Ucrania somos todos a pesar de los trampantojos

Ucrania somos todos a pesar de los trampantojos

Este sí que es un dato. No hay paz en Europa sin estados libres y democráticos.

El presidente estadounidense, Joe Biden, y el mandatario ruso, Vladimir Putin.MANDEL NGAN via SPUTNIK/AFP via Getty Images

Después de muchos titubeos y zigzagueos desde el rotundo NO en la oposición, o tempora o mores, Felipe González decidió apostar por el Sí a la OTAN. El 31 de enero de 1986 convocó un referéndum, que se celebró tres meses después, el 12 de marzo. Prácticamente solo contra todos ganó con el 56,85% que dijo sí frente al 43,15% que votó no.

Manuel Fraga, jefe de Alianza Popular, placenta del PP, no tuvo esta vez su pregonado ‘sentido de Estado’, y mandó abstenerse. Creyó que el presidente socialista iba a perder la consulta y que, en consecuencia, tendría que dimitir. Pero como en tantas ocasiones en que se confunden los deseos con la realidad, consiguió lo contrario: consiguió elevar a Felipe González a la condición de gran estadista europeo, que ayudó a sus socios en uno de los momentos más difíciles para Europa.

Estaba en su apogeo la crisis de los misiles desatada porque la URSS decidió romper el ‘statu quo’ e instalar nuevos misiles de crucero en el ‘teatro europeo’, los SS-20, que ponían a su alcance cualquier ciudad hasta Reino Unido y más allá. La OTAN contestó sin fisuras y con una respuesta contundente: cuatro años de plazo para negociar con Breznev su retirada, y si fracasaba esta fase de diplomacia, instalar 108 misiles Persing II en la RFA y 468 BGM-109G en Reino Unido, Italia, Bélgica y Holanda. Con este nuevo armamento la OTAN tendría a Moscú dentro de su alcance nuclear. Esto crispa a la Plaza Roja que utiliza la ley del embudo.

Manifestaciones con cientos de miles de pacifistas desorientados y fieles creyentes en los Reyes Magos salieron a las calles europeas para protestar

Inmediatamente, Moscú activa su ‘Movimiento por la Paz’ creado nada más terminar la II Guerra Mundial, en 1946, y generosamente financiado por la URSS para lograr un ‘apoyo social’ en Occidente. (Hoy, esto lo desarrollan a través de la desinformación y los bulos en las redes sociales) Así, manifestaciones con cientos de miles de pacifistas desorientados y fieles creyentes en los Reyes Magos salieron a las calles europeas para protestar, qué gran paradoja, contra los que se defendían y plantaban cara a la amenaza.

El dirigente comunista español, finalmente desencantado, Manuel Azcárate, lo cuenta en sus memorias Derrotas y esperanzas: “A finales de los años cuarenta la Unión Soviética había logrado crear en casi todo el mundo un ‘movimiento de partidarios de la paz’, controlado por los comunistas en todos los escalones, pero en el cual estaban inscritas personas de todas las ideologías, y sobre todo intelectuales de gran prestigio”. “El lema de la paz debía servir para agrupar a grandes masas y contrapesar así la influencia que los norteamericanos alcanzan al presentarse como campeones de la libertad”.

Pero ya en 1981 algunos socialistas defienden en público, y con ‘novedosos’ argumentos la Alianza Atlántica. En un pleno de la Junta de Canarias celebrado el 28 de septiembre el portavoz del PSOE sorprendió a los consejeros, en especial a los del PCE y sus evoluciones y buenismos adheridos al mantener que la OTAN fue la respuesta lógica de la respuesta solidaria de los aliados del mundo occidental al expansionismo soviético con ruido de blindados en el este de Europa.

Putin empieza poco a poco una triple estrategia: crear una red de oligarcas a su servicio, enriquecidos, o enriqueciéndose con la piñata privatizadora; perpetuarse en el Kremlin, y recuperar la Gran Madre Rusia

Tras el derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el presidente Vladimir Putin empieza poco a poco una triple estrategia: crear una red de oligarcas a su servicio, enriquecidos, o enriqueciéndose con la piñata privatizadora; perpetuarse en el Kremlin, y recuperar la Gran Madre Rusia en todo su poder. En este endiosado plan, renovar el cinturón de países con soberanía limitada a lo largo de sus fronteras, desde el Mar Negro al Báltico, se convirtió en una prioridad no solo estratégica sino táctica. Vista con perspectiva la evolución de los acontecimientos, es fácil observar como toda esa línea está llena de puntos rojos. Putin ‘avisa’ a todas las naciones de cuáles son sus límites políticos.

Al subir el tono agresivo, por ejemplo, mediante incidentes aéreos o navales provocados en espacios aéreos o marítimos ajenos, esos países piden protección a la OTAN, en principio como disuasión. Las tres repúblicas bálticas son continuamente acosadas, y España es uno de los aliados con presencia militar en ellas; las maniobras NATO en el Mar Negro, en la que también participan buques españoles, asimismo son frecuentes. Se trata de un escalón en la disuasión. Es decir, es una forma de tratar de evitar que estalle un conflicto bélico.

Claro que, como es habitual, una parte de la izquierda, esa que aunque lo disimule no deja de ser antisistema y nostálgica de un fracaso sin paliativos, esa a la que Alfonso Guerra llama ‘la izquierda boba’, nunca ha aceptado la realidad que le contradice. Regis Debray, uno de los líderes de Mayo del 68, lo explicaba con claridad en 1985 en la revista Tiempo: “La izquierda idealista pocas veces ha tenido en cuenta la guerra. Lo mismo ha hecho la izquierda marxista. (…) Esa izquierda no pensó en la guerra porque no pensó en la nación ni en los intereses nacionales”.

Por eso se equivocan, o engañan a sabiendas, los que reducen el problema a una estrategia de Washington ignorando la historia

Sobre la disuasión hay mucho escrito. Si vis pacem, para bellum. Si quieres la paz prepárate para la guerra. Con respecto al caso concreto que preocupa al mundo estos días, una frase de Bismarck, citada por Kissinger en Orden Mundial, lo refleja muy bien: “Vivimos una época maravillosa, en la que el fuerte es débil por causa de sus escrúpulos, y el débil se hace fuerte por causa de su audacia”. Según el doctor Stangelove, en ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1963): “La disuasión es el arte de producir en el enemigo el miedo a atacar”.

En esas estamos. Pero hay que partir de un dato imprescindible: los países del Este, escapados del ’campo de concentración que era el Pacto de Varsovia entraron como perseguidos por el diablo, eso era, además, en la OTAN por propia voluntad, dejando claro por qué lo hacían: para que sobre todo EE.UU. los protegiera, y que una OTAN, fuerte, sólida y sin grietas disuadiera a Rusia de sus planes colonialistas de reconstrucción de su imperio.

Por eso se equivocan, o engañan a sabiendas, los que reducen el problema a una estrategia de Washington ignorando la historia. En 2017 el ex presidente estonio Hendrik recordaba lo evidente: “Rusia desea mucho debilitar a nuestras democracias promoviendo la discordia y el separatismo”.

La reacción de Pablo M. Iglesias y en general de la dirigencia de Podemos responde  a los viejos y equivocados esquemas. El envío de soldados, y de buques y aviones, a los aliados que se sienten amenazados y han pedido ayuda, desde el Báltico a Ucrania, no es un paso hacia la guerra. No tiene nada que ver, y es una gran indecencia siquiera el plantearlo, con el no a la guerra de Irak. Lo plantee Iglesias con su habitual cinismo o Pablo Casado con su lavadora de culpa sucia. Se trata de lo contrario. Justo de lo contrario de intentar evitarla por todos los medios. En 2014 las tropas rusas invadieron y conquistaron Crimea.

Este sí que es un dato. No hay paz en Europa sin estados libres y democráticos

Esta izquierda española, vuelve a equivocarse como se equivocaron en su día los que votaron contra el ingreso en la OTAN. Aunque a Iglesias le suene a engaño lo que decía Manfred Woerner, entonces secretario general, ex ministro alemán de Defensa, a un grupo de periodistas españoles el 23 de junio de 1989 en el Cuartel General de Mons: “La Alianza es el movimiento de paz más fuerte de la historia”.

Este sí que es un dato. No hay paz en Europa sin estados libres y democráticos. El nuevo populismo español, que respalda la destrucción de la España nacida en la Transición, saltimbanquis del vacío, apoya de facto a los agresores y desprecia a los agredidos. Y el que se pica es porque ajos come. Actúa un principio necesitado de estudio, no solo académico sino también de diván de psicoanalista: la transferencia ideológica y militante desde el comunismo de la URSS al putinismo del Kremlin.

No. Igual que la gran equivocación de Podemos fue creer, como denunció más o menos Carolina Bescansa, que toda España era separatista, ahora persisten en el error al creer que todos los españoles quieren dejar tirados a los ucranios, los estonios, letonios, lituanos, polacos, rumanos, búlgaros…amputándoles o requisándoles el derecho a ser libres y vivir como les de la gana.

Lo que me extraña es la pérdida del sentido crítico en la universidad: en el fondo los profesores que defienden todo ‘aquello’ están a un paso de ser terraplanistas, porque ya se han incorporado al ejército de negacionistas y necios de capirote.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.