean como tales.
“Una cuarta parte de los jóvenes españoles no cree que haya violencia de género, entonces ven que agredir o forzar a una mujer es normal”, apunta García. “Hay unos valores que muestran que capturar a la mujer y correrse sobre la mujer sin la más mínima empatía ni compasión es normal”, explica.
Además, los especialistas señalan que la mayoría de estas agresiones grupales se dan en ambientes de fiesta, donde hay grandes cantidades de alcohol y/o drogas, y que se llevan a cabo por mera diversión.
“El perfil de estos agresores es de mucha impulsividad, de falta de control de impulsos, son personas que no anticipan las consecuencias de sus acciones y están muy centradas en buscar sensaciones que les lleve a la excitación, el riesgo y la actividad sexual”, indica la profesora de la Universidad Pontificia Comillas y secretaria general de la Fundación para la Investigación Aplicada en Delincuencia y Seguridad (Fiadys), Meritxell Pérez, a EFE.
Atencio recuerda que en algunos casos de violación grupal los menores eran incluso menores de 14 años, legalmente inimputables ante la justicia. “Habría que preguntarse si esos menores identifican lo que hicieron como una agresión sexual porque están visualizando una pornografía en la que ven eso como algo normal todo el tiempo”, detalla. “Probablemente estemos ante casos en los que no se tiene la madurez suficiente para saber el impacto que tiene una agresión sexual ni para comprender cómo relacionarse sexualmente con una niña”, explica.
Sin embargo, la presidenta de Feminicidio.net señala que las niñas y adolescentes sí que se están criando en esta cuarta ola feminista, aunque choque con el modelo patriarcal de los chicos.
“Las nuevas generaciones de mujeres no están dispuestas a renunciar a su libertad sexual”, indica. “Estamos criando a una generación de niñas más libres sexualmente, pero los que no están cambiando y están acentuando su machismo y su rol de dominación son los varones. Este choque también provoca una reacción patriarcal para que no le quiten sus derechos”, señala.
Para Atencio, los vítores que se escucharon a la salida del juzgado de los menores acusados de la violación de Burjassot “forman parte de la cultura de la violación”. “Socialmente, las mujeres hemos evolucionado hacia una mayor libertad sexual y los hombres hay un porcentaje que muestra una reacción patriarcal, una involución de no aceptar la igualdad y no poder tener el privilegio de acceder a las mujeres a partir de la violencia”, indica.
En un horizonte donde los expertos se muestran negativos ante una posible evolución favorable de esta tendencia de adolescentes influenciados por las conductas machistas y la pornografía, la ley del sí es sí aprobada este jueves por el Congreso abre una nueva ventana ante la regulación del consentimiento y a la prevención de las violencias sexuales.
La secretaria de Estado de Igualdad y contra la violencia de género indica que la “ley del solo sí es sí contiene una serie de medidas orientadas, por un lado a prevenir las violencias sexuales, estableciendo la educación sexual como obligatoria en todos los niveles educativos y, con medidas de sensibilización y prevención”. “Por otro, desarrolla toda una serie de mecanismos de protección y reparación cuando no seamos capaces de llegar a tiempo. Por primera vez las víctimas de violencia sexual verán que el Estado las escucha y se pone de su lado”, añade.
En cuanto a los menores que cometan este tipo de delitos contra la libertad sexual, Rodríguez recalca que han incorporado como enmienda a esta ley que los que sean condenados tengan que realizar “cursos de educación sexual, como medida accesoria”.
“Estos cursos serán obligatorios para el levantamiento de las medidas que se tomen, desde un enfoque responsabilizador y no punitivista y con el objetivo de evitar que se reproduzcan estos comportamientos en jóvenes y adolescentes”, apunta Rodríguez.
Atencio recuerda que esta ley es “muy necesaria, porque es integral, dotada de presupuesto y trabaja desde la prevención”. “Es muy importante que España cuente con todas las ciudades o provincias para trabajar las 24 horas la violencia sexual y lo que va a provocar es una cultura de la denuncia para que no queden agresores impunes”, detalla.