Macabro, controvertido y demandado: por qué el 'turismo negro' es cada día más popular
Destinos como Auschwitz, Chernóbil o más recientemente Wuhan se abren a curiosos que quieren vivir "la experiencia". Varios expertos aclaran qué hay detrás.
Selfis posando frente a la entrada de Auschwitz, stories en directo a los pies de Cumbre Vieja mientras la lava destrozaba pueblos, tiktoks desde Chernóbil... La tendencia de adentrarse, y especialmente de que te vean, en lugares macabros va a más. Tanto, que tiene nombre concreto: ‘turismo negro’, un modelo de viaje y vacaciones que no deja de crecer, por encima de la lógica y de lo que muchos calificarían como ‘moralmente aceptable’.
La web Passport Photo Online ha publicado un estudio con la opinión de cerca de un millar de turistas, que revela que un 82% de todos ellos había visitado alguna vez un destino de los también llamados “oscuros”. Y del escaso grupo restante, la mayoría tiene intención de hacerlo en un futuro. La idea de ‘aprender’ o la de ‘rendir homenaje’ son las excusas preferidas para un estilo de turismo que también bebe de la televisión y las redes sociales. El éxito de la serie Chernobyl, de HBO, es una muestra de ello.
“Se está poniendo de moda, pero no es nada nuevo”, advierte la profesora María Sánchez de Mora, de la Universidad Europea de Valencia, que cita estudios y autores hablando del dark tourism desde hace una década. Encargada de la asignatura de Creación y gestión de agencias de viajes, la docente lleva años trabajando este mercado, basado en un público joven, “entre los 20 y los 30 años, gente que tiene muy claro qué quiere ver y que ha hecho investigaciones previas; nada que ver con ese modelo de viajes en el que te dan todo hecho”, añade.
El reciente estudio ratifica sus palabras. Hasta un 91% de los llamados Gen Zers (menores de 25 años) ha ido o quiere ir a rincones alejados de lo que era el turismo tradicional.
La docente cita una investigación a fondo llevada a cabo por alumnos suyos, un proyecto que va “más allá” de un trabajo universitario, en el que se analiza la fuerza de este mercado. “Es un mercado que crece y que va abriéndose puertas bajo patrones comunes”.
Una mezcla de factores frente a los prejuicios
La misma profesora confiesa que “existe la costumbre de crear producto turístico en ciertas tendencias”. “Ha pasado con las escaleras de la película Joker, que hace unos años eran solo unas escaleras más y pasa con emplazamientos como Auschwitz, las catacumbas...”.
Sobre estos lugares, reconoce que se juntan factores diversos. “Hay un componente cultural, hay un elemento de empatizar con el sufrimiento y luego no olvidemos que al ser humano le gustan las emociones extremas y estos viajes lo son, como Chernóbil, que además de lo doloroso tiene un elemento de peligro para la propia salud, un morbo añadido de adentrarse en lugares ‘prohibidos’.
Para su colega Daniel Liviano, titular de Estudios de Economía y Empresa de la UOC, hay varios tipos de personas en estos desplazamientos. “Hay quienes sienten el viaje como una motivación moral o espiritual y adoptan una actitud de peregrinación”, otros tienen una motivación histórica, lo que define como “el deseo de aprender viajando”. Y por último, cita al grupo más llamativo, los que sienten una “curiosidad morbosa por la muerte”, hasta el punto de hacer referencia al término alemán schadenfreude, un sentimiento de satisfacción al comprobar el sufrimiento de otro.
Que este turismo es un mercado al alza no lo discute nadie, pese a la dificultad para encontrar cifras oficiales. Lo explica Carlos Lope, secretario de la AEPT (Asociación Española de Profesionales del Turismo). “Se pueden datos, cifras puntuales, pero como movimiento completo cuantificarlo no se puede. No hay verdaderas estadísticas oficiales porque no es un turismo paquetizado; no hay un viaje Madrid-Auschwitz, lo que hay es un tour por Polonia y en él, una excursión a Auschwitz”, reflexiona.
Con todo, algunos números revelan el crecimiento de este nicho de mercado. El campo de concentración nazi experimentó un incremento de un millón de visitantes de 2013 a 2019, de 1,33 a 2,32 al año, según datos de Statista, que también cuantifica el boom de la serie sobre Chernóbil: de 46.000 visitantes anuales en 2017 a más de 124.000 en 2019. Rascar más allá, en Wuhan, en la Zona Cero de Nueva York, es imposible.
¿Es macabro el viaje o lo hacemos nosotros macabro?
Para el secretario de la AEPT, “ir puede tener un elemento hasta educativo o curioso; quizás lo macabro sea la actitud que muchos viajeros puedan adoptar, con determinados vídeos, selfis, montajes...”. Hace referencia a una definición distinta del negocio, un turismo “de actualidad”, que “no es macabro en sí mismo, yo lo enlazo más a estar conectado a las grandes noticias de nuestro tiempo, como el mercado de Wuhan, y como pasará pronto con Ucrania, tristemente”.
En los últimos años, el Museo de Auschwitz se ha visto obligado a pedir a los turistas “más respeto” a la hora de pisar uno de los lugares más trágicos de la humanidad, donde alrededor de 1,3 millones de personas fueron torturadas y asesinadas durante el dominio nazi. “Hay mejores lugares para aprender a mantener el equilibrio sobre una barra que un lugar que simboliza la deportación de cientos de miles hacia su muerte”, escribía la cuenta oficial al hilo de algún posado de instagramers sobre las vías del tren.
La profesora de la Universidad Europea de Valencia retoma la conversación para asegurar que “convertimos en producto turístico cosas que no lo son”. “No sé si hacerse la foto justifica el viaje, pero hoy si no lo demuestras es como si no has estado, no solo en este tipo de viajes y quizás eso sea lo morboso, que lo alimentas demostrando que has pisado”.
Pero no es una cuestión exclusiva del horror nazi. Cita otro ejemplo “absurdo”: “La moda en Brasil ahora es hacer un turismo extremo visitando las favelas más peligrosas. Las mafias, la policía y los guías han pactado incluir esta ‘experiencia’ para muchos turistas y ahí les puedes ver montados en un Jeep hiperblindado metiéndose por donde no deberían para vivir ‘al límite’”.
Un modelo de negocio por definirse
“Las grandes turoperadoras tienen reservas a la hora de plantear estas actividades, pero estoy seguro de que sí lo hicieran habría negocio”, retoma Carlos Lope.
De momento, esa apuesta a gran escala no ocurrirá, complementa Sánchez de Mora. “Las grandes empresas necesitan apuestas mucho más masivas para hacer rentables sus inversiones. Todos estos lugares están creciendo, pero no a un nivel tan gigante como para paquetizar las experiencias”. Con todo, matiza, ya hay algunos destinos que sí cuentan con una proyección más generalista, “como los castillos de Transilvania o las catacumbas”.
“El hecho de que no sea para todo el mundo incrementa el morbo de estas ‘aventuras’, porque yo he visitado Auschwitz en ‘hora punta’ y te aseguro que cuesta más empatizar que ante el vacío y el silencio”, añade rememorando sus visitas.
España, un filón entre la oscuridad... de las cifras
No es un fenómeno que nos coja a miles de kilómetros. Aunque el turismo internacional resulte más conocido por la trascendencia de los lugares fetiche, aquí existe “una tendencia local creciente”, la otra parte de un turismo de doble dimensión, como explican las voces consultadas por El HuffPost.
La ‘leyenda negra’ de España es un vasto campo a explotar por guías turísticos y por las administraciones locales. El listado de nombres es interminable: la matanza de Puerto Hurraco, el pueblo maldito de Ochate, las caras de Bélmez de la Moraleda o un sinfín de escenarios de crímenes abyectos. Todo tiene su público. Sin embargo, volvemos a toparnos con la oscuridad de las cifras.
“Este mundo tampoco está regulado, quizás algunas diputaciones o ayuntamientos lleven ciertos recuentos, pero muchas veces son planes, rutas sin regulación administrativa”, lamenta de nuevo Carlos Lope, que defiende un intento por unificar la fuerza de este modelo con estudios, algo que asume con resignación que es “muy difícil de conseguir”.
“Muchos hablamos de Puerto Hurraco (Badajoz) por los crímenes, pero cómo demuestras que la gente va específicamente por esa leyenda negra y no porque quieren comer allí o porque quieren ver un monumento o un lugar concreto”, remata.
Para la profesora Sánchez de Mora lo que ocurre en España es un fenómeno comparable al boom mundial, pero “sin un verdadero estudio de mercado no podemos darle la dimensión que quizás ya tenga”. Explica que a día de hoy, sigue sin ser un modelo tan generalista que lleve a las administraciones a regularlo, “pero si sigue así el proyecto de mis alumnos será realidad y más pronto que tarde”, culmina.