Hemos ido tres días a Vallecas y hemos dado con un votante de Vox... pero por Internet
La sensación en el distrito con menor renta de Madrid es que los simpatizantes de la ultraderecha el 4M no lo reconocen.
Vallecas, el histórico bastión obrero de Madrid, es como una isla de izquierdas en el lago de dos décadas de gobiernos de derechas. El próximo 4 de mayo, los madrileños elegirán una nueva Asamblea autonómica. Y el distrito, el más pobre de la capital —17.429 euros de renta bruta media— y el cuarto más populoso —240.867 habitantes—, ha sido el epicentro de una de las campañas electorales más polarizadas que se recuerdan.
Vox eligió este barrio del cinturón rojo para arrancar hace unas semanas su campaña con un mitin que desató la violencia. La ultraderecha, además de provocar y presentarse como víctima, buscaba el voto obrero. Pero encontrar a un simpatizante de los ultras en Entrevías o en la avenida de San Diego ha sido casi misión imposible tras tres días preguntando a los vecinos por su inclinación política. La sensación en la calle es que los partidarios vallecanos de Santiago Abascal y Rocío Monasterio no reconocen que lo son.
Es más, solo a través de las redes sociales, Susana Pérez (nombre ficticio), de 28 años, ha confesado a El HuffPost que cogerá la papeleta de Vox, igual que lo hicieron 13.171 personas en las últimas elecciones generales. Pese a que la ultraderecha quedó lejos de Podemos —los morados casi les doblaron las papeletas—, esta parada del sector hostelero no cree que su barrio, en el que se ha criado, tenga adscripción política fija. “No es que los de Vallecas sean de izquierdas. Yo te digo que van tirando cada vez más a la derecha. Hay mucha gente que se siente traicionada por la izquierda”, dice.
Pérez, que no quiere identificarse para evitar problemas por desvelar su ideología, lamenta la situación de la economía. Ella es una víctima más de la crisis. “Ahora estoy estudiando un máster en coctelería. Me metí en esto cuando terminé el grado medio de hostelería. Pero vino la pandemia… No me dio tiempo ni a terminar las prácticas. Y mis ideas de currar ya se esfumaron, porque se cierran negocios día a día… Yo tenía un contrato de becaria, tenía oportunidad de coger un trabajo pero se esfumó”. Y ve un claro culpable: Pedro Sánchez. “Las cosas no van bien porque hay mucha gente en el paro, en ertes. Y tengo miedo. Que salga a la calle y tenga que mirar lado a lado porque tengo miedo… eso yo no lo llamo libertad”.
La estación de Cercanías de Entrevías es un hervidero a cualquier hora. En la plaza que se abre enfrente se arremolinan los cansados, ya sean currantes o jubilados. Teodoro Martín, de 89 años, cree que si hay votantes de Vox en su barrio deben ser sus coetáneos. No conoce a Susana Pérez: “[Ríe] Hay gente para todo. Cada uno piensa lo que quiere, hijo. En la gente mayor todavía puede haber alguno que vote a Vox. Pero en la gente joven… Ya viste cómo les recibieron cuando vinieron”.
Dos simpatizantes de Podemos paran para colocar un cartel con el corazón de su partido frente a la estación. “Alguno hay que vota a Vox, sí. Alguno conozco en alguna farmacia y en alguna cafetería, pero si preguntas por la calle no te lo van a decir”, dice uno. “El que vote a Vox en Vallecas, de todas maneras, no es muy normal”, zanja el otro.
Aunque la extrema derecha ha popularizado las mascarillas con la bandera de España, no parece que quienes las llevan por Vallecas sean acólitos de Vox. Un matrimonio de mediana edad que baja las escaleras de uno de los puentes que cierran la brecha de las vías del tren es un ejemplo. Él, mascarilla verde con la rojigualda, ella mascarilla blanca: “Vamos a votar. A la izquierda. Menos a la derecha la verdad que cualquier cosa...”.
Cerca de ellos, un inmigrante rumano, también con bandera de España en la mascarilla, duda: “Siempre he sido del PP. Pero ahora con Vox... No sé. La verdad es que no sé qué votar. Estoy dudando porque no quiero que el PP pacte con Vox”.
La avenida de San Diego es la arteria que le toma el pulso al barrio. En ella se concentran los mercados, los bares, los bancos… Al final se encuentra la misma Asamblea que disolvió la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Juan Alberto Sánchez, de 65 años pasea hacia ella: “Alguno habrá en el barrio de Vox. Pero otra cosa es que lo digan”.
- ¿Cree usted que mienten?
- “No creo que se atrevan mucho a decir que votan por Vox en este barrio. Pero ya digo que alguno que otro sí que habrá”.
Lo cierto es que solo las urnas despejarán la equis de la ecuación: ultraderecha + vallecas = X votos.