Tuve que elegir entre saltarme las restricciones y romper con mi pareja. La decisión estaba clara
El 22% de los británicos con pareja y el 20% de los solteros admiten que se han saltado las restricciones del Gobierno para pasar tiempo con su pareja o tener citas.
El verano pasado, casi sin proponérmelo, tuve una cita con un chico de la universidad. Aunque no lo conocía muy bien, lo poco que habíamos hablado en clase me hacía pensar que era una persona decente. Después de una mala experiencia el año anterior, me había abstenido por completo de toda experiencia amorosa. Quizás fue por curiosidad o porque estaba cansada de aislarme, les di la espalda a mis miedos y acepté su proposición.
Tras el confinamiento de primavera, esta nueva relación me ofrecía una vuelta a la normalidad. Me gustaba pasar el tiempo con él y nos seguimos conociendo durante el verano.
En nuestra primera cita, aunque estaba permitido el contacto, mantuvimos la distancia de seguridad. A mi padre le estaban haciendo unas pruebas en el hospital por unos problemas de salud y, hasta que no salieran todas bien, no quería poner en peligro su vida.
Aunque ese primer día fue extraño por la distancia que tuvimos que mantener, fue la mejor cita que había tenido en mucho tiempo. Pasar la tarde en el parque bebiendo cerveza me parecía una forma perfecta de reincorporarme a la vida social. Nos despedimos con un choque de codos y noté que me hacía ilusión la perspectiva de volver a verle.
A lo largo de los siguientes meses, tuvimos otras seis citas. La normativa vigente nos permitía formar una burbuja y pasar el tiempo juntos sin tener que guardar distancias. Una vez más, la vida volvía a parecer normal y me lo estaba pasando bien conociendo a un chico nuevo. El único problema era la distancia a la que vivíamos. Aunque no estábamos muy lejos en kilómetros, tardábamos hora y media en coche o dos horas en metro en reunirnos.
A medida que pasaban los meses, el coronavirus volvió a asomarse a nuestras vidas. Los casos volvieron a aumentar en el Reino Unido y, cuando nos confinaron otra vez en noviembre, nos quedó claro que no íbamos a poder vernos si no rompíamos las reglas. No se podía viajar con el confinamiento perimetral y quedar al aire libre era cada vez más complicado con la llegada del invierno.
Mucha gente trataba de retorcer las normas a su gusto y yo también podría haberlo hecho, pero tenía muy claro que, si lo hacía, me estaba arriesgando a sufrir el coronavirus o expandirlo aún más. Así pues, por un lado tenía la perspectiva de una nueva relación y, por otro, las vidas de los demás.
Aunque la decisión estaba clara, no fue sencilla de tomar. Tras unas conversaciones obligadas e incómodas, le dije que no iba a romper las normas para quedar con nadie.
Él lo entendió, no me hizo sentir mal en ningún momento y no me presionó para que cambiara de parecer. Yo misma era consciente de la suerte que tenía de haber encontrado a una persona tan poco tóxica, pero eso solo hizo que fuera más duro dejarle ir.
El hecho de romper sin desearlo nos obligó a mantener unas conversaciones que no habrían surgido tan pronto en circunstancias normales. Preguntas como ”¿somos una pareja abierta?” o ”¿hacia dónde va nuestra relación?” surgieron enseguida. Sabía que podríamos volver a vernos en cuanto levantaran las restricciones, pero no podía obligarle a esperarme.
Sé que tomé la decisión correcta, pero me resultó muy duro ver a los míos saltarse las normas a placer: citas con distintas parejas, quedadas multitudinarias en lugares cerrados, violación del confinamiento perimetral... A veces me metía en las redes sociales y me sentía culpable por ser la única tonta que cumplía las normas.
Las estadísticas demuestran que las personas que han roto las normas en el Reino Unido por motivos sexuales o amorosos se cuentan por millones. Según un estudio, el 22% de los británicos con pareja y el 20% de los solteros admiten que se han saltado las restricciones del Gobierno para pasar tiempo con su pareja o tener citas. Y el porcentaje se dispara entre los jóvenes de entre 18 y 34 años.
Para quienes queremos empezar una familia o casarnos, el coronavirus ha sido una fuente continua de frustraciones. Entre los confinamientos y la pandemia, que se está alargando mucho más de lo que imaginábamos, parece que el reloj corre en nuestra contra.
Personalmente, he conseguido reconciliarme conmigo misma y aceptar los acontecimientos. Ceñirme a las normas interrumpió una potencial relación seria, pero no me arrepiento de mi decisión.
Este post fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.