Así fueron las últimas 160 horas de Boris Johnson como primer ministro
“Quiero que sepáis lo triste que estoy por dejar el mejor trabajo del mundo, pero así son las cosas”.
Tras meses de escándalos y controversias, Boris Johnson ha anunciado su dimisión como primer ministro. Aunque el final tardó en llegar, cuando llegó, fue muy rápido.
Hace apenas una semana, el puesto del primer ministro parecía relativamente seguro.
Sin embargo, la dimisión de su vicejefe de filas desencadenó una serie de acontecimientos que le han llevado a abandonar lo que él mismo describió como “el mejor trabajo del mundo”.
Así fueron las últimas 160 horas de Boris Johnson como primer ministro.
Alrededor de las 20:00 horas del pasado jueves, Chris Pincher anunció que dimitía de su cargo de vicejefe de filas tras admitir que había avergonzado a otros y a sí mismo tras haber “bebido demasiado”.
El diputado de Tamworth ha sido acusado de manosear a dos hombres en el Carlton Club, un bar conservador de Londres.
En un primer momento, fuentes de Downing Street dijeron que había “hecho lo correcto” al dimitir, pero que no perdería su látigo (sus funciones de asegurar la disciplina del partido).
Tras la creciente presión tanto de los diputados tories como de los partidos de la oposición, Downing Street cedió a lo inevitable y retiró el látigo a Pincher a las 17:00 horas del pasado viernes.
Un portavoz del número 10 de Downing Street confirmó que la afiliación de Pincher al partido quedaba suspendida a la espera de una investigación sobre su comportamiento por parte del Sistema Independiente de Quejas y Reclamaciones del Parlamento.
Pero el acontecimiento más significativo del día tuvo lugar esa misma mañana cuando un portavoz del primer ministro dijo a los periodistas que Johnson no había tenido constancia de ninguna “acusación específica” contra Pincher antes de nombrarlo vicejefe de filas en febrero.
“No había fundamento para detener el nombramiento ante la ausencia de cualquier queja formal”, dijo.
En los periódicos del domingo, aparecieron informes de que el primer ministro ya conocía la reputación de Pincher antes de designarle para su cargo disciplinario e incluso había dicho sobre él: “Pincher (Pellizcador) de nombre y pellizcador de naturaleza”.
Durante una incómoda ronda de entrevistas emitidas el domingo, la secretaria de Trabajo y Pensiones, Therese Coffey, defendió la versión de que el primer ministro no sabía nada de esas “acusaciones específicas”.
Una fuente del número 10 de Downing Street se limitó a decir: “La corrección y la ética no supusieron ningún obstáculo para el nombramiento de Pincher”, y aseguró que habían realizado comprobaciones previas de antecedentes antes de entregarle el látigo del partido.
Después de que el ministro de Educación, Will Quince, sufriera una intensa ronda de entrevistas en televisión y radio el lunes, en las que se esforzó por responder a las preguntas sobre lo que sabía el primer ministro, la versión de Downing Street cambió.
El portavoz del primer ministro afirmó que su jefe estaba al tanto de “los informes y las especulaciones” sobre el comportamiento de Chris Pincher antes de nombrarlo para su cargo.
Los críticos de Johnson olieron la sangre.
El martes por la mañana, todo empezó a girar en contra del primer ministro.
Lord McDonald, antiguo subsecretario permanente del Ministerio de Asuntos Exteriores, publicó una carta en la que revelaba que en 2019 se había presentado una queja contra Pincher. Es más: Johnson fue informado personalmente por un alto funcionario del Gabinete.
Esto significaba que la versión de Downing Street había sido errónea, y los diputados tories comenzaron a presentar cartas de no confianza contra el primer ministro.
Las cosas pintaban cada vez más grises para el primer ministro.
Sorprendentemente, el martes por la mañana, el Gobierno admitió que el recuerdo de Lord McDonald era correcto, pero que Johnson ya no recordaba el incidente cuando entregó a Pincher el látigo del partido.
Los diputados tories se rebelaron abiertamente y aumentaron las peticiones de dimisión del primer ministro.
En un intento desesperado por salvar su cargo, Johnson grabó una entrevista el martes por la noche en la que se disculpaba por su gestión del asunto Pincher y expresaba su arrepentimiento por haberle nombrado para el cargo disciplinario.
En cuestión de minutos, tanto Rishi Sunak como Sajid Javid habían dimitido de su Gabinete.
Aunque consiguió estabilizar el barco esa noche, estaba claro que su cargo estaba ya en el tiempo de descuento.
A lo largo del miércoles, decenas de diputados tories dimitieron de su cargo de ministros y asistentes ministeriales en un intento de forzar a Johnson a dimitir.
Tras soportar una pesadilla ante el Comité de Enlace, el primer ministro volvió al número 10 de Downing Street para enfrentarse a un grupo de ministros del Gabinete que le instaban a dimitir.
Sorprendentemente, prometió seguir aferrándose al cargo y tomó represalias despidiendo a Michael Gove.
Tras nuevas dimisiones ministeriales el jueves por la mañana, entre ellas la del secretario para Irlanda del Norte, Brandon Lewis, Johnson se da cuenta de que no tiene otra opción que dimitir. Finalmente se anuncia que dimitirá, pero que permanecerá en su puesto hasta que se elija un nuevo líder tory.
A las 12:30, el primer ministro se dirige a la nación desde enfrente del número 10 de Downing Street y dice:
“Quiero que sepáis lo triste que estoy por dejar el mejor trabajo del mundo, pero así son las cosas”.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.