Cómo Unidas Podemos quiere reinventarse en estos dos años
El partido espera aprovechar este nuevo tiempo para rearmarse con Belarra en lo orgánico y con Díaz en el Gobierno sin olvidar el fenómeno verde.
Pablo Iglesias ya no tiene coleta. Se la ha cortado. Es el símbolo de un nuevo tiempo, con el omnipresente líder ya fuera de la política. Empieza una segunda etapa en Unidas Podemos, justo cuando se cumplen diez años del 15-M y con la duda de si el partido sobrevivirá sin su gran nombre. Los ‘morados’ planifican estos días su futuro, con el previsible margen de dos años para que acabe la legislatura, y con dos mujeres al frente del proyecto: Yolanda Díaz e Ione Belarra.
Era el elefante del que nadie quería hablar: la sucesión. Y la marcha de Iglesias lo ha precipitado todo, con dos consecuentes relevos en el Gobierno y en el partido. En el Ejecutivo se dejó atado junto a Pedro Sánchez en la figura de Yolanda Díaz, desde hace unas semanas vicepresidenta tercera y máxima autoridad ‘morada’ dentro del Consejo de Ministros. En el partido se resolverá en menos de un mes, con la celebración de la Asamblea Ciudadana que concluirá el 13 de junio con los resultados del nuevo liderazgo y de la futura dirección. Ya ha dado un paso adelante Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales, para hacerse con Podemos desde ese día (a falta de que se presenten más candidatos).
De esta manera habrá una especie de bicefalia. Es decir, Yolanda Díaz no es de Podemos, por lo que no puede hacerse con la Secretaría General, pero está llamada a ser la candidata en las elecciones generales de Unidas Podemos (la lista en que van Podemos, IU y sus confluencias territoriales). La ministra de Trabajo todavía no ha confirmado si se presentará a las primarias, cuando toquen, para ser la ‘número uno’ en esa papeleta. Belarra se queda al margen de esa carrera en principio y será, si gana la Asamblea, la secretaria general. Públicamente ya ha dicho que no se plantea disputar las posteriores primarias y que va a trabajar desde el partido para que la ministra de Trabajo sea la candidata y la “próxima presidenta de España”.
En el partido planifican con un escenario de dos años. Tanto en UP como en la parte socialista del Gobierno descartan adelantar las elecciones generales, teniendo además unos presupuestos aprobados bajo el brazo. Ha sido una primera parte de legislatura durísima, con la pandemia, y ahora el Ejecutivo espera relanzarse, a pesar del batacazo en Madrid, en un nuevo periodo de esperanza y optimismo gracias a las vacunas y a los fondos europeos.
La propia Díaz ha reconocido que ahora empieza otra legislatura. Ella tiene mejor conexión con la parte socialista que Pablo Iglesias, pero es una política igual de dura y de peleona. Lleva tiempo advirtiendo de que es necesario hacer políticas pegadas a la gente y medidas que se noten en la calle, y así evitar que la incertidumbre y el desasosiego hagan que los votantes se pasen al PP y a Vox. Su relación con Sánchez es muy buena, los dos hablan muy bien del otro en privado y no han tenido ningún gran choque. Los dos se han conjurado para aguantar hasta 2023. Además, quieren que sus reuniones sean privadas y no trasciendan públicamente.
Díaz quiere imprimir, según su entorno, en la Vicepresidencia el sello que ha tenido hasta ahora en el Ministerio: muchos trabajo y poco ruido. Eso no significa que sea una impugnación al papel hecho hasta ahora por Iglesias. Su obsesión es la idea de la “política de las cosas pequeñas”, con movimientos como la ley de infancia, subir el SMI o derogar la reforma laboral frente a los grandes titulares a golpe de tuit.
La idea que tiene Belarra precisamente es ayudar a cimentar esa candidatura para las generales de Díaz (la política mejor valorada de UP y tercera ministra con mejor nota para los ciudadanos en el CIS). La ministra de Derechos Sociales es también una negociadora dura con el PSOE, con el que ha chocado a lo largo de estos meses presionando para sacar medidas como el plan antidesahucios o la ley de vivienda. Su idea: ir junto a los socialistas en el Gobierno pero que se vea que las medidas más sociales se consiguen gracias al empuje de los ‘morados’.
El papel de Belarra
En lo orgánico tiene por delante mucha tarea Belarra. Después de estos años de hiperliderazgo de Iglesias, ella representa una línea continuista pero tiene en mente que sea una dirección mucho más coral. Todavía no se ha pronunciado sobre el equipo que llevará a la Asamblea, pero dice que los actuales dirigentes están haciendo un muy buen papel. En el partido se da por hecho que Pablo Echenique seguirá como portavoz en el Congreso, pero el puesto clave a escoger es el de secretario de Organización tras la decisión de Alberto Rodríguez de no repetir.
Uno de los problemas que tiene Unidas Podemos sin resolver es precisamente su estructura territorial. Es un partido que funciona mucho mejor en las elecciones generales que en las autonómicas últimamente. Ese será otro de los puntos que quiera imprimir Belarra: la periferia. Ella viene de Navarra y apuesta por potenciar y dar a conocer el trabajo que está haciendo UP en algunos gobiernos regionales como en la Comunidad Valenciana, La Rioja, Baleares, Canarias y la propia Navarra. Por ello, una de las tareas que se ha marcado en rojo es preparar las municipales y autonómicas de dentro de dos años.
Otra de las carencias orgánicas de las que venía adoleciendo UP y que preocupa especialmente tras el 4M es el factor ecologista. Equo se alineó con Más País en las pasadas generales y los de Errejón han conseguido convertirse en el partido de este sector, esperando protagonizar un fenómeno como el de Los Verdes en Alemania. Por ello, Juan López de Uralde, referente que hizo activismo en Greenpeace y Equo, piensa fundar en las próximas semanas un partido de este corte pero que estará ligado electoralmente a Unidas Podemos. La idea es que esté listo para la próxima Asamblea de junio.
Podemos se rearma, se reinventa, se reconstruye. Tiene dos años por delante. ¿Lo logrará?