Los "arrepentimientos" en el colectivo trans: ni tan frecuentes ni siempre irreversibles
Especialistas en el colectivo LGTBI analizan los casos de detransiciones, que siguen siendo minoritarios en menores y adultos.
“Se arrepintió de la transición”, “transicionó y ahora no hay vuelta atrás”, “persona trans arrepentida carga contra la Ley Trans”. Estas palabras han copado titulares y mensajes en redes sociales en las últimas semanas con motivo de la aprobación de la Ley Trans, para la que el PSOE ha pedido de nuevo una prórroga.
Esta semana se volvía viral precisamente un fragmento de la exdiputada del PSOE Carla Antonelli que defendía su postura en el podcast Carne Cruda. “Están continuamente tratando de sacar de una lenteja un caldero lleno de lentejas. ‘Se arrepintió’, vamos a ver las causas de esas detransiciones, vamos a ver qué familias les han dejado de hablar, vamos a ver qué trabajos han dejado de poder hacer, qué insultos y vejaciones sufren al salir a la calle, cuánto silencios hay cuando pasas, vamos a ver cómo te machacan o vamos a ver cómo te dejan inconsciente en una plaza como amigas personales mías en la Plaza de Lavapiés. Vamos a analizar por qué hay gente que da marchas atrás”, reivindicaba.
Las palabras de Antonelli cuestionan las causas de estas supuestas detransiciones, pero yendo más allá, los recientes estudios científicos demuestran que estos casos son mínimos con respecto a las personas que continúan con su transición, especialmente en jóvenes y menores.
Una cifra por debajo del 3%
Según un estudio publicado el 20 de octubre en la prestigiosa revista The Lancet, un 98% de los jóvenes encuestados en Países Bajos que iniciaron la transición a una edad media de 14 años no se arrepienten ni han dejado el tratamiento hormonal al cumplir una media de 20 años. Esto supondría una supuesta detransición de un 2% de los menores.
En el caso de España, según un estudio de la Unidad de Identidad de Género del Hospital Doctor Peset de Valencia publicado en 2020, solo un 1,8% de los casos estudiados han detransicionado. Según este mismo estudio, los causas más frecuentes son la “aparición tardía del sentimiento identitario, menor intensidad de disforia, falta de apoyo familiar, psicopatología descompensada, aislamiento social relacionado con estrés, grupos no clásicos de transexuales o géneros no binarios”.
En este sentido Moisés Catalán, psicólogo divulgador sobre identidades sexuales, señala que “las razones para detransicionar no suelen estar relacionadas con que la persona se arrepienta de su decisión ni con que no sea una persona trans, sino que suele ser por discriminación y falta de apoyo social”.
Desde las asociaciones de menores trans, donde se pone especialmente el foco a raíz del proyecto de ley impulsado por el ministerio de Igualdad, recalcan que estos casos no existen o que son muy infrecuentes. Ignacio Paredero, sociólogo y Secretario de Organización de FELGTBI también coincide en que estos datos apenas son representativos. ”Cuando hablamos con Chrysallis nos dicen que no conocen casos de familias cuyos hijos se hayan arrepentido, sí casos de menores que se lo hayan pensado por presión social y demás, pero en ningún caso ninguno se ha desdicho”, explica. “Evidentemente, existen, pero es un porcentaje muy minoritario y muy residual”, enfatiza.
Beatriz Sever, sexóloga y miembro de la Asociación de Familias de Menores Transexuales de Navarra y Euskadi Naizen, deja claro que la cifra de personas que se arrepientan de iniciar un proceso de transición “nunca va a ser 0”, pero sí que son poco frecuentes y lo compara con la ley de violencia de género: “No se puede dejar de legislar contra la violencia machista porque haya un porcentaje ínfimo de denuncias falsas, no se puede abandonar a un 98% de personas porque haya un 2% que luego resulta que no es”.
“Siempre va a haber alguien que se acerque a la realidad y luego no sea su caso, pero teniendo en cuenta el coste social, emocional, etc. que conlleva hacer una transición teníamos claro que esas cifras que se daban [por parte de ciertos grupos feministas se ha llegado a afirmar que el arrepentimiento ronda el 47%] no eran ciertas”, explica. “No solo que no las veíamos aquí es que estamos en contacto con asociaciones de otros países que tampoco lo estaban viendo”, añade.
Además, apunta a que en algunos de estos estudios previos se confundían los conceptos de transición con el de comportamiento de género. “Confundían la insistencia en ser del otro sexo o el deseo de serlo. Se mezclaban ahí realidades que eran cosas como ‘soy un niño y no me dejan jugar con muñecas porque es de niñas, pues quiero ser una niña’. Estos procesos no iban adelante, evidentemente, pero esto no era una detransición”, explica.
Con respecto a estos datos, Sever recuerda que los tratamientos hormonales pueden dejarse por diversos motivos y que este es el criterio que se sigue en la mayoría de estudios. “No sabemos de ese 2% si interrumpen la hormonación es porque son hombres trans que quieren preservar la posibilidad de gestar o deciden que es su manera de ser o mujeres que se someten a vaginoplastia y ya paran el tratamiento”, detalla la psicóloga que asegura que de unas 1.000 personas que ha acompañado en el proceso —unas 200 al año— solo se ha encontrado con dos personas arrepentidas.
Lo mismo señala Catalán, quien apunta a que una persona trans puede abandonar temporalmente el tratamiento hormonal debido a circunstancias concretas. “Una persona puede pausar su transición porque no pueda acceder a la terapia hormonal de manera continuada, pero esto no significa que se arrepienta de transicionar ni que detransicione, sino que no puede cubrir las necesidades de su transición en un momento dado y que volverá a transicionar cuando tenga dicho acceso”, señala.
Además, el psicólogo pone el foco en las personas no binarias, también ubicadas dentro del colectivo y que tampoco tienen por qué someterse a tratamiento hormonal. “Se tiene la concepción errónea de que las personas no binarias detransicionan cuando no es así, sino que pueden transicionar a un punto intermedio entre lo que se considera hombre y mujer, dependiendo de sus necesidades”, explica y apunta a que esto se denomina “retransición” y no “detransición”.
Las medidas en la infancia, en su mayoría, reversibles
Otro de los bulos y alarmas generadas por la Ley Trans es que si un menor inicia una transición esto le va a marcar para toda su vida y va a tener daños colaterales.
Sever llama a la calma y recuerda que los casos mediáticos de personas trans arrepentidas se han dado en la edad adulta. “Como profesional que atiendo a las familias y a los procesos, me da muchísimo menos miedo, acompañar y tener procesos en la infancia y adolescencia. Cualquier medida que se tome en la infancia es reversible, si te están diciendo que les hables en femenino y que se llama María y no Juan no es algo que no haya vuelta atrás, con lo cual acompañarlos en un momento dado de su vida siempre va a ser beneficioso para esa persona”, recuerda.
Además, asegura que desde las asociaciones “ni se convence ni se lía ni se convierte a nadie”. “No tenemos la posibilidad de convertir a alguien solo porque le atendamos porque si no las terapias de conversión funcionarían y sabemos que no funcionan”, explica. “Por otro lado, cuando estas transiciones se inician en la infancia todavía no hay una conciencia tan clara de que esto va contra la norma o lo que implica, no hay esa redefinición de la identidad que se da en la adolescencia, hay poca interferencia aquí que pueda estar empañándolo”, señala.
La especialista recuerda que, precisamente lo que sucede es que se pasan por alto en la infancia y “explotan en la adolescencia”.“Puede ocurrir en algunos casos que, como conflictos derivados de la edad, de la pubertad a estas edades haya un conflicto y una confusión, pero yo misma a la hora de acompañar siempre digo lo mismo, no es ‘hoy me ha dicho que es un chico, mañana toma testosterona’. Hay muchas cosas que se pueden hacer para acompañarles”, indica.
Sever recuerda que los bloqueadores hormonales que se toman en la pubertad “son reversibles, en cuanto lo interrumpes tu cuerpo sigue su desarrollo”. “Llevan usándose más de 30 años y están superprobadas sobre todo con pubertad precoz. Ponemos el grito en el cielo como si no se hiciera con nadie más, cuando se está utilizando con otros grupos de población y las hormonas se utilizan en la infancia para otros temas”, apunta.
Además de en la hormonación, el debate sobre la Ley Trans también pone el foco en las operaciones de reasignación de sexo que, en la mayoría de casos, no se llevan a cabo en la minoría de edad. “La ley prohíbe las cirugías de reasignaciones de sexo en menores de 12 años para proteger a los menores intersexuales, que no estaban prohibidas antes aunque no se daban”, apunta Paredero. “Son debates que no tienen que ver con lo que aborda la ley, generan mucha alarma social porque hablan de niños y elementos muy sensibles, de miedos, de hormonaciones, etc. pero es que no están en la ley”, recalca.
La hormonación y las operaciones, un punto que no regula la Ley Trans
Ni las polémicas hormonaciones a menores, que también se dan en otros ámbitos distintos de la transición como problemas de crecimiento o desajustes hormonales, ni las operaciones de reasignación de sexo son algo que se vaya a modificar con la Ley Trans.
Los puntos que modifica esta nueva legislación se centran precisamente en evitar los requisitos actuales de dos años de hormonación para un cambio registral.
“Estamos hablando de transiciones y de abandonar los tratamientos, cuando el marco de la ley no es ese, lo que regula es el cambio registral, no aborda en ningún momento la hormonación ni los tratamientos, la ley no lo recoge”, explica Paredero. “Estamos defendiéndonos de bulos y demás de temas en los que la ley no influye, es que elimina precisamente la ley es el requisito de hormonación, que no sea obligatorio hormonarse para un cambio registral”, añade.
Para Catalán, en el caso de los menores, el cambio es favorable con la Ley Trans ya que podrán “expresar su identidad y cambiar su sexo legal, tras un período de reflexión a partir de los 14 años”. “Esto es adecuado porque las personas son trans, independientemente de si han transicionado o no [de forma binaria], o de las necesidades que tengan en sus transiciones [de hormonación o no]”, señala.
Con respecto a las operaciones, tampoco es un requisito que establezca la ley para el cambio registral, se trata de una opción que elige cada persona en función de su disforia de género.
“Las transiciones son efectivas al tratar la disforia de género, mejoran el bienestar general, la calidad de vida, la satisfacción relacional, la autoestima y la confianza, mientras que disminuyen la ansiedad, depresión, suicidalidad y abuso de sustancias”, recuerda Catalán. “Y dentro de dichas transiciones, se incluyen las cirugías si la persona trans las necesita”, señala.
Especialmente se ha puesto el foco en la doble mastectomía de los hombres trans, criticada duramente por colectivos feministas que llegan a asegurar que “incitan a niñas y adolescentes a amputarse los pechos”. Estas no están permitidas en menores de 12 años y, menos aún, es una decisión que se tome como primera instancia. “Aunque el pecho del hombre trans o la persona no binaria puede ser modificado tanto por la terapia hormonal como por el uso de binders, la terapia hormonal puede no ser suficiente y los binders pueden tener consecuencias negativas a largo plazo. Así que las mastectomías siguen siendo necesarias”, justifica Catalán.
Sever recuerda que desde las asociaciones dejan claro que no todos los procesos tienen que tener una modificación corporal, pero que estas mejoran la aceptación personal y social. “Hay que entender que tiene que ir a la par de que los jóvenes acepten esas apariencias porque que a una joven de 14 años le salga barba, implica que la insulten, que la miren, que no ligue, que no tenga trabajo en el las mujeres adultas… No vamos a ser hipócritas, una cosa es trabajar la autoestima y otra cosa no acompañar los cambios que se dan hoy y aquí”, enfatiza.
Sin embargo, este proceso de operaciones ni es la primera opción ni se lleva a cabo de la noche a la mañana, tal y como recuerda el psicólogo. “En el caso de los adolescentes trans, pasan por bloqueadores hormonales y terapia hormonal antes de plantearse ninguna cirugía. Así que son años antes de que un adolescente trans se pueda someter a una cirugía. A esto se suma que cada cirugía asociada a la transición tiene su lista de espera, que suele ser de años, y que el proceso médico también es largo”, explica.
Formación en diversidad sexual y empatía con el colectivo trans, las soluciones a una encendida polémica
La falta de modelos, la perspectiva encorsetada de lo que es ser mujer o ser hombre hace también que en muchos casos las transiciones “fallen” o que las personas trans sufran ese rechazo social que les hace “arrepentirse”.
De este modo, también se evitará que personas que buscan su sitio no lo encuentren en este colectivo por error. “Cuantos más referentes y más posibilidades haya, más sencillo va a ser entendernos, cuanta más diversidad haya, más fácil y más coherente va a ser encontrar nuestro sitio en el mundo. Más educación sexual y más hablar de estos temas hará que sea más fácil identificar esta realidad trans y diferenciarlos de un comportamiento de género no normativo”, señala Sever.
A pesar de esto, recuerda que conforme se normalice y se faciliten los trámites para las personas trans, habrá más personas del colectivo y esto hará que haya más personas que puedan detransicionar.
La polémica que se genera a raíz de esta legislación, según explica Paredero es debido en parte a que “la población trans es muy pequeña”. “Está por debajo del 0,1%, en España hay 6.000 personas que han cambiado el sexo en el registro desde 2017. Estamos hablando de un colectivo muy reducido. Con este tema lo que sucede, a diferencia del matrimonio en el que todo el mundo tenía un amigo o un hermano o un primo que era gay o lesbiana y se quería casar, en este caso no es así”, señala.
Del mismo modo, los especialistas coinciden en que una persona que transiciona y “se arrepiente” no debería culpar a quienes le acompañaron en el proceso.
“Hay que ser responsable de sus propias decisiones, de si yo tengo un sufrimiento, tengo una demanda y se atiende entendiendo que es el origen del sufrimiento y luego no es, pues hay que hacerse responsable. En ese momento era lo que sentías que necesitabas y peleaste por esto y tu entorno te apoyo y no es culpa de ellos”, reivindica.
Para evitarlo, enfatiza que los profesionales que trabajan con personas trans y con menores se formen y “sepan acompañar mejor en el proceso”.
Ante esta situación en la que la aprobación de esta ley parece no tener fin y de la que el PSOE ha pedido ya su tercera prórroga mientras Igualdad pide un procedimiento exprés que resuelva la ponencia el próximo 18 de noviembre, los activistas y especialistas del colectivo LGTBI piden empatía.
Sever señala que se está encontrando con más casos de bullying tránsfobo que hace 2 años y que estos comportamientos sí pueden tener consecuencias “irreversibles” como, en el peor de los casos, el suicidio. El odio está en el día a día en las redes y Paredero manda un mensaje claro: “Tienen que hablar las personas trans, son sus derechos y a quien no conozca a nadie del colectivo le diría que hablara con ellos”.