Una falacia que la realidad desmonta
"No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente". Así reivindicaba Virginia Woolf su espíritu libre. Tampoco hay barrera, cerradura ni cerrojo que pueda detener el camino hacia la igualdad de género. Y eso a pesar de los obstáculos diarios, de la pasividad de un presidente del Gobierno que prefiere "no meterse en eso" o de los discursos regresivos de quienes, desde su responsabilidad pública, deberían actuar contra la injusticia y no buscarle coartadas para que se perpetúe.
En esta ocasión ha sido la concejala del Partido Popular por Córdoba, María Jesús Botella, quien se ha encargado de retratar a su partido. Sostener que la brecha salarial entre hombres y mujeres obedece a la falta de formación de estas y no a una discriminación estructural es una falacia que choca frontalmente con la realidad. No es discutible, porque los datos son tozudos, que hay más mujeres con estudios superiores en el tramo de edad de 25 a 34 años y que, sin embargo, son muchos más los hombres que acceden al mercado laboral en idénticas condiciones educativas. Lo dice la OCDE en sus informes.
No admite duda que las universitarias, en todos los sectores, cobran menos que sus compañeros. En concreto, 2.900 euros anuales de media, según datos de 2014. Lo dicen las estadísticas del Ministerio de Educación. También el centro de estudios Fedea ofrece argumentos para neutralizar esas tesis. En un informe de 2016 elaborado por José Ignacio Conde-Ruíz e Ignacio Marra se recoge de manera literal que "las mujeres en España tienen más años de educación formal que los hombres. En 2015 aproximadamente el 43% de las mujeres en el mercado de trabajo español habían terminado estudios universitarios frente a un 36% en el caso de los hombres" ¿Le falta formación a las mujeres o conocimiento de la realidad a quienes, como la concejala del PP, se aferran a estas cantinelas para justificar la discriminación?
Dejarse llevar por estos datos conduciría a un desaliento que no es una opción cuando se trata de alcanzar la igualdad. Sin embargo, obviarlos sería esconder cuál es la magnitud de la discriminación. La agencia europea de estadística Eurostat cifra la brecha de género en España en un 14,9%. Ocuparía la posición 25 en el Informe Global de la Brecha de Género del Foro Económico Mundial. Según la Encuesta de Estructura Salarial (ESS) del año 2014, última disponible ya que se elabora cada cuatro años, la brecha salarial entre hombres y mujeres ha aumentado hasta el 30%. En cifras, 25.727 euros frente a 19.744. Para hacerse una idea más gráfica, una mujer debería trabajar 109 días más que un hombre para percibir el mismo sueldo. Sin duda, algo insostenible en un país que se tiene por democrático y que, desde el Estatuto de los Trabajadores de 1980, reconoce el pago de igual salario por el mismo trabajo sin discriminación por razones de sexo.
Este mismo mes se celebra el Día Europeo de la Igualdad Salarial que se estableció, no por casualidad, el día 22. En noviembre de 2008, el Parlamento Europeo señaló esta fecha por coincidir con los 53 días contados desde principios de año que una mujer necesitaba trabajar de más para alcanzar la remuneración de un hombre. Esa era la media europea. En la España de hoy es el doble. El gobierno valenciano no es ajeno a esta tendencia ni está para aplicar la táctica del avestruz como hace el presidente Rajoy. Una pasividad a la que se suma el incomprensible triunfalismo de una ministra de Empleo que presume de una brecha salarial "bajo mínimos" cuando la reforma laboral del PP ha castigado de manera más virulenta a las mujeres con más precariedad y peores salarios.
Ya que la igualdad es una política transversal, la Conselleria de Sanitat Universal i Salut Pública se sumó a las acciones del gobierno del cambio. En su caso firmó al comienzo de la Legislatura su primer Plan de Igualdad que se articula a través de una Comisión integrada por representantes de la Administración y de los sindicatos que vela por el cumplimiento de este acuerdo. Entre las medidas que se incluyen relacionadas de manera directa con la neutralización de la brecha salarial está la revisión y actualización, en un plazo de dos años, de las funciones asignadas a cada categoría profesional con el fin de eliminar los sesgos de género y diferencias de salario. No hay mejor manera de celebrar el Día de la Igualdad Salarial que luchando por ella.
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