'Spencer' y la verdadera relación de Lady Di con la comida
La cinta de Pablo Larraín, protagonizada por Kristen Stewart, muestra una Diana de Gales como pocas veces se ha hecho.
Desde cada una de las prendas que se puso, a la relación con sus hijos o cómo se llevaba con el resto de miembros de la familia real. La vida de Lady Di ha sido examinada al milímetro desde mucho antes de su fallecimiento en 1997.
La que fuera mujer de Carlos de Inglaterra y madre de los príncipes Harry y Guillermo fue la comidilla de los medios de comunicación desde que empezó su relación con el heredero al trono y uno de los aspectos que más han dado que hablar ha sido su relación con la comida.
La cinta de Pablo Larraín, Spencer, protagonizada por Kristen Stewart y que llega a los cines este viernes, la retrata de forma clave. La película transcurre en los últimos tres días de Navidad que pasó Diana junto a la familia real en Sandringham.
En esta casa de campo, en la que los miembros de La Firma se refugian para cazar faisanes y disfrutar de las fiestas, se desarrolla esta película con toques de thriller en la que se muestra abiertamente la bulimia que sufría Lady Di.
Desde la llegada al palacio la comida está en el centro de la trama; primero al pesarse antes de empezar las Navidades, para comprobar que cuando se acaben esos días se haya engordado un par de kilos y que se ha disfrutado. Esta tradición, que se remonta al reinado de Eduardo VII, se mantiene a petición de Isabel II y, por lo que deja ver la cinta de Larraín, incomodaba a Diana de Gales.
Más allá de esto, la cinta refleja cómo se preparaban los menús de las comidas y cenas de Palacio esos días. Todas a cargo del chef Darren McGrady, que juega un papel fundamental como aliado en la ficción, algo que él mismo ha confirmado a varios medios como New York Post.
Se muestra cómo para Diana comer con la presión a la que le sometía la familia real la hace tener incluso alucinaciones, como comerse sobre una crema el collar de perlas —que le había regalado el príncipe Carlos a ella y a Camilla Parker-Bowles—. Toda una ficción creada por Larraín, junto a otras muchas, para plasmar la ansiedad que sentía Diana.
Para rodar la escena, Stewart ingirió una serie de bolas de chocolate, que crujían también como las perlas. “Era chocolate, así que en realidad era muy consciente de no mostrar eso y de mantener la boca cerrada”, explicó Stewart en una entrevista en Entertainment Weekly.
Los episodios de bulimia —que ya mostró The Crown y que levantaron ampollas en la familia real— se muestran de forma mucho más cruda en este filme. Tal y como lo narraba el biógrafo de Diana, Andrew Morton, esto se debía principalmente a la tensión por el vestido de novia para su boda en 1981 y fue incrementando por la presión mediática y las infidelidades de Carlos con Camilla. “Recuerdo la primera vez que me provoqué el mal. Estaba emocionada, porque pensé que así aliviaba la tensión”, se escuchaba en las grabaciones que hizo públicas Morton.
Repetir sí, pero fuera del alcance de la reina
Otra de las escenas que tiene la comida como protagonista fuera de vómitos y banquetes, que intentaba saltarse siempre que podía, es uno de los atracones que supuestamente se daba Diana a escondidas en las cocinas de Palacio.
Según contó McGrady en uno de sus vídeos de YouTube sobre su paso por las cocinas de la realeza, Lady Di tenía miedo a repetir algún plato delante de la reina, ya que comer en su presencia la estresaba demasiado.
“Sabía que la princesa bajaría a la cocina para repetir”, contó. “Estaba demasiado asustada para pedirlo delante de la reina”, añadió el cocinero, quien recordó que solía comerse las sobras en algunas ocasiones acompañada por el resto del servicio.
Otro momento que pone de manifiesto una de las debilidades en términos gastronómicos de Diana de Gales es su plato favorito, que Darren se empeña en preparar el último día. Se trata del crêpe soufflée, una versión más fina del clásico crêpe.
Para lograr que Diana disfrutase del plato, McGrady tenía una estrategia, tal y como comenta en el mencionado vídeo. Colocaba un postre que no le gustase mucho a la reina y el crêpe, para que la reina acabase eligiéndolo. “Funcionó todas las veces”, cuenta.
Según afirmó McGrady, Diana ya no tenía por entonces ningún problema con la comida. “Es un error pensar que no le gustaba comer. Diana había confrontado y superado la bulimia. Una vez me dijo: ’Darren, cuida de las grasas y yo cuidaré los carbohidratos en el gimnasio”, contó en una entrevista con Hello!