Una artista contra los monstruos de la violencia machista
'Detrás del aire hay monstruos' aborda la violencia machista como una expresión máxima y visible del patriarcado.
El comienzo de año está siempre cargado de buenos propósitos y de deseos para los meses que siguen. Después de un 2020 tumultuoso donde todas nuestras previsiones se vieron truncadas por pandemia, confinamientos, crisis social, crisis económica… del 2021 esperamos o bien una vuelta a cierta normalidad o que, al menos, no sea como el 2020.
La agenda cultural para este año que empieza trae grandes proyectos, desde Mona Hatoum en el IVAM de Valencia a Fina Miralles en el MACBA (está ya está en marcha), o Georgia O’Keeffe en el Museo Thyssen-Bornemisza (a partir de abril). La cultura es segura, llevamos meses diciéndolo, y así queremos que siga constando este 2021. Los espacios culturales han visto reducido drásticamente su aforo y, sin embargo, continúan intentando sobrevivir en unos tiempos complejos. Si la cultura ya adolecía de una inestabilidad previa, ahora se ahoga en un contexto de pandemia que ha encontrado un fuerte vacío de apoyo institucional en quien tendría que representar a la cultura en el Gobierno. Aún así, los cines, teatros, salas de exposiciones, galerías de arte, librerías, museos… cuidan que nos pongamos el gel al entrar, vigilan los aforos, aumentan sus horarios de inauguración durante horas, hacen varios pases de visitas guiadas… se inventan lo necesario para que no abandonemos la cultura, para que sigamos siendo parte de ella y no olvidemos que ha sido una cura fundamental durante el confinamiento.
Además, más allá de las grandes ciudades, hay espacios que reivindican también su lugar como contenedores de pensamiento, crítica y arte con un alto nivel de compromiso y profesionalidad. Uno de estos es Mieres, ciudad industrial asturiana de 37.000 habitantes cuyo eje de trabajo para este año comienza con una apuesta clara por las artes plásticas por parte de la concejalía de Cultura, con Juan Ponte al frente. La programación arrancaba el pasado 4 de enero con la exposición Detrás del aire hay monstruos de la artista ovetense Sandra Paula Fernández. La muestra, cuyo título es también un verso de un poema de la escritora Alejandra Pizarnik, recoge una serie de trabajos que buscan concienciar, a través del arte, sobre nuestra responsabilidad a la hora de enfrentarnos a la violencia machista.
Las artes visuales, y especialmente el arte actual y contemporáneo, plantean cuestiones vinculadas a la realidad política y social de todos y todas, intentando proponer, a través de la reflexión estética, nuevas miradas críticas ante nuestra realidad. Detrás del aire hay monstruos aborda la violencia machista como una expresión máxima y visible del patriarcado, a través de distintos trabajos que aluden a temas como el papel de los medios de comunicación de masas y la publicidad como reproductores de los estereotipos de género, o una visibilización de la violencia asociada a la prostitución y la trata.
Según los distintos estudios que se publican desde organizaciones, más del 80% de las mujeres se prostituyen contra su voluntad y, en contraste, 1 de cada 5 hombres reconoce haber recurrido a la prostitución en España. Se denuncian más de 1.000 agresiones y abusos sexuales cada mes: más de 32 denuncias al día.
En esta exposición es fundamental la denuncia del machismo, pero también las distintas técnicas que utiliza Sandra Paula Fernández: borda mensajes en telas que aluden a violencia sexual (como los tuits de la campaña #Cuéntalo) o anuncios de prostitución. En estos últimos el cambio de escala es fundamental para entender la dimensión del mensaje: de los minúsculos mensajes en periódicos a bordados de más de un metro.
En 2015 la directora de cine Mabel Lozano presentaba el documental Chicas nuevas 24 horas denunciando la industria criminal de la prostitución y la trata; ahora, en las obras de Sandra Paula Fernández las frases de estos anuncios, convertidos en grandes bordados, reiteran la violencia que contienen: “muy complaciente”, “preciosa chica estudiante, 19 años”, “10 estudiantes”, “jovencita”, “novedad”. La cosificación extrema de lo que leemos deja sin palabras. En la misma obra (o sea, en el mismo anuncio) se ofrece “habitación con aire acondicionado” y “5 chicas japonesas”. La frialdad de esta violencia, la banalidad del mal de Arendt resumidas en un reclamo para quienes consumen prostitución que, al igual que señalaba la filósofa, no son “pervertidos ni sádicos, sino que fueron, y siguen siendo, terrible y terroríficamente normales”: son los hijos sanos del patriarcado.
La exposición incluye también la respuesta feminista a estas violencias con un vídeo de la manifestación del 8 de marzo donde la artista paseó una de sus piezas, un gran pendón de tela compuesto con 268 frases bordadas a máquina sobre cintas de colores y que recopiló durante las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer. El feminismo como respuesta, el feminismo como perspectiva necesaria para las democracias y el futuro. Una exposición que da comienzo al año cultural en Mieres apostando por el compromiso con la igualdad de género y el arte más actual. Un buen inicio de 2021 que habrá que seguir de cerca.