Tengo ansiedad y ¿ahora qué?
Cinco claves para disminuir sus síntomas.
Un paciente me dijo un día en consulta que la ansiedad es como cuando te para la Guardia Civil en un control y sabes que no has hecho nada pero sientes un nudo en el estómago que no se va. Quiero que sepas que en realidad, la ansiedad no es buena o mala; es adaptativa o desadaptativa y se trata de un mecanismo que nos ayuda a afrontar una situación fuera de nuestro control y que es necesario para rendir de una manera óptima en nuestro día a día.
El problema es que cuando aparece de forma persistente y continuada puede convertirse en un problema. ¿Cuándo hay que preocuparse? Cuando no somos capaces de quitarnos un pensamiento de la mente y eso nos limita en nuestra rutina diaria. Los estudios nos indican que más de 6 horas. De hecho, un síntoma común y que la mayoría de personas refiere es estar irritable, olvidadizo, en tensión, y a veces agresivo, sumado a la dificultad para conciliar un sueño reparador. Otra señal importante es la preocupación por un futuro que nunca llega, incierto o con un final fatal.
Nuestros pensamientos recurrentes negativos pueden afectarnos incluso a nuestra rutina diaria en todo momento.
El problema comienza con esos pensamientos que hacen referencia sobre nuestro autoconcepto, sobre la poca valía de uno mismo, el no poder desconectar y no poder dormir de forma continua. Hay técnicas muy sencillas para ayudarte.
Ah! y ¿cómo comienza la señal de alarma? Puede empezar con pequeñas frases como “no voy a ser capaz”, “se van a reír de mi”, “me van a echar del trabajo”, “no sirvo para nada”, “todo me pasa a mi”. Posteriormente se añade el insomnio, la tensión muscular, los mareos, incluso en forma de dolores gastrointestinales.
¿Qué podemos hacer para disminuir tales síntomas? Conviértete en un experto en relajación: es importante aprender a respirar correctamente. El exceso de oxígeno en nuestro cuerpo produce sensaciones de ahogo que nos hacen sentir peor. Prueba con la técnica de Jacobson. Duerme lo suficiente, come bien y haz ejercicio físico: la práctica del deporte físico es primordial para despejar la mente. Liberas sustancias relacionadas con la felicidad y el bienestar: dopamina, oxitocina y serotonina. Busca a tu red de apoyo: sal con amigos y familiares, escucha tu música favorita, disfruta de una buena película, encuentra nuevos hobbies… puede ayudarte a frenar la ansiedad. Presta atención a las cosas buenas: haz una lista de aquellas cosas que haces bien y qué retos has conseguido durante tu vida. ¡No todo es tan negativo y catastrofista! Ponte en manos de un profesional: si ves que sólo no puedes afrontarlo, pide ayuda profesional. Recuerda que pedir ayuda es de valientes y personas fuertes.