Tecnologías para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible
Debemos pasar a la acción y trabajar en un plan concreto que incluya acciones bien definidas. Y no es por falta de opciones.
Una vez se han apagado las luces de la COP26 y con ellas la esperanza de que las decisiones finales estuvieran a la altura de las recomendaciones que los científicos llevamos a Glasgow, algunos de los jóvenes investigadores más importantes de nuestro país se han reunido, convocados por la Academia Joven de España, para analizar, debatir y hacer propuestas concretas que nos permitan alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible.
Obviamente, sería más fácil dejarse llevar por un cierto desánimo y el escepticismo acumulado y no hacer nada; pero como se ha repetido en varias ocasiones durante la Jornada Jóvenes, Conocimiento y Agenda 2030, si los científicos no hablamos de ciencia, otros lo harán en nuestro lugar. Pero debemos cambiar de estrategia. Los que no quieren creer en el cambio
climático no van a convencerse por muchos datos que aportemos y los que no quieren cambiar, no van a hacerlo porque nuestras estimaciones sean más precisas y urgentes. Debemos pasar a la acción y trabajar en un plan concreto que incluya acciones bien definidas, medidas basadas en evidencias y la implementación de tecnologías que ya tenemos a nuestro alcance. Y no es por falta de opciones.
En este sentido, el profesor de la Universidad de Alicante, Fernando Maestre, insiste en que una de las medidas más sencillas para reducir el consumo de agua y las emisiones de CO2 es reducir la comida que se tira a la basura o se destruye antes de venderla para evitar la caída de precios. Quizás sorprenda a algunos, pero la producción de alimentos es la principal fuente de gases de efecto invernadero. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), el 40% de los alimentos producidos nunca llegan a consumirse, y el 17% de la comida que compramos acaba en la basura, lo que da como resultado que el 10% de las emisiones de CO2 se deban al desperdicio de alimentos. Para acabar con este ejercicio de iniquidad, despilfarro y contaminación, es necesario que las ayudas de la Unión Europeas no estén ligadas a la producción de alimentos y que los ciudadanos utilicemos mejor y de forma más responsable nuestra capacidad de compra. También las grandes cadenas de distribución, como Mercabarna, están utilizando la tecnología para evitar el malgasto de alimentos.
Pero quizás la forma más directa de reducir las emisiones de CO2 sea acabar con la quema de los combustibles que las producen. Existen numerosas tecnologías contra el cambio climático a nuestro alcance y a un coste cada vez menor. De hecho, desde 2017 la energía fotovoltaica es la más barata en 60 países. Pero recientes avances en fotoconversión de CO2 nos permiten
usar la luz del sol no solo para producir energía, sino utilizar este gas para producir combustibles que se pueden usar directamente en motores de combustión interna.
Hace apenas unos días, un equipo de investigadores suizos ha descrito en la revista Nature el diseño, fabricación y uso de una minirrefinería solar. Mediante el uso de catalizadores es capaz de descomponer el CO2 y la humedad de la atmósfera para producir gas de síntesis con el que produce combustibles que pueden utilizarse directamente en la infraestructura actual. Este avance demuestra que todo el proceso puede llevarse en una misma planta y en cantidades muy superiores a lo que era posible hasta ahora. También disponemos de nuevos plásticos que pueden descomponerse en sus componentes básicos y reemsamblarse una y otra vez. Estas tecnologías son la base de la nueva química circular, que nos permite diseñar a escala molecular los productos y procesos que pueden hacer realidad una nueva economía basada en la recuperación y la reutilización.
Pero no todo se soluciona con tecnología. La ingeniera informática Lorena Fernández Álvarez lleva varios años estudiando y poniendo en marcha iniciativas para evitar la pérdida de talento femenino en las distintas etapas formativas, especialmente en las carreras técnicas. En concreto, esta experta sobre innovación y género participa en el Programa STEAM que tiene como objetivo fomentar las vocaciones científico-tecnológicas entre las niñas. Esta y otras iniciativas similares pueden contribuir a alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 5, es decir la igualdad de género y empoderamiento de la mujer. Este objetivo es especialmente importante para avanzar la Agenda 2030 ya que las mujeres juegan un papel muy importante en la mayoría de los ODS.
La Jornada ‘Jóvenes, Conocimiento y Agenda 2030’, organizada por la Academia Joven de España ha coincidido con la presentación del informe ’10 tecnologías para impulsar España’ de la cátedra de la Fundación del Pino. En él se recogen y explican aquellas tecnologías que un grupo de 12 expertos de nuestro país tras analizar cómo cada una de ellas pueden contribuir a mejorar la competitividad de nuestro sistema productivo. Se trata de una hoja de ruta para que nuestro país pueda aprovechar los Fondos de Recuperación Europeos en un momento clave para nuestra economía. No se trata de un estudio académico ni de la selección de los grandes descubrimientos del año, sino que parte de un análisis detallado de la realidad de nuestro país y constituye una verdadera guía para transitar hacia una economía más competitiva y sostenible.
Un buen ejemplo de lo que digo es el hidrógeno verde, que no solo puede ayudarnos a reducir las emisiones de CO2 mediante su uso como combustible alternativo a los de origen fósil, sino que nos permitiría avanzar en la cadena de producción desde los electrones verdes (provenientes de fuentes renovables) hacia la producción de moléculas de alto valor añadido como el hidrógeno. Con él, además, es posible fabricar amoniaco verde, la base de los fertilizantes, y que hoy es el causante de una buena parte de las emisiones de CO2.
También la agricultura de precisión constituye una oportunidad única para que nuestro país haga un uso más sostenible y racional de sus recursos, además de mejorar la competitividad de nuestro campo; lo que, sin duda, contribuiría a fijar población y mejorar la capacidad adquisitiva de nuestros agricultores.
Pero el informe incluye también algunas tecnologías que son clave en la lucha contra las enfermedades como la nanomedicina, la telemedicina y los test rápidos. Otras que nos ayudarían a acelerar la digitalización de nuestra economía como la realidad aumentada, la supercomputación o la fotónica. También hay otras en las que España tiene una clara posición de ventaja como las neurociencias o que son clave para las industrias del futuro como las matemáticas para el procesamiento de datos. Cada una de ellas se explican en detalle en el libro España a ciencia cierta, que constituye una guía para decidir las tecnologías que nos permitan aprovechar los Fondos de Recuperación Europeos para construir una economía más digital, inteligente, sostenible, justa y competitiva.
El próximo COP, y ya irán 27, se celebrará en Egipto. Apenas quedarán entonces 8 años para hacer posible la Agenda 2030 y para poner freno al cambio climático. Podemos ir cargados de escepticismo y discursos vacíos o de soluciones concretas. Nuestros científicos están desarrollando las tecnologías que necesitamos para reemplazar los combustibles fósiles y nuestros emprendedores haciéndolas realidad con pasión y coraje. Éste es el momento de liderar desde la acción y la propuesta de soluciones. Estamos a tiempo de que nuestro país pase del “que inventen ellos” a liderar un tiempo nuevo en el que hacer frente a los grandes retos de nuestro tiempo.