Somos víctimas del sistema que encumbra a Yalitza Aparicio
Porque el fenómeno Yalitza no sea una excepción en nuestras mentes.
Al día de hoy, Yalitza Aparicio no solo es la primera indígena en la historia nominada a un Oscar, sino también quizás sea la celebridad mexicana que más portadas y entrevistas en la prensa nacional e internacional ha tenido en un cierto lapso.
"La raza o condición social no debe limitar a la gente", declara la oaxaqueña a TheNew York Times, abanderando a Tlaxiaco, a los mixtecos, a su propia madre.
"Quisiera ver lo que ven los ojos de Yalitza en este momento", pensé durante la pasada ceremonia de los Golden Globes. Nunca antes había tenido este deseo. Y ni habiendo asistido alguna vez a una de las fiestas de los Oscar, se manifestó o satisfizo algo parecido. Lo que está sucediendo en la vida de Yalitza es magia pura.
Sin embargo, quien ha visto crecer como espuma su fama, desde el Festival de Venecia, en el que Romase llevó el León de Oro, hasta la mañana de este martes cuando se pronunció su nombre junto al de Glenn Close y Lady Gaga, entre las nominadas al Oscar por mejor actriz protagónica, es el prototipo de mujer que, por años, hemos pensado los mexicanos que vale menos.
Por su color de piel, por no saber hablar inglés, por reírse cuando algo le da pena o por tener una madre que vive de lavar ajeno. Ahora, esquizofrénicos le aplaudimos, hablamos cómo destaca su "belleza indígena" cuando la visten de Dior, si nos topamos con ella nos tomamos la selfie, y le tenemos admiración.
Pero qué clase de mexicanos somos. Muy pequeños y una bola de hipócritas. Luego, nos da gusto que le vaya bien a Yalitza, pero no hemos querido inscribir al Seguro Social a quien nos hace la chamba en la casa. Nos da orgullo que sea indígena, pero si alguien un grado más moreno que nosotros entra en la familia nos puede seguir avergonzando. Nos conmueve que venga de la Mixteca Alta, pero seguimos hablando de los límites de nuestro código postal. Le damos valor a Yalitza solo porque Alfonso Cuarón se lo dio.
Somos víctimas de la industria que por fórmula suele tener un discurso sociopolítico cada año. Hoy le tocó a Yalitza gracias a su talento y el de Cuarón. Somos víctimas porque aunque su director ha declarado que no tenía intenciones políticas, Roma ha empujado más la conversación sobre los derechos de las mujeres y de los indígenas; sin embargo, como individuos no estamos siendo capaces de cambiar radicalmente nuestra realidad o nuestra mentalidad como Roma cambió la vida de Yalitza Aparicio. Víctimas porque aunque Yalitza esté en la portada de Vogue México —y esto ayude a la visualización y a que millones de mujeres puedan soñar— el sistema no eliminará los obstáculos, y como audiencia y como mexicanos nos estamos enfocando en Yalitza y no en los once millones de indígenas que viven bajo una de las más deshonrosas discriminaciones en la historia de la humanidad. La propia.
Ojalá queramos y hagamos que el fenómeno de Yalitza se esparza a quienes se parecen a ella y no son ella. Ojalá hagamos magia entre nosotros.