Víctor Aparicio: "Llamar héroes a los sanitarios ha sido una forma romántica de deshumanizarnos"
El enfermero de UCI habla de cómo afecta la pandemia a los profesionales de la salud y del problema alarmante de salud mental al que se enfrentan.
Los sanitarios llevan dos años al pie del cañón, encadenando jornadas agotadoras, cuidando de quienes requieren asistencia y descuidando su propia salud. Incluso hay profesionales que han contagiado a sus parejas (que han fallecido) o que se han enfrentado a la muerte de sus padres. Aun así, tenían que ir a trabajar.
“Se nos quitaron los días por defunción de familiares, por enfermedad de familiares, se nos ha quitado absolutamente todo. En momentos de crisis arrimas el hombro, pero cuando ves que en dos años se siguen tomando las mismas medidas —doblar jornadas, trabajar de manera voluntaria, gratuita—, que solo hacen alusión a tu vocación, ves que no tienen corazón”, revela Víctor Aparicio, enfermero en la UCI del hospital Gregorio Marañón (Madrid), en una conversación con El HuffPost.
Aparicio estudió durante seis años Derecho, carrera que abandonó porque lo que realmente quería era ser enfermero. Vocación pura y dura, asegura: “No he podido hacerlo con más ganas, he sido feliz, no tenía la sensación de ir a trabajar”.
Sin embargo, ha visto como en apenas 24 meses la situación ha dado un giro de 180 grados. “Con la pandemia, los cuidados de enfermería son los de menos, es como si te dijeran ’haz lo que puedas”, relata. Algo que le entristece enormemente por su “sentido de la responsabilidad”.
Y, con la misma tristeza, confiesa: “Les hemos dicho a los familiares ’no puedes entrar en la UCI a ver a tu familiar, yo me ocupo de él”. Pero no puede evitar pensar que, de alguna forma, han mentido, porque “no me estoy ocupando, no puedo, porque no me da la vida”.
Por eso se queja de que les han querido “quitar el derecho a la pataleta” y lo mínimo que pueden decir es “habéis jugado con nuestra vida”.
Conociendo desde dentro cómo evoluciona la pandemia, ¿te atreves a hacer alguna previsión para después de Reyes?
La situación va a ser muy parecida. Habrá un pequeño repunte, pero la situación como sanitario no me preocupa a nivel de pandemia, sino por el trabajo que se está dejando de hacer. Hay una lista de espera, de quienes esperan ser atendidos, que cada vez va a ser más abrupta. En septiembre nos escandalizábamos cuando se dijo que una periodista vasca de 29 años había fallecido por un diagnóstico tardío de cáncer y parece que todo eso lo hemos olvidado. No paramos de contar cosas deficientes de la sanidad que parece que no están siendo solventadas. Nos ha pasado el tsunami, pero el problema es todo el destrozo que nos ha dejado y no se está haciendo nada por solucionar esto.
Entonces, volveremos a tener noticias en un futuro próximo del retraso en los diagnósticos por la saturación, que no permite atender a pacientes que no sean de ‘urgencias’ en centros de salud ni de especialidades.
Claro, como la atención de citas para el colon. El año pasado había cientos de personas pendientes para hacerse una colonoscopia preventiva. Aunque un pequeño porcentaje dé positivo, ese pequeño porcentaje ya no está siendo diagnosticado. Es decir, algo que se podría solventar con una cirugía intervencionista breve, a lo mejor, ya es una cirugía mayor que va a requerir ingreso, tratamiento, postoperatorio... Todo eso está colapsado. España tiene un déficit de 120.000 enfermeros desde mucho antes de esta pandemia, era algo que veníamos acusando y de lo que veníamos alertando. En concreto, la Comunidad de Madrid tiene un déficit de 15.000 enfermeros. Sin embargo, se nos contrata y se nos despide como si fuéramos las nuevas temporeras del siglo XXI, como si alternáramos periodos de salud con periodos de enfermedad.
¿Cómo os sienta como profesionales que se tome la decisión de poder reforzar la plantilla con sanitarios jubilados?
Es insultante, porque no hace ni un mes, el SAS (Servicio Andaluz de Salud) despidió a 8.000 personas, el del País Vasco a 4.000, en Madrid se despidieron otras tantas, como en Galicia, y ahora, de repente, ¿tienes que llamar a jubilados, a estudiantes de tercero y cuarto de Enfermería y a voluntarios para que hagan nuestro trabajo? Lo que estáis haciendo es devaluar nuestra mano de obra, es competencia desleal, es menospreciar nuestro trabajo haciendo creer que cualquiera lo vale. La enfermería en este país está peleando porque se nos adelante la jubilación, porque no estamos capacitados con 65 años para seguir trabajando, ¿y tú estas diciendo que te vas a traer a jubilados con todo el riesgo que conlleva? Es temerario, es imprudente, es desleal y es de no tener ética, más cuando estás despidiendo gente, por no hablar de los que aún están esperando en la bolsa de trabajo a que se les llame. Se sanciona a la gente como si fueran delincuentes por negarnos a hacer contratos de uno o dos días, y se les sanciona a lo mejor con 3 o 6 meses sin poder trabajar.
¿Cuántas horas podéis llegar a encadenar?
En la enfermería, las guías de recomendación te dicen que no deberíamos trabajar más de 35 horas semanales, porque trabajamos de lunes a domingo, mañanas, tardes y noches, luego nuestras horas nocturnas computan como muchas más horas, es mucho más cansado. Pero tenemos un problema que no es el cansancio, es la fatiga, que no se recupera durmiendo, sino descansando, y nosotros estamos trabajando 37 horas y media, que ya estamos por encima de la media. Y además, le estás pidiendo a la gente que doble. Es que es temerario, porque todo esto lo único que hace es incrementar el desgaste del profesional, que la calidad asistencial sea cada vez más defectuosa, aumentan los riesgos de equivocación en tratamientos, el síndrome de burnout [el del trabajador quemado] se ha duplicado en la enfermería, y eso tiene una incidencia del 10% más de probabilidades de que tengas un error en la ejecución de tu trabajo. Que la solución sea llevar al trabajador a la extenuación y a utilizar la culpa y la vocación para hacerle doblar después de dos años...
Al principio de la pandemia, la opinión era unánime: los sanitarios erais los salvadores, los aplausos no cesaban, pero no dejáis de ser personas que también necesitáis bajas laborales, que os contagiáis de coronavirus...
Ahora mismo hay entre los sanitarios un problema enorme de salud mental alarmante, y ya no te hablo de la cantidad de profesionales que se han contagiado de coronavirus, que todo eso se ha olvidado también. Yo tengo un número de historia, una madre oncológica, un padre al que le ha dado un ictus. También tengo mis problemas, también veo retrasadas mis citas y las de mis familiares, y con eso la gente no llega a empatizar. Cuando el profesional sanitario dice ‘oye, que la sanidad pública es de todos y para todos’, no solo se queja como trabajador, también como usuario. Nos han cosificado: llamar héroes a los sanitarios ha sido una manera muy romántica de deshumanizarnos, de que la gente no empatice con nosotros. La figura del héroe es un personaje triste, que hace lo que debe a costa de su salud, de su bienestar y de su vida privada. Llevamos dos años siendo privados de nuestra vida.
Y sin vacaciones, de hecho.
Ni vacaciones, ni descansos. Sin poder ir a ver a tus familiares con tranquilidad, porque ahora los sanitarios no tienen periodo de cuarentena en Valencia porque no hay suficientes y necesitan que vayamos a trabajar. ¿Dónde queda mi salud? La salud de los sanitarios es muy importante.
Es una cadena, si no tenéis salud, ¿cómo cuidáis de los demás?
Si tú no me cuidas a mí, yo no te cuido a ti; tú me das y yo te doy. La pandemia se ha afrontado a costa del lomo de los trabajadores de la sanidad, sobre todo de los enfermeros. Tengo que hacerme cargo de mi trabajo y supervisar el que hace el de al lado, no vaya a ser que haga una temeridad. Un enfermero de tercero o cuarto de carrera no está capacitado para llevar enfermos, y aun así se computa como una presencia más en el servicio. Te exigen que te ocupes de tu trabajo y del de al lado.
Además de que se ha dicho públicamente que no arrimáis el hombro y de quien ha decidido echar piedras contra vuestro trabajo hablando de ese pequeño porcentaje de sanitarios que ha decidido no vacunarse.
Es tan desdeñable, tan ínfimo, 100.000 trabajadores. Que nos vayamos a fijar en la puñeta es miserable, es de no tener corazón. Que encima nos tengamos que ver bajo la lupa constante, que si nos hemos contagiado por habernos reunidos en fiestas de Navidad, es que los sanitarios no se quieren vacunar, es que los sanitarios no quieren trabajar y están en la ley del mínimo esfuerzo… Sois muy desagradecidos. Porque todas estas lindeces que nos escupen a día de hoy no las escuchamos durante las siete semanas que se pasó la gente encerrada en casa. Además, íbamos a los hospitales con mascarillas improvisadas y bolsas de basura. Que alguien me diga a la cara que soy un vago, un caradura o que nos dedicamos a tocar la pandereta o a hacer tiktok.
¿Tienes que escuchar esas cosas?
En mi Instagram, prácticamente a diario. Podemita, vago, zángano, maricón… Es una constante y es muy cansado. Las agresiones verbales dentro del sistema hospitalario también se han duplicado, la gente está muy crispada y grita a quien está en el mostrador, que somos los mismos de siempre.
¿Se ha politizado más que nunca el tema de la sanidad?
Por completo. Todos los partidos políticos, me da igual que sean de izquierdas o derechas, han dejado claro que tienen generados tantísimos intereses propios, que lo último que les ha importado ha sido la ciudadanía. Han sido tan sumamente egocéntricos, egoístas y megalómanos que se han puesto en el centro de la pandemia. Han logrado en una pandemia colocarse como protagonistas y dejar de lado el covid. Lo han politizado por completo.
¿En qué acabará todo esto?
Espero que termine con el hartazgo de los sanitarios y con una gran plantada nacional, y creo que realmente va a ser así, porque los sanitarios hemos pasado de tener una sociedad enferma de covid a tener una sanidad enferma, y tenemos unos sanitarios enfermos. Teníamos ya un problema deficitario de profesionales de la salud y lo único que ha hecho esta pandemia es agravarlo más y en vez de mejorar las condiciones laborales, proteger la salud mental de los trabajadores, favorecer que la gente quiera venir a España a trabajar, se ha hecho todo lo contrario. Nadie va a querer trabajar y nadie va a querer estudiar en estas condiciones.