Tabaco y cáncer de pulmón: un vínculo que nos debe concienciar
Es causante de más de 50.000 muertes al año en España.
El 31 de mayo se celebra el Día Mundial sin Tabaco, una jornada implantada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que tiene como objetivo concienciar a la sociedad sobre los efectos nocivos que tiene sobre el organismo tanto su consumo como la exposición al humo ajeno. Es de sobra conocido su vínculo con el cáncer de pulmón, y según datos del Ministerio de Sanidad es causante de más de 50.000 muertes al año.
Es un mensaje que repetimos hasta la saciedad, especialmente en días como hoy, porque necesitamos que la sociedad sea consciente de los efectos dañinos que tiene el tabaco. Los que trabajamos en el mundo de la oncología sabemos que el cáncer de pulmón asociado a este hábito es especialmente perjudicial y tiene unas elevadas tasas de mortalidad.
Es amplio y arduo el trabajo que se está haciendo desde el ámbito de la genómica y la oncología de precisión para dar con tratamientos óptimos y personalizados para aquellos pacientes con cáncer de pulmón. Hasta el momento se conocen más de diez alteraciones genéticas asociadas a este tipo de cáncer que regulan procesos determinantes como la proliferación y supervivencia celular. En algunos casos, es posible detectarlas a través de análisis genómicos y dar con un tratamiento adecuado que reduzca o elimine el tumor. Aunque no siempre es así.
Por eso no nos cansamos de repetir que la mejor manera de no padecerlo es dejando de fumar. El cigarrillo es la principal causa externa que provoca esta variante oncológica y abandonarlo reduce de manera significativa el riesgo de desarrollarla. Ahora todavía es más fácil hacerlo, gracias a los fármacos que el Sistema de Salud lleva financiando desde principios de este año y que, según datos del Ministerio de Sanidad, esperan ayudar a dejar el tabaco al 30% de los fumadores españoles.
Aquellos que deseen dar un paso adelante y romper con este hábito insano deben ponerse en manos de su médico de cabecera, que controlará el proceso y prescribirá el tratamiento más adecuado en cada caso. Normalmente se utilizan parches y fármacos como la vareniclina y el bupropión, y las terapias suelen extenderse durante unas 12 semanas.
Al mismo tiempo que nos deshacemos de esta rutina perjudicial, podemos ir adoptando otras que también nos van a ayudar a reducir los riesgos de padecer cáncer de pulmón, además de otro buen número de patologías. Primero, realizar algún tipo de actividad física a diario, como pasear por zonas verdes que mejoren la calidad del oxígeno.
Segundo, seguir un plan de alimentación adecuado en el que estén incluidas frutas, verduras y otras comidas de carácter antioxidante y anticancerígeno, como el brócoli, las coles, la coliflor, los frutos rojos, los cítricos, la manzana, la granada, las uvas moradas, la chirimoya, setas y hongos. Tampoco podemos olvidarnos de las espinacas, que contienen vitaminas A y C y son ricas en hierro, sales minerales y oligoelementos. En este sentido, es importante balancear el consumo de vitamina A, ya que tanto la deficiencia como el exceso puede hacer crecer los riesgos de desarrollar un cáncer de pulmón.
De la misma forma, existen otros factores que pueden ayudar a prevenir esta enfermedad, como evitar vivir en urbes con altos niveles de contaminación. O rehuir a la exposición a otros carcinógenos, como el amianto, el radón, el uranio u otras sustancias químicas derivadas del petróleo.
Eliminar los factores de riesgo y llevar una vida sana y activa son las mejores vías para sortear las agresiones de un cáncer de pulmón. Una lista de propósitos a cumplir en la que el tabaco debe quedar fuera de juego.