Ventajas e inconvenientes de usar solo tarjeta: qué pasa en otros países dónde no hay dinero en efectivo
Los ciudadanos de Suecia y Canadá apenas pagan con billetes y monedas.
″¡No utilizo efectivo para nada!”. Así de contundente se muestra Jakob, un sueco de 30 años. Al igual que la mayoría de sus compatriotas, este joven residente en Estocolmo (Suecia) utiliza habitualmente la tarjeta para pagar las compras que realiza. "¿Lo habré usado una vez este año?”, se pregunta.
Al no estar acostumbrado a pagar en efectivo, Jakob nunca lleva billetes o monedas en su bolsillo. “Hace unas semanas estaba buscando un ticket y me encontré algo de dinero en mi cartera que no sabía que tenía. Creo que compré una cerveza”, recuerda.
Una anécdota similar a la que narra Víctor Lapuente, un español afincado en Suecia, en donde ejerce como catedrático de ciencia política en Universidad de Gotemburgo. “Hoy he abierto un cajón y he visto un billete. ¡Hacía meses que no veía uno! Me lo he metido en la cartera para dárselo a un señor que pide en el supermercado”, relata.
Ir a un cajero automático a sacar dinero ya no forma parte de sus rutinas, al igual que ocurre para uno de cada cinco suecos. “Me cortaba el pelo en un sitio que no acepta tarjetas de crédito, así que tengo que sacar dinero cuando voy. Es un hombre mayor, así que imagino que no va a cambiar”, asegura Jakob.
A más de 6.000 kilómetros de distancia, vive Ainhoa, una española de 34 años, residente en Toronto (Canadá) desde hace cuatro años y medio. “Cuando llegué aquí, empecé a trabajar en una cafetería. Me llamó la atención que había muchísima gente que utilizaba la tarjeta de crédito para pagar 2 dólares”, recuerda.
Tanto Canadá como Suecia se encuentran los países del mundo en los que más cerca están de dejar de usar el dinero en efectivo. En su lugar, utilizan tarjetas bancarias o aplicaciones para realizar los pagos. La lista también incluye a otros miembros destacados como Noruega y Dinamarca.
“El dinero en efectivo se sigue utilizando en Suecia, pero en porcentajes muy bajos. El Riksbank —el banco central del país— calcula que solo el 2% de las operaciones monetarias se hacen con billetes y monedas”, explica Mario del Rosal, profesor de economía en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), especializado en economía sueca.
No ha hecho falta una decisión premeditada de los Gobiernos, sino que han sido los propios ciudadanos los que han cambiado las reglas de juego. La tecnología ha jugado un papel fundamental en esta transformación, al igual que ocurrió cuando el Whatsapp sustituyó al sms y el correo electrónico a la carta postal.
“La disminución del uso de efectivo no se debe tanto a medidas tomadas por el Riksbank o el Gobierno como a los hábitos de consumo que se han ido adquiriendo en este país y por el desarrollo y la difusión de las tecnologías por parte de los bancos”, señala Del Rosal.
La mayoría de comercios de estos países todavía aceptan el pago con dinero en efectivo, aunque cada vez es más frecuente que se pida tarjeta. “Hay meses que no utilizo nada de dinero, ni llevo nada de dinero en la cartera, porque todo es cash-free. Acaba de abrir una tienda de chucherías debajo de casa y no acepta efectivo. No sé cómo van a pagar los niños, como no sea la tarjeta de los padres”, cuenta Lapuente.
“Muchas cafeterías y restaurantes de Toronto solo aceptan tarjeta. Algunos de los que solo permiten el pago en efectivo, que son pocos, tienen un cajero dentro del local para que el cliente pueda sacar dinero”, relata Ainhoa.
La principal ventaja de utilizar menos efectivo es que se aumenta el control sobre los movimientos de dinero que se realizan, se reduce el fraude y se evita la economía sumergida. El mismo objetivo que se buscaba con la retirada de los billetes de 500 euros por parte del Banco Central Europeo.
“La reducción del fraude fiscal sería bastante elevada porque, al no tener efectivo y tener que pagar todo con tarjeta, existiría un control mucho mayor sobre las transacciones. Eso haría muy difícil, por no decir imposible, hacer pagos con billetes, porque no existirían”, explica Juan Carlos Gázquez, profesor colaborador de los estudios de economía y empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
“Sin dinero en efectivo, las transferencias, los pagos y los ingresos en dinero bancario son directamente identificables y controlables por parte de los bancos y, por lo tanto, de Hacienda. Esto permite un mayor control de las operaciones económicas que facilita la lucha contra el fraude fiscal”, señala Del Rosal.
Aunque se dejara de usar el efectivo, este profesor recuerda que el movimiento de capitales de carácter internacional y la existencia de paraísos fiscales obstaculiza la lucha de los países contra la evasión y la elusión fiscal.
El final del dinero en efectivo también dificultaría la comisión de algunos delitos ligados al blanqueo de dinero. “Supondría un descenso de ciertos delitos como el tráfico de drogas y de armas, porque eso siempre se hace en efectivo y con dinero negro”, asegura Gázquez.
Uno de los principales problemas que puede crear el final del dinero en efectivo es una brecha generacional. La población joven de un país como Suecia ha dejado atrás a los billetes y las monedas. El 95% de las compras al por menor realizadas por personas entre 18 a 24 años en el país en 2018 se hacía ya sin efectivo. Sin embargo, no ocurre así con los más mayores, que todavía lo utilizan. “Todo el efectivo que tengo lo recibo como regalo de mi abuela en mi cumpleaños o en Navidad”, cuenta Jakob.
Cuanto más envejecida está una sociedad, más grande puede ser esa brecha. “Hay personas mayores a las que les cuesta manejar tarjetas y mucho más los medios de pago móviles. Están acostumbrados a manejar efectivo”, señala Gázquez.
El manejo de la tecnología resulta fundamental si desaparecen los billetes. El 70% de la población sueca utiliza la aplicación Swish —similar a Bizum— para realizar pequeñas operaciones. Este servicio de pago móviles nació en 2012 de la mano de los seis bancos más importantes del país. Actualmente, cuenta con más de 6,9 millones de usuarios, cuando la población de Suecia se sitúa en torno a los 10 millones de habitantes.
El uso de este tipo de aplicaciones también supone una brecha entre los habitantes de un país y los ciudadanos extranjeros. “Hay una pequeña exclusión para la gente de fuera porque hay sistemas de pago que requieren que tengas una cuenta bancaria aquí. Son una barrera de entrada para el inmigrante”, afirma Lapuente.
A esto hay que añadirle la exclusión de una parte de la población, que se encuentra en situación de vulnerabilidad. “Una parte de la población queda excluida como aquellos con menos recursos económicos. Si un banco no les concede tarjeta para poder pagar, porque no tienen capacidad económica, no pueden comprar nada”, señala Gázquez.
Tanto expertos como consumidores se mantienen cautelosos sobre la información que manejarían las entidades financieras sobre los ciudadanos si desapareciera el dinero en efectivo.
“Los bancos van a saber absolutamente toda tu vida, desde dónde tomas el café hasta qué marca de ropa compras. El control, la intimidad y la privacidad va a ser mucho menor. Su poder se va a incrementar muchísimo”, señala Gázquez.
Ainhoa señala que en Canadá el propio sistema incentiva el uso del crédito, aunque ella prefiere seguir utilizando efectivo si puede. “Los bancos tienen credit rates, es una manera de saber si eres o no buen pagador. No depende de la cantidad, pero sí de que pagues a tiempo. Este historial es muy importante a la hora de pedir una hipoteca o un préstamos”, señala.
El final del dinero en efectivo abre muchas incógnitas sobre el futuro. ¿Quién puede tomar la decisión de imprimir más o menos billetes si no se imprimen billetes? A las autoridades financieras les preocupa perder el control sobre el suministro de dinero.
“Una solución intermedia es eliminar el dinero en papel, pero seguir con una moneda de curso legal digitalizada, como los bitcoins, pero avalada por los bancos centrales”, explica Gázquez.
Precisamente, el banco central de Suecia ha estado realizado pruebas sobre una criptomoneda estatal, que sustituyera a la corona. “El Riksbank comenzó a desarrollar en 2017 un proyecto de investigación para analizar las ventajas y desventajas que tendría la implantación de una moneda electrónica de uso entre el público: la e-krona”, cuenta Del Rosal
“Sería una divisa emitida y respaldada íntegramente por el Estado sueco cuyo objetivo sería eliminar definitivamente el dinero en efectivo y, sobre todo, poner en marcha una moneda virtual bajo control directo de la autoridad monetaria”, explica Del Rosal.
La pandemia del coronavirus ha generado muchos cambios en los hábitos de consumo de los ciudadanos, también en la forma de pagar las compras. Ante el miedo al contagio, evitar tocar cualquier superficie se convirtió en una obsesión. El pago en efectivo se prohibió en algunos casos, como en las máquinas del metro o en los autobuses de la ciudad de Madrid.
Esto hizo que el pago con tarjeta se haya incrementado a partir de la cuarentena, en detrimento del efectivo, tanto en España como en el resto del mundo. “Todos los negocios o servicios que han permanecido abiertos han optado por pago con tarjeta”, asegura Ainhoa.
Con el objetivo de impulsar el pago con tarjeta, las entidades bancarias aumentaron de 20 a 50 euros el importe mínimo de un compra para que sea necesario introducir el código PIN. El 66% de los pagos realizados en España con una tarjeta de Mastercard se ha realizado a través de contactless (sin contacto), es decir, sin introducir el plástico en el datáfono.
El debate sobre el final del efectivo se reabrió en España, a raíz de una proposición no de ley presentada por el PSOE para limitar el pago en efectivo a 1.000 euros —frente a los 2.500 euros actuales— como una medida para prevenir el fraude fiscal. El Consejo de Ministros ha dado luz verde esta semana a la ley antifraude, que pretende poner este tope en los pagos entre empresas.
Aunque España está muy lejos de los niveles de países como Suecia o Canadá. Los españoles siguen utilizando mucho el efectivo, al igual que le ocurre a los griegos y los malteses. El 87% de los españoles realiza transacciones en efectivo, según datos del Banco Central Europeo (BCE).
Queda todavía mucho camino por recorrer.