¿Dejarías que el Estado te vigilara a condición de que acabara la cuarentena?
Las tecnologías para rastrear a la gente podrían ser la única salida de esta crisis, pero si se usan mal, una democracia puede acabar convertida en régimen autoritario.
La pandemia de coronavirus ya ha obligado a millones de personas a aceptar límites en sus libertades individuales a medida que numerosos gobiernos de todo el mundo han impuesto el confinamiento y el distanciamiento social como medidas para controlar la propagación del nuevo virus.
Sin embargo, suavizar esas restricciones quizás requiera que la gente sacrifique una parte de su privacidad, algo que preocupa a muchos políticos y defensores de los derechos civiles.
Ya hay decenas de países que han implementado (o están implementando) aplicaciones móviles y otros sistemas tecnológicos de vigilancia que permiten a las autoridades monitorizar los movimientos de la gente, rastrear la propagación del virus y contener futuros brotes.
En China, la población ha recibido la orden de descargar un software que emite su localización a las autoridades locales. Mediante un sistema de luces similar a un semáforo, el sistema determina si una persona puede salir de casa o reunirse con otra persona. Luz verde significa vía libre para seguir con su vida, pero quienes reciben la clasificación de ámbar o rojo no pueden visitar ciertos lugares, como restaurantes o centros comerciales.
Singapur y Corea del Sur han realizado test masivos a la población y han seguido rigurosamente los pasos de sus ciudadanos para mantener la cifra de contagios y fallecimientos relativamente baja.
En Estados Unidos, Google ha anunciado recientemente que compartirá sus datos de geolocalización con el Gobierno, que está además en contacto con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) para utilizar una tecnología que han desarrollado para seguir la ubicación de los pacientes de coronavirus a través de sus teléfonos móviles.
El Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, por su parte, ha trabajado en colaboración con los investigadores de la Universidad de Oxford para desarrollar una aplicación móvil que rastrea a las personas con las que podría haber entrado en contacto una persona que da positivo.
“Consideramos que es la única alternativa posible a confinar a toda la población”, explica David Bonsall, uno de los investigadores de Oxford que colabora en el proyecto. “Creemos que va a ser una parte muy importante de esa estrategia”.
Muchas personas tal vez estén dispuestas a compartir esos datos con las autoridades si eso significa que ya no tienen que quedarse en casa. Aun así, la idea de que el Gobierno pueda vigilar de cerca dónde va la gente y con quién se reúne va en contra de los principios de privacidad y libertad individual, sobre todo en Europa, donde existen leyes de defensa de la privacidad muy estrictas.
Este debate ha cobrado mucha fuerza en Francia, donde el Gobierno está planteándose la posibilidad de recurrir al seguimiento digital para ayudar a contener el coronavirus.
“El seguimiento digital es una de las soluciones que han adoptado muchos países, de modo que hemos decidido colaborar con ellos para valorar estas opciones”, declaró el ministro del Interior francés, Christophe Castaner, en una entrevista en la televisión gala. “Estoy convencido de que si nos permiten luchar contra el virus y no violan las libertades individuales, las aplicaciones de seguimiento serán unas herrmientas que el pueblo francés aceptará”.
No obstante, otros miembros de su partido han mostrado su desacuerdo con el ministro Castaner. “Para que esta medida funcionara tendría que haber un consenso amplio entre todos los partidos, y no es el caso”, justifica un diputado, quien asegura que les preocupa mucho el uso de estos datos y y que respetan la privacidad.
“Esta clase de aplicaciones suponen una línea roja”, sostiene Pierre Person, segundo al mando del partido ¡En marcha!, el del presidente Macron. Person advierte de que estas medidas de vigilancia son uno de los sellos distintivos de los regímenes antiliberales y van en contra de lo que es el pueblo francés.
Por su parte, en España se aprobó a principios de abril el desarrollo de una app que permitirá a las autoridades sanitarias comprobar que cada ciudadano “se encuentra en la comunidad autónoma en que declara estar”. Aunque esta no es la misión principal de la aplicación —destinada a ofrecer a los usuarios información sobre sus síntomas y consejos sobre el coronavirus—, sí incluye el uso de la “geolocalización”, algo novedoso.
En India se enfrentan actualmente a un dilema similar, ya que el Gobierno ha puesto en marcha una aplicación de seguimiento que expande en gran medida la capacidad de rastreo que tenía el país, pero sin ofrecer garantías de forma explícita a sus ciudadanos, según han advertido diversos expertos en privacidad y analistas de ciberseguridad.
Un análisis de esta aplicación realizado por Defensive Lab Agency, una asesoría parisina de ciberseguridad, reveló que el programa obtiene la identidad del usuario, rastrea sus movimientos en tiempo real y busca continuamente a nuevos usuarios de su entorno, desvela la edición india del HuffPost. No hay mucha transparencia sobre quién tiene permiso para acceder a esos datos o durante cuánto tiempo permanecen en los servidores del Gobierno, alertan los expertos. Además, al aceptar las condiciones, el usuario da su consentimiento para que utilicen sus datos con fines que van más allá del control de la pandemia.
“Creo que el mayor problema es que esto va a abrir la veda a una vigilancia masiva en el futuro”, avisa Pallavi Bedi, responsable de política del Centro de Internet y Sociedad, en declaraciones al HuffPost India.
Joseph Cannataci, informante de Naciones Unidas en materia de privacidad, advirtió hace poco de que algunos países corrían el riesgo de caer en el autoritarismo si nadie vigilaba los nuevos poderes de emergencia aprobados para la pandemia.
“Las dictaduras y las sociedades autoritarias a menudo surgen a raíz de una amenaza”, señala Cannataci en Reuters. “Cualquier tipo de información se puede utilizar de muy mala manera. Si tienes un líder que quiere abusar del sistema, el sistema está ahí”.
Estos días, una coalición de más de 100 grupos de sociedad civil, incluidos Human Rights Watch y Amnistía Internacional, han recordado a los países que deben proteger los derechos de las personas, por mucho que adopten nuevas medidas para proteger vidas y frenar el avance del coronavirus.
“El pasado reciente nos demuestra que a los gobiernos les cuesta renunciar a sus poderes de emergencia temporales”, comenta Rasha Abdul Rahim, vicedirectora de la división tecnológica de Amnistía Internacional. “No deben aprovechar la situación para convertirse en un estado que vigile permanentemente a sus ciudadanos”.
La semana pasada, ante las dificultades de muchos países de desarrollar su propio sistema de seguimiento digital, la Unión Europea anunció que iba a desarrollar un reglamento común para el uso de aplicaciones móviles de seguimiento durante la pandemia. Para aplacar las preocupaciones relativas a la invasión de la privacidad, la Comisión Europea asegura que existirá un límite estricto a la hora de procesar datos personales y que estos serán destruidos una vez superada la pandemia.
“Apoyo totalmente el enfoque europeo en el uso de datos y aplicaciones móviles en respuesta a la pandemia de coronavirus porque encaja con nuestros derechos fundamentales”, comenta Vera Jourova, comisaria europea de valores y transparencia. “Garantizaremos un enfoque transparente y proporcional que tenga la confianza de la gente”.
Este artículo fue publicado originalmente en el HuffPost Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.