VDL, en pie: emergencia crítica y global
España, al albergar en tiempo récord la COP25, con una agenda de vértigo, se ha situado a la vanguardia de la voluntad europea.
Comisión Von der Leyen (VDL, en adelante): ¿“Comienzo fresco”, Fresh Start? Ha arrancado. Con buen pie. Tras un discurso efectista, intencionado, coral en la presentación del Colegio de Comisarios (14 hombres, 13 mujeres), la votación de investidura conjunta del nuevo Ejecutivo comunitario para la Legislatura 2019-2024 se saldó con mayoría absoluta del Parlamento Europeo (PE, Sesión Plenaria en Estrasburgo, 26 de noviembre). Atendiendo a los números, sus apoyos en el Pleno han sido más numerosos que los que obtuvo J. C. Juncker para su Comisión en 2014 (Von der Leyen obtuvo 461 votos a favor, 157 en contra y 89 abstenciones; por su parte, Juncker contó con 423 votos afirmativos, 209 negativos y 67 abstenciones). Atendiendo al cuadro de coordenadas macroeconómicas, la UE declara superado el cabo de las Tormentas de la Gran Recesión que arrancó en 2008. Pero los retos persisten. Continúan siendo enormes. Y alguno no puede esperar.
Combatir la emergencia climática emerge como prioridad estelar, primera, de la Comisión VDL. Por la magnitud de su cuota (la nueva “parte del león”, más del 35%) en el Marco Financiero Plurianual (MFF). Por la Vicepresidencia ejecutiva a la que se encomienda el Green New Deal (Vicepresidente primero, Frans Timmermans). Y por el compromiso expreso: la UE se impone liderar el tránsito hacia una economía neutra en carbono (fijada para 2050) en una “transición justa que no deje a nadie atrás”. Y se propone hacerlo leading by example. En su II Pleno de Estrasburgo de noviembre (25 a 28), el PE adoptó (con voto en contra de la derecha de la Cámara) una resolución histórica en la que se declara el estado de “emergencia climática”: urge a la UE a afrontar una crisis ambiental y global sin precedentes mediante compromisos concretos y acciones vinculantes para sus Estados miembros (EEMM): de aquí a 2030, reducción de hasta un 55% de gases; y economía neutra en carbono fijada para 2050.
Una segunda prioridad: una UE relevante en la globalización. Consciente del potencial diplomático y político de su incomparable esfuerzo en Ayuda Humanitaria y Cooperación al Desarrollo. Y de la oportunidad de construir una Política Europea de Seguridad y Defensa en un mundo en que EEUU se desengancha -en una secuencia irreversible carente de marcha atrás- de su rol tradicional de paraguas protector, recurso último de fuerza, gendarme global en conflictos muy lejos de sus fronteras. Asumir este escenario, haciendo crecer a la UE hasta que se haga mayor, es el trabajo del High Rep Josep Borrell., Alto Representante, Jefe de la Diplomacia europea y Vicepresidente de la Comisión para sus Relaciones Internacionales.
Si hay, en este contexto, un objeto de atención urgente -e inesquivable- en la Política Exterior de la UE, ese es, sin duda, África. Por su escala formidable. Por su proximidad inminente. Por su explosión demográfica: inexorablemente retadora para la mirada europea hacia las migraciones y las demandas de asilo. Por ser un continente inmenso, complejo, en fase muy acelerada de desertización y deforestación, abismado a la extinción de especies emblemáticas, sacudido como ningún otro bloque geopolítico en el planeta por la aceleración del calentamiento climático. Pero sobre todo por ser el vecino inescapable de la península euroasiática en la que se enclava la UE. Se explica que el primer viaje de la Presidenta VDL tenga como destino la sede de la Unión Africana, Addis Abeba, Etiopía: experimento singular de integración panafricana (58 países) que ha bebido buena parte de las enseñanzas comparadas de la construcción europea (habiendo renunciado, sin embargo, a asimilar alguno de los rasgos distintivos de la UE, como el de la garantía jurisdiccional del Derecho supranacional vinculante).
Tercera, y coligada con ésta, la construcción de un verdadero Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia (ELSJ, Título VI TFUE, ámbito competencial de la Comisión LIBE del PE): Rule of Law, Estado de derecho, democracia, libertades; seguridad interior: cooperación judicial basada en la confianza mutua y el reconocimiento mutuo; derecho penal y lucha contra la criminalidad grave transnacional. El compromiso europeo del programa acordado en NN.UU. en los llamados Global Compacts (On Migrations & Asylum) es manifiestamente mejorable. A falta de unidad europea (4 países se negaron a adoptarlo, otros tantos se abstuvieron) el actual e inaceptable cuadro de egoísmos cruzados que torpedean el cumplimiento de objetivos proclamados (que niegan carácter vinculante a la solidaridad preceptiva consagrada en el art. 80 TFUE hace 10 años, cuando entró en vigor el Tratado de Lisboa junto con la Carta de Derechos Fundamentales de la UE) debe ser superado si es que la UE quiere superar aquí el divorcio entre sus palabras y sus realizaciones, entre su discurso y sus hechos.
Sobrevolando todas estas prioridades, gravita la necesidad de restaurar la senda del crecimiento sostenible. Y la de un justo reparto de la riqueza y las oportunidades. Equidad, justicia social, modelo social europeo, y nuevo patrón de crecimiento basado en el conocimiento (I.A.: Inteligencia Artificial, revolucionaria síntesis de robotización y automación compatible con valores europeos, y regulada por ley).
Nada de esto será posible -no digamos creíble- si la UE continúa estancada en sus actualmente raquíticos niveles de Presupuesto y en su financiación confiada a las transferencias de caja desde los EEMM: recursos propios de la UE y Presupuestos al alza (muy por encima del 1% PIB de su ámbito territorial) son la precondición de su relanzamiento, de su ambición y proyecto.
¿Y, cómo desconectar este prontuario de retos, después de todo lo sufrido a lo largo de la crisis y de la Gran Recesión, de la necesidad de compaginarlo con una razonada reforma institucional de la UE que la haga operativa? ¿Que la sacuda y conjure el riesgo de la parálisis y la disfuncionalidad de las unanimidades imposibles, de los consensos quiméricos que sirven de subterfugio a mil reimpresiones distintas de la “geometría variable”, de los “círculos concéntricos de la “Coalition of the Willing”?
Y, a todo esto, España. Con todas las dificultades del enconado cainismo de su Domestic Politics, al albergar en tiempo récord la COP25 en Madrid, con una agenda de vértigo, se ha situado a la vanguardia de la voluntad europea. Locomotora, no remolque. En el timón, no en la carga. En todas las lenguas de la UE: VDL, acción, ahora.
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