Soy hombre, fui violado y no pienso seguir avergonzándome
Los días posteriores a la violación, me costó dejar de decirme a mí mismo que era mi culpa por haber confiado en él.
Recordar un trauma es como recordar un sueño. No estás seguro de todo lo que ha sucedido, pero sí que recuerdas las partes importantes y los detalles absurdos: la dificultad para respirar, la mano agarrándome el cuello con firmeza, mi cabeza enterrada en una almohada haciendo ruidos sin sentido silenciados por la prisión de poliéster.
También recuerdo que mi violador llevaba calcetines de distinto par. Es curioso cómo pasan los años y sigues acordándote de esos detalles.
Tenía 21 años cuando me violaron, aunque siendo sincero, tardé un tiempo en darme cuenta de lo que había sucedido. Tenía muchas heridas y até cabos cuando vi sangre en la ducha circulando hacia el desagüe.
Mi violador era guapo, aunque apestaba a tabaco y desodorante, algo difícil de descubrir a través del móvil. Si hubiera puesto “violador y fumador” en su perfil, probablemente lo habría descartado, pero no mostraba nada más que su edad y su cuerpo.
Los días de después de violarme, me costó dejar de decirme a mí mismo que era mi culpa por haber confiado en él. Fui yo quien dijo sí. Yo mismo propuse mi casa para el encuentro. También fui yo quien le ofreció un vaso de agua después. Simplemente, no me di cuenta de que había habido un delito hasta que no vi la sangre.
De repente se originó un huracán en mi mente. En el espejo, empecé a darme cuenta de las marcas, arañazos y magulladuras de mi cuerpo dolorido. Parecía un cadáver y me dio repelús ver mi cuerpo como un trozo de carne en mal estado. La vergüenza que sentí fue insoportable, pero sabía que no podía ignorar el dolor sin más. Decidí coger cita de urgencia con mi médico de cabecera porque ir directamente a urgencias, según pensé cínicamente, estaba reservado solo para quienes están gravemente heridos. Ahora que echo la vista atrás, sé que tenía que haber ido.
Mi médico fue la primera y única persona con la que hablé de la violación durante más de tres meses. Sus ojos se abrieron como platos cuando le relaté lo sucedido. Por suerte, no sufrí lesiones graves ahí abajo, pero tuve que vigilar el color del agua del váter durante una temporada por si acaso.
La parte superior de mi cuerpo era un asunto aparte. Tenía el cuello muy magullado por la mano de mi violador. Se veían marcas de color morado oscuro donde habían estado sus dedos presionados, moratones tan graves que estuve llevando bufandas durante semanas. Contar con este recordatorio constante de mis lesiones me ayudó de una forma impresionante. Era un recordatorio físico del daño que me habían hecho para ayudarme a acallar mi sentimiento de culpa.
Fui al psicólogo, hice terapia y poco a poco acepté lo que había sucedido. El sufrimiento físico y el trauma se fueron apagando con el paso del tiempo. Lo que más me costó fue superar la vergüenza. De hecho, hasta el día de hoy, no he hablado mucho sobre mi experiencia. Esta será la primera vez que mis familiares y amigos se enteren de esta parte de mi historia. Sin embargo, para otros hombres que hayan sido víctimas de violación, esta vergüenza les resultará muy familiar. A los hombres les cuesta más expresar sus sentimientos, sobre todo si les hace sentirse castrados. Ser abiertos y sinceros al hablar de un delito así es complicado. Sentí que me iban a juzgar y sentenciar por ser la víctima. En cierto modo, todavía pienso así.
Sin embargo, una violación nunca es culpa de la víctima. Yo no quería ser violado ni le di permiso al otro hombre a través de mis acciones. Mi violador se aprovechó de mí. Una violación no es solo un delito sexual, es una cuestión de poder. Él me dominó y me forzó a soportar su violación. Las heridas que llevé en mi piel durante semanas fueron como tatuajes naturales que evidenciaban esta cruel verdad.
La vergüenza que sentí surgió por ser hombre. La organización benéfica Survivors UK estima que 12.000 hombres son violados cada año en el Reino Unido y que más de 70.000 sufren algún tipo de abuso o agresión sexual. El número de víctimas mujeres es significativamente mayor, lo cual hace que la cifra de víctimas varones parezca pequeña.
Sin embargo, ambos sufrimos violaciones. Que las cifras sean dispares no hace a ninguno de los dos sexos menos importante. Si hubiera aceptado este hecho, posiblemente habría desvelado antes mi secreto. Mi preocupación era que si iba a la comisaría y denunciaba, puede que los policías se rieran de mí por estar denunciando a alguien por haberme dado sexo duro.
Por eso voy a dejar de avergonzarme. A cualquier hombre que esté leyendo esto y recuerde una experiencia que le haya costado aceptar, ten en cuenta estas palabras: una violación es un delito infligido contra tu persona. Y no eres menos persona por ser una víctima. No eres sucio ni desagradable.
Tampoco te veas obligado a sentir una gran confianza de repente nada más leer esto. Yo he tardado dos años en encontrar las palabras para expresarme con la suficiente fortaleza. Después de ir al médico, me tomé un par de semanas libres para cuidar de mí mismo. Jugué a unos videojuegos, vi mis películas favoritas y comí mucha comida basura. Fue una semana cara, pero a cambio recibí jugosos cupones de descuento para unos restaurantes cercanos de comida para llevar. Necesitaba esas dos semanas para huir. Todo el mundo necesita su espacio.
Existen muchas opiniones y métodos dispares sobre la mejor forma de recuperarse de un trauma. Un psicólogo de renombre mundial te dirá una cosa y tu mejor amigo, otra. Por eso fue tan importante para mí concederme un espacio para recuperarme escogiendo mis propias condiciones.
Fui violado a comienzos de 2017. Recuerdo que llovía. Es uno de mis peores recuerdos. Creo que llevaba mucho tiempo queriendo hablar de esto. Poner la experiencia por escrito me ha ayudado aún más. Las víctimas y supervivientes de violación son las personas más fuertes. Sufrimos mucho dolor en un instante y arrastramos ese sufrimiento durante el resto de nuestra vida.
Espero olvidar algún día lo sucedido, pero lucharé junto todo aquel que se proponga hacerse oír por encima de la oscuridad.
Este post fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.