Un Reino de todo menos Unido: la incertidumbre tras la salida de Truss... y la sombra de 'BoJo'
Expertos analizan el futuro británico con la posibilidad de un candidato "de consenso" de segunda fila o elecciones adelantadas, como pide la oposición al alza. Sin olvidar a Johnson.
Poco más de 1.000 horas en la oficina, ni en un contrato a prueba. Eso es lo que ha durado la última primera ministra de Reino Unido. En la línea cronológica de la historia quedará como una anécdota, pero la marcha de Liz Truss amenaza con reventar más, si cabe, la política británica. La unidad que hace semanas se evidenció en la muerte de Isabel II vuelve a saltar por los aires. La respuesta al ¿y ahora qué? no está clara, porque como verbaliza la investigadora del CIDOB Carmen Colomina, “son más los interrogantes que las respuestas”.
Su frase, pronunciada este jueves, sonaría igual de vigente hace meses y años en un territorio sumido en la inestabilidad política, económica y la sensación de interinidad desde que el Brexit lo reventó todo. Ahora, tras Truss (ese apellido da mucho juego), se abre un horizonte de cierta urgencia. Su partido, el Conservador, quiere nombrar al nuevo primer ministro en un tiempo récord de siete días.
Pero desde la oposición, Laboristas y hasta Liberales exigen elecciones cuanto antes. Especialmente por parte de los laboristas de Keir Starmer, que aparece disparado en las encuestas de intención de voto. “Y eso que no es que haya demostrado gran nivel, pero las circunstancias le favorecen”, apunta Frederic Mertens, coordinador y profesor del grado de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Valencia.
Ante este escenario, cree que los conservadores van a “intentarlo todo” para evitar adelantar elecciones. No les será fácil. Si no hay cambios, en 2023 Reino Unido irá a las urnas, pero la formación está “rota entre varias facciones”, complementa Ernesto Pascual, doctor en relaciones internacionales y profesor de Ciencia Política de la Universaesitat Oberta de Catalunya (UOC).
BoJo ¿al rescate?
Entre las muchas sombras aparece otra vez Boris Johnson. El que fuera predecesor de Liz Truss igual se convierte en su sucesor. Una encuesta de YouGov le sitúa como el favorito entre los diputados tories como figura pese a marcharse hace tres meses dejando al partido hecho trizas. Lo recuerda bien Mertens: “Si él es la figura de consenso es porque no hay otro que quiera quemarse en un momento tan difícil”. “Es un cadáver político, si hoy le pones al frente del Gobierno, estás dándole aún más ventaja a la oposición en las elecciones”, complementa.
Ojo con los cadáveres, advierte raudo Emilio Sáenz-Francés, director del Observatorio Winston Churchill de la Universidad Pontificia Comillas. “A Boris le han enterrado tantas veces como veces ha resucitado. En sí es un personaje fascinante, capaz de ganar hasta ‘muerto’ como se decía de El Cid”, bromea aunque con un toque de seriedad en su reflexión. “Si le encargasen ser el candidato de ‘consenso’, evidenciarían que el colapso del Partido Conservador es aún más duro... Parece impensable, pero hemos visto tantas costas impensables en Reino Unido, que uno ya no descarta nada”, remata con un tono similar.
Mientras se deshoja la margarita de su posible candidatura, Carme Colomina lo ve como “un aspirante con pies de barro, por la herencia envenenada que dejó a Truss y porque sigue investigado por su gestión en Westminster”. “Sus últimos meses alimentaron el desgobierno, no parece esa verdadera figura de unidad”, añade Colomina.
A la caza de un nombre “que no manche”
Entre los Conservadores, tras un debate de urgencia, se ha apostado por una vía rápida: un proceso de una semana y reducida a tres nombres, como ha anunciado el Comité 1922, organizador de todo proceso de primarias en el partido. Para el viernes 28 debería haber ya un nombre de unidad... sin que aún suene un perfil claro.
Lo que gana fuerza, a ojos de los expertos consultados, es una figura de unidad representada en un hombre (o mujer) de partido, de segunda fila. “Un personaje que no sea conflictivo, que no manche más al partido, elegido en esa smoking room de barones... parece sensato pensar que ningún peso pesado se quiera quemar en este momento”, expone el profesor Ernesto Pascual.
“Hemos llegado a una fase en la que nadie tiene claro que dirigir el país hoy sea algo ventajoso”, apunta Sáenz-Francés. “En esta crisis del partido gobernante, dudo que algún gran nombre opte a liderar, es probable que muchos de los grandes nombres prefieran mantener un perfil bajo de aquí a las generales de 2023″. Pero insiste, en esas tierras impossible is nothing.
Tras los pasos del fracaso de Truss
Entre anuncios, correcciones y disculpas, este mes y medio ha enterrado políticamente a la que hace mes y medio fue elegida por los militantes conservadores (no así por los diputados, que apostaron por Rishi Sunak). Nadie duda de que el cargo le ha venido grande entre las voces consultadas por El HuffPost. “Un intento de dama de hierro moderna, a lo Margaret Thatcher, que ha quedado en algo muy blandito, al demostrar que no era creíble”, resume con cierto humor Frederic Mertens.
Más en detalle, profundiza en que “los tories se han dado cuenta de que perdían credibilidad con ella al frente, porque cuando un político cambia de postura 180º tan rápido es que no tiene una clara línea política y esto es especialmente sangrante en un país que está sufriendo las consecuencias del Brexit y las de la invasión de Ucrania”.
Para Carme Colomina su fracaso es una mezcla de “haber mostrado que no estaba preparada para este cargo y un exceso de atrevimiento por algunas propuestas en lo económico, que encima han dejado en buen lugar a su rival Sunak, que advirtió de que pasaría lo que ha pasado”.
El papel de la oposición
Una norma básica, de la política y de la vida, es que lo que funciona no se toca. A ella se agarra el profesor Pascual, de la UOC. “A los laboristas no les interesa entrar en el cuerpo a cuerpo, no deben mostrar ansia ni crispar más la situación. Están en un momento álgido en las encuestas sin haber propuesto realmente nada, así que lo mejor es mantener el tono moderado y aprovecharse de la crisis del rival”.
Sin entrar en grandes polémicas, el líder laborista Keir Starmer busca atacar la legitimidad conservadora para buscar otra vez, un nuevo relevo. “El defiende que ya no tienen mandato para elegir un nuevo líder, y eso es algo que se oye en la calle”, reconoce la investigadora del CIDOB. Son muchos los que dudan de las garantías da otro proceso como el de Truss, elegida por unos pocos votos y después de varios personajes así en los últimos tiempos”.