Venezuela, ¿otra vez sin salida?
El puente que comenzó a tenderse en Oslo y continuó en Barbados hoy se encuentra desierto, solo quedan los facilitadores animando el regreso de cada una de las partes, las cuales se han replegado a sus posiciones originales. El chavismo se ha marchado con cierta novedad, pues muestra los resultados de un proceso de diálogo alterno, con factores minoritarios de su oposición nacional, pero de oposición. Esta nueva situación puede que desanime a quienes esperan una resolución negociada y anime quienes promueven una salida expresa, con uso de la violencia incluida.
El inicio de contactos entre los representantes del chavismo y los factores de la oposición nacional generaron dudas y expectativas en la comunidad nacional e internacional, pues la pregunta clave era: ¿Qué acuerdos eran posibles? ¿Y bajo qué condiciones podían darse? Frente a la imposibilidad de avance de cada contendiente en sus campos problemáticos, parecía razonable sentar a sus representantes para explorar posibles rutas o áreas de entendimiento. Inicialmente la oposición se mostró reacia, pero luego confirmo su participación, mientras los representantes del chavismo exhibieron su disposición desde el principio.
¿Qué explica el abandono de esta ruta? Estimo que ninguno de las partes quiere sacrificar algo todavía, consideran que tienen las capacidades para imponerle al otro ciertas condiciones, y la evidencia de ello fue que mientras se encontraban sentados, cada cual siguió emprendiendo acciones como si no hubiese diálogo.
El chavismo sigue dirigiendo un Gobierno que debe operar limitado por las restricciones que el Gobierno estadounidense le impone a través de las medidas coercitivas unilaterales, que dificulta la adquisición de materias primas y servicios claves para proveer elementos fundamentales para la vida cotidiana de las venezolanas y los venezolanos. De igual manera, lidia con una cultura rentista, que se ha convertido en un caldo de cultivo para prácticas corruptas. Además mantiene su influencia directa en cuatro de los cinco poderes públicos, más la Asamblea Nacional Constituyente.
En el escenario internacional, el Gobierno bolivariano sigue siendo reconocido mayoritariamente en los foros mundiales, incluso por gobiernos que le son críticos y que promueven medidas coercitivas unilaterales, como por ejemplo el del Reino de España. Así lo evidencia la reunión del canciller venezolano, Jorge Arreaza, y el ministro de Exteriores español, Josep Borrell, en Nueva York en el marco de la conferencia anual de Naciones Unidas, así como la declaración de apoyo del Movimiento de No Alineados.
La oposición nacional siguió animando a otros gobiernos a incrementar medidas coercitivas unilaterales, en particular al Gobierno de los Estados Unidos de América y a espacios multilaterales como la Unión Europea. Asimismo, saluda de buena gana las acciones diplomáticas que ha emprendido el Grupo de Lima para activar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca con el objeto de dar cabida a nuevas medidas coercitivas unilaterales, ahora desde gobiernos de América Latina, así como eventualmente contemplar el uso de la fuerza. Con la promoción del Tiar se trasciende de la agresión discursiva de los gobiernos del Grupo de Lima a medidas concretas, como la imposición de restricciones de ingreso a los países de líderes chavistas, así como la confiscación de posibles patrimonios.
¿Tiene la oposición al chavismo en Venezuela condiciones para entrar otra vez al diálogo? En este momento está seriamente comprometida, sigue sin agenda propia, con una credibilidad decreciente, con fracturas organizativas y con un liderazgo corrompido y atomizado.
El rechazo a Nicolás Maduro se mantiene, pero el liderazgo de la oposición sigue sin poder traducirlo en mecanismos de presión efectiva. Semana tras semana surgen informaciones sobre las dobles agendas de la dirigencia opositora. Revisemos dos ejemplos. Recientemente se hizo pública una conversación entre integrantes del equipo de Juan Guaidó en relación a un tema muy sensible en Venezuela: las negociaciones del Esequibo, actualmente territorio reclamado por nuestro país. En esas conversaciones se dejaba ver que existe la disposición de flexibilizar la posición venezolana para favorecer intereses corporativos. Por otro lado, desde Colombia se publicaron unas fotografías que muestran a Juan Guaidó en enero pasado con líderes de grupos paramilitares colombianos que los custodiaron para llegar a Cúcuta.
Un posible diálogo futuro deber ser entre el Gobierno que agrede y dirige la oposición venezolana, es decir: directamente entre el Ejecutivo de los Estados Unidos de América y el liderazgo del chavismo. Al menos se pueden vaticinar más garantías de avances, pues tiene capacidades para sostener acuerdos.
Mientras tanto el Gobierno estadounidense mantendrá su linea, con la oposición venezolana como operador político continuará precarizando aún más la posición del chavismo, para lograr la ventaja conveniente en el momento de la formulación de los acuerdos. Aquí el tiempo ahora juega en contra del chavismo, pues la resistencia prolongada requiere recursos y estos son escasos, a pesar de contar con apoyos de países que le hacen contrapeso a EUA. Es un desafío para el chavismo reformularse para mantener la correlación de fuerzas y este es un momento peligroso, porque puede transformarse algo contrario a los principios orientadores iniciales o a lo que permitió el surgimiento de un proceso de cambio en Venezuela.