Ucrania ataca a Rusia en su propio terreno: las claves del vuelco en la dinámica de la guerra
Drones contra bases rusas en la retaguardia y con daños menores evidencian un nuevo poder de pegada que nadie sabe hasta dónde llegará. ¿Un punto de inflexión?
Las cosas están cambiando en la guerra de Ucrania. Por primera vez, el país invadido ha golpeado a su invasor, Rusia, en suelo propio. El medio, drones. La diana, bases en la retaguardia rusa. Si se mantienen este tipo de ataques, si se consolida la capacidad ucraniana de atacar en territorio enemigo, se puede hablar de vuelco en la contienda, iniciada el pasado 24 de febrero.
¿Por qué es tan importante este paso a la ofensiva? ¿Cómo se la logrado? ¿Con qué medios, con qué apoyos?
Los daños más importantes se han registrado en un aeródromo situado en la región de Kursk, que tiene frontera con Ucrania y donde rige desde hace meses un “alto nivel de amenaza terrorista”, según Rusia. El golpe se produjo el martes. Otros dos drones alcanzaron durante la madrugada depósitos de combustible situados a escasos metros de una fábrica en la región de Briansk, también vecina de Ucrania. Estaban vacíos y no hubo más daños.
Drones enemigos, operados desde Ucrania, según el diario The New York Times, atacaron antes, el lunes, dos aeródromos en las regiones de Sarátov y Riazan, donde murieron tres militares y otros cuatro resultaron heridos. Según los expertos, estos ataques, que incluirían en algunos casos la incursión de grupos de sabotaje ucranianos en territorio ruso, fueron los más atrevidos y los más profundos en territorio ruso perpetrados por el Ejército ucraniano desde el inicio de los combates en febrero.
De hecho, la información añade que para poder llevar a cabo esta operación ha tenido que ser necesario el apoyo de agentes o soldados en el terreno, lo que quiere decir que Ucrania tiene una red de apoyo o de informadores o que, incluso, logró introducir a personal de élite en el país vecino, lo que supondría un punto de inflexión en la contienda.
Los expertos en armas citados por la CNN o la BBC sostienen que es muy probable que los drones utilizados hayan sido el Tupolev TU-141 Strizh, un dron de vigilancia desarrollado por la Unión Soviética en la década de 1970 y reutilizado por los ucranianos, que posiblemente llevaría un explosivo.
Dichos y hechos
Tanto el Ministerio de Defensa ruso como el Kremlin han acusado a Kiev de lanzar “ataques terroristas” contra objetivos militares en su territorio. Y también han respondido, sí, con otra oleada de ataques con misiles contra la infraestructura energética de Ucrania. Aunque las defensas aéreas están reduciendo el menguante suministro ruso de munición de precisión, el pequeño porcentaje de ataques rusos que logran atravesar las defensas está teniendo efectos significativos en las infraestructuras críticas ucranianas, sobre todo en Kiev, Odesa, Vinitsia y Zaporiyia, hasta el punto de que China le ha pedido a su amigo Vladimir Putin que baje un poco su respuesta, tal es su dureza, en pleno invierno.
Ucrania muestra su capacidad para atacar zonas en la retaguardia rusa y posiblemente interrumpir la campaña de ataques contra sus infraestructuras y eso escuece. Los ataques suponen una violación extraordinaria de las suposiciones de Rusia de que puede proteger su interior, desde cuyos puertos seguros ha lanzado bombardeos estratégicos que han causado matanzas por toda Ucrania, con relativa impunidad.
Hablamos de recintos de peso. Engels, la base de Sarátov, es la principal de operaciones de la aviación de largo alcance en el oeste de Rusia y alberga más de 30 bombarderos pesados. Estos aviones contribuyen a la disuasión nuclear y también se han utilizado con frecuencia para lanzar misiles de crucero convencionales contra Ucrania. El Ministerio de Defensa ruso afirma que los drones ucranianos que llevaron a cabo los ataques fueron derribados por las defensas aéreas
Ucrania no se ha responsabilizado directamente de los que serían los ataques más profundos en territorio ruso desde que Moscú invadió Ucrania. Sin embargo, su fuerza aérea tuiteó: ”¿Qué ha pasado?”.
El asesor del presidente de Ucrania, Mijailo Podoliak, tuiteó también: “Si se lanza algo al espacio aéreo de otros países, tarde o temprano los objetos voladores desconocidos volverán al punto de partida”. Las agencias de noticias estatales rusas agravaron la humillación al añadir este lunes que los dos primeros aeródromos en cuestión habían sido fotografiados por una empresa comercial estadounidense de imágenes satelitales durante el fin de semana. Tampoco hacía falta algo muy sofisticado.
El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés) dice en su último informe publicado desde Washington: “La ira por la incapacidad de impedir los ataques ucranianos contra bases aéreas estratégicas a cientos de kilómetros de las posiciones ucranianas y profundamente en territorio ruso superó a los elogios por la última ronda de ataques contra Ucrania entre la comunidad de blogueros militares rusos”. Se abre la puerta a ataques a Crimea, la península anexionada ilegalmente por Rusia en 2014, y donde Kiev ha dicho que quiere lanzar su próxima ofensiva, pero se desconoce cuál es la capacidad final de profundidad que tienen los invadidos. ¿Pueden llegar a Moscú, incluso?
La postura aliada
Por ahora, Estados Unidos ha negado que haya tenido que ver en esta andanada ucraniana, “ni alentado ni permitido”. No le ha dado apoyo, dice la Secretaría de Estado. Y más aún: la Secretaría de Defensa ha avisado a Ucrania de que no debe atacar más allá de sus fronteras”. Eso sí, Washington no ha condenado lo ocurrido.
Hasta ahora, los aliados occidentales, con EEUU, el Reino Unido y la Unión Europea a la cabeza, han destinado miles de millones de euros a Ucrania, que gracias a la ayuda militar está resistiendo a la invasión rusa e incluso ha logrado alterar los planes de Moscú. Desde el inicio de la guerra, el 24 de febrero pasado, los aliados se han comprometido a destinar a Ucrania unos 89.440 millones de euros en ayuda militar, financiera y humanitaria, de los que 39.000 millones corresponden a asistencia castrense, según datos de octubre del rastreador del Instituto Kiel, en Alemania. Washington es de lejos el principal donante individual, seguido del Reino Unido y Polonia.
El estadounidense Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, en inglés) indica que desde marzo la ayuda de EEUU a Ucrania ha ascendido a unos 68.000 millones de dólares (en torno a 65.400 millones de euros), y que podría aumentar a 105.000 millones (101.800 millones de euros) si el Congreso aprueba una nueva partida propuesta por la Administración de Joe Biden para lo que queda del año fiscal 2023.
Gran parte de Europa Occidental, y también Washington y la OTAN, sigue firme a la hora de negarle a Kiev misiles de mayor alcance, como los ATACMS, que puede alcanzar hasta 300 kilómetros y podría usarse para alcanzar objetivos más profundos, con un poder destructor mucho mayor que un dron. Tanques o aviones de combate tampoco están en la lista, por más que los pida Zelenski.
La Administración Biden y la OTAN no quieren entrar en una guerra directacon Rusia. Moscú también ha tenido cuidado de no atacar los depósitos de la OTAN cerca de Ucrania, los que están suministrando a los ucranianos equipo militar sofisticado, armas y municiones.
La preocupación es que Rusia puede optar por intensificar la guerra si siente que su control sobre Crimea, especialmente, se está derrumbando, dada la importancia para la seguridad nacional rusa que tiene su base naval en la zona, de siglos de antigüedad, clave en el Mar Negro. Funcionarios estadounidenses han advertido a Moscú sobre las consecuencias de una gran escalada que podría incluir el uso de armas nucleares tácticas, sostiene el New York Times.