Turull le pone el freno al procés
Tras el rechazo de la CUP, el candidato de JxCAT presenta un plan de gobierno autonomista marcado por su declaración ante el Supremo de este viernes.
Se acabó la épica en el Parlament. Ya pasó la etapa de las metáforas marineras, las declaraciones grandilocuentes y los desafíos rupturistas. El candidato de JxCAT, Jordi Turull, se ha encargado este jueves de rebajar cualquier expectativa del independentismo con un discurso plano y moderado, marcado en todo momento por la declaración que debe hacer este viernes ante el Tribunal Supremo, desde donde el juez podría enviarlo a prisión.
Ni siquiera han sonado las palabras "independencia", "Estado propio" o "república" en un discurso de una hora que no ha entusiasmado ni a su bancada. Ni rastro tampoco del "Consell de la República" de Puigdemont en Bruselas.
Acostumbrados a los repentinos giros de guión, nadie podía predecir qué iba a pasar este jueves en la cámara catalana. A falta de media hora para el pleno de investidura, sin embargo, la CUP ha anunciado que iba a mantener su abstención y no permitiría investir a Turull en primera vuelta. Las caras de los diputados independentistas en los pasillos anticipaban un pleno cargado de resignación. Un trámite que no interesaba a prácticamente ningún grupo parlamentario.
Turull ha aparecido totalmente alicaído, como el que va a cumplir una formalidad. A pesar de ser un parlamentario bregado en numerosos debates, el diputado recordaba más a un alumno castigado a leer los deberes en público que no a un candidato a presidir la Generalitat. Turull ha leído casi todo el discurso sin levantar la vista de la hoja y no se ha esforzado en seducir a nadie.
"Quiero mandar un mensaje de paz, diálogo, fraternidad y esperanza", ha arrancado Turull. El candidato ha desplegado entonces un plan de gobierno totalmente autonomista, cargado de lugares comunes -"construir un país mejor, de futuro, pensado para los ciudadanos"- y de propuestas inconcretas que nada tiene que ver con el acuerdo de investidura negociado por ERC y JxCAT durante estos meses.
La CUP anuncia que pasa a la oposición
Se extiende en el independentismo cierta sensación de agotamiento, tanto entre la sociedad civil como entre su clase política. Más allá de recuperar el autogobierno y "seguir implantando la república", nadie sabe cuál es el plan. Incluso Carles Riera (CUP) ha disparado a ERC y JxCAT en este sentido. "Ya hemos hecho suficientes hojas de ruta sobre el papel", ha espetado. Riera ha ido más allá e incluso ha anunciado que la CUP dejará de ser la muleta del independentismo en el Parlament. "Damos por acabado el procés y con él sus alianzas", ha asegurado. "Pasamos a la oposición".
El encargado de luchar contra la desgana secesionista ha sido Sergi Sabrià (ERC), que se ha encargado de lanzar los mensajes más duros contra el Gobierno central durante el pleno. "Estamos en estado de excepción", ha señalado el portavoz de ERC. "Hemos retrocedido a la antesala de la democracia". Sabrià ha basado su discurso en una feroz crítica a Rajoy y al Poder Judicial, aunque ha matizado al final que el independentismo necesita "más consistencia" y una mayoría "más sólida y transversal".
Toda la oposición ha cargado contra JxCAT y ERC por haber convocado el pleno urgentemente tras la citación del juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, a seis cargos independentistas para este viernes. "Ustedes adaptan la política a la situación judicial que ustedes mismos han creado", ha afirmado la líder de la oposición, Inés Arrimadas, que ha sido muy dura con Turull. "Ni siquiera está aquí para ser president", ha remachado.
Iceta ha señalado a Turull lo que él consideraba una "contradicción" entre su discurso "autonomista" y la búsqueda del apoyo de la CUP. "No es posible la república sin la desobediencia", ha afirmado el socialista, antes de tender la mano para explorar una "mayoría más transversal".
Desde las elecciones del 21 de diciembre, el Parlament ha sido escenario ya de dos plenos de investidura infructuosos. Por mucho que al final se consiga hacer a Turull president en segunda vuelta, el independentismo encara una situación de extrema fragilidad. El anuncio de la CUP aboca al futuro Govern a una legislatura llena de obstáculos parlamentarios, a los que se deberá sumar el frente judicial. La única alternativa, ahora que ha empezado a correr el reloj, es afrontar unas nuevas elecciones que caerían a mediados de julio.