La variante ómicron es la enésima variante del coronavirus y no será la última
Conocer la genética de los virus ayuda a entender por qué los científicos y los políticos no se apresuran a tomar medidas sanitarias cada vez que surge una nueva variante.
Israel y Japón cierran sus fronteras, los ministros de Sanidad del G7 celebran una “reunión de emergencia”, la presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, habla de una carrera a contrarreloj... La nueva variante del coronavirus descubierta en Sudáfrica, bautizada como ómicron, ha puesto en alerta a las autoridades del mundo entero.
La particularidad de este virus, puesta de manifiesto desde su primera imagen, es que tiene muchas más mutaciones que la variante delta, que actualmente sigue siendo la dominante. Pero, ¿qué es exactamente una mutación?
¿Cómo y por qué se producen mutaciones? ¿Por qué los virus que han mutado pueden volverse más o menos virulentos que su versión anterior? Conocer la genética de los virus ayuda a entender por qué los científicos y los políticos no se apresuran a tomar medidas sanitarias cada vez que surge una nueva variante.
Lo que hace único a un virus es su código genético, su ADN. De este depende la forma, el tamaño, la virulencia y todas las características del virus. Los investigadores utilizan cinco letras para referirse a los elementos básicos que componen el código genético: A, T, C, G y U.
En función de cómo se combinen estos cinco elementos, forman distintos mensajes, información genética que, una vez traducida, cambia la apariencia del virus. En cierto modo, un virus es como un libro. Cada autor combina las 27 letras del alfabeto a su gusto para crear palabras, frases y una historia única.
El objetivo de un virus es multiplicarse, todo lo demás es colateral. Multiplicarse es la única razón por la que existen. Lo malo para ellos es que no pueden hacerlo por sí mismos. No son capaces de copiar su propio material genético (su ADN) sin la ayuda de un huésped (un ser vivo). Dicho de otro modo: necesitan una editorial para “imprimir” su código genético.
Para lograrlo, el virus se adhiere a las células de los seres vivos con los que se encuentra para infectarlas; es decir, deposita su propio código genético en el interior de estas células. Esto le permite acceder a la capacidad de producción genética de la célula y crear copias de sí mismo. El virus es un libro y las células humanas son sus impresoras.
“Cada copia irá entonces a infectar otras células o a otro huésped”, explica Sandrine Belouzard, investigadora del Centro de Infecciones e Inmunidad de Lille (Francia). Por desgracia, el coronavirus es un bestseller en el mundo entero.
Los virus son organismos que se multiplican millones de veces por minuto, por lo que a veces aparecen errores. Las mutaciones son una especie de errata en el código genético del virus. Hablamos de variante cuando el código genético ha sufrido muchas mutaciones y, por tanto, es distinto del código genético del virus original.
Estas mutaciones no son motivo de preocupación porque en la mayoría de los casos son inofensivas. “Por lo general, no va a mejorar o empeorar el libro, son solo erratas”, explica Emma Hodcroft, investigadora de la Universidad de Basilea especializada en genética de virus. Todo depende de dónde se produzcan. “Hay una posibilidad muy muy pequeña de que cambie una palabra clave que cambie a su vez todo el documento, pero las posibilidades son remotas”.
El código genético está dividido en secuencias llamadas genes, que podríamos equiparar a los capítulos de un libro. Cada secuencia determina una característica del virus. Las mutaciones solo son preocupantes cuando se producen en el capítulo “Contagio” o “Virulencia”.
Estas mutaciones permiten que algunas variantes se impongan a otras, como pasó con la variante delta. En el caso de ómicron, los científicos están elaborando análisis detallados de su genoma (su libro). Mientras tanto, el presidente de la Comisión Europea ha instado a tomarse “muy en serio” esta nueva variante y ha recordado la importancia de la vacunación.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Francia y ha sido traducido del francés por Daniel Templeman Sauco.