¿Sirven de algo las mascarillas para prevenir los contagios?
Lavarse las manos y vacunarse probablemente hará más por su salud que una mascarilla.
Con más de un centenar de muertes y unos 6.000 casos de infecciones confirmados, el coronavirus de Wuhan sigue generando alerta en China y en el resto del mundo.
Los expertos sanitarios advierten que la cifra aumentará y, sin embargo, todavía no se conoce del todo la facilidad con la que se propaga esta enfermedad, también conocida como 2019-nCoV e identificada por primera vez en la ciudad de Wuhan (China). Hay suficientes pruebas que respaldan que se puede transmitir entre humanos, pero no se sabe si es necesario entrar en contacto con las toses o estornudos de una persona infectada o si con tocar una superficie contaminada ya es suficiente para contraer el virus.
Dado que este virus sigue siendo un misterio, mucha gente, sobre todo en China, ha empezado a llevar mascarillas para protegerse de posibles contagios. (Según parece, ya hay escasez de mascarillas en varias ciudades asiáticas y en algunos barrios chinos, y muchos vendedores de Amazon se han quedado sin existencias).
Pero aunque todo el mundo haga lo posible por conseguir una mascarilla, los expertos se muestran escépticos sobre su eficacia a la hora de proteger contra virus y bacterias. Estas son las razones por las que deberías (o no) llevar mascarilla y de qué otro modo puedes protegerte:
Los virus tienen distintos medios de transmisión. Cuando una persona infectada tose o estornuda, expulsa al aire partículas respiratorias que portan el virus. También se pueden propagar si una persona infectada se toca los ojos o la nariz y luego toca a otra persona u otra superficie. Si alguien entra en contacto con estas partículas, también corre el riesgo de infectarse.
Existen pruebas de que, si se usan correctamente, las mascarillas pueden frenar la difusión de los virus que se propagan por el aire. Por ejemplo, un estudio de 2008 descubrió que las personas que usan mascarilla tienen un 80% menos de probabilidades de contraer la gripe. Otro informe de 2009 descubrió que si además de llevar mascarilla te lavas las manos con frecuencia, el riesgo de contraer la gripe se reduce en un 70%.
Pero las mascarillas no son infalibles y solo porque lleves una no significa que ya no corras riesgo.
“Las mascarillas, sean del tipo que sean, son útiles porque te cubren la nariz y la boca, pero aun así dejan los ojos al descubierto, por lo que puedes tocarte y seguir transmitiendo el virus”, explica Michael Ison, especialista en enfermedades infecciosas.
Cuando estudiaron el síndrome respiratorio agudo grave (SARS) de 2003, los investigadores concluyeron que las mascarillas contribuyeron a frenar la propagación, sobre todo en ambientes hospitalarios, pero fue ante todo porque evitaba que las personas infectadas fueran propagando el SARS. De hecho, la mayoría de los asiáticos no llevan mascarillas para evitar contraer la enfermedad, sino para proteger a los demás de sus gérmenes y virus.
En 2012, cuando otro coronavirus mortal —el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS)— se propagó, las autoridades sanitarias solo recomendaron llevar mascarilla a quienes estuvieran en la misma habitación que alguien con MERS.
La conclusión es que las máscaras no acaban con el riesgo de contraer el coronavirus, pero pueden ser de ayuda. “Puede reducir el riesgo de ciertas transmisiones, pero nunca hasta llegar al riesgo cero”, sostiene Ison.
Hay dos tipos de mascarillas que ayudan a reducir la probabilidades de contraer el coronavirus: las mascarillas quirúrgicas y los respiradores N95.
Las que se ven en los medios son las mascarillas quirúrgicas, que son las que usan los médicos, dentistas y enfermeros cuando tratan a los pacientes. Aunque protegen a la gente de salpicaduras y pequeñas partículas hasta cierto punto, no son infalibles. No van ajustadas y son muy finas, así que las partículas más finas todavía pueden colarse.
“Las mascarillas quirúrgicas ofrecen algo de protección contra fluidos como los de toses o estornudos, y filtran hasta cierto punto el aire. Sin embargo, como no van bien ajustadas alrededor de la nariz y la boca, gran parte del aire inhalado y exhalado pasa sin filtros”, explica Richard Martinello, especialista en enfermedades infecciosas.
Y luego están los respiradores, que son los que utilizan, por ejemplo, los obreros de la construcción. Son mascarillas más recias y están diseñadas para que encajen mejor en la cara. Según los Centros para el Control y Detección de Enfermedades (CDC), estas mascarillas filtran alrededor del 95% de las partículas que transporta el aire, incluidos virus y bacterias.
No obstante, son menos cómodas y muchas personas dicen tener dificultades para respirar cuando las llevan, algo difícil de soportar durante horas. Los respiradores pueden quedarse obstruidos y provocar que el ritmo cardíaco y respiratorio se dispare, de modo que las personas embarazadas o con problemas respiratorios deberían pedir opinión al médico antes de usar uno.
Probablemente no necesites una mascarilla
Aunque es inevitable que lleguen más noticias sobre el coronavirus, los expertos insisten en que no debe cundir el pánico y que no es necesario que corras a la primera tienda a comprarte una mascarilla. El riesgo de que se propague el brote en España sigue siendo bajo y las mascarillas no son de mucha ayuda a estas alturas. Es más, la gripe sigue siendo en este momento mucho más infecciosa y mortal que este coronavirus.
Los CDC de Estados Unidos aseguran que solamente quienes viajen a China deberían llevar mascarillas.
“Por norma general, no recomendamos el uso de mascarillas ni respiradores entre la población general. Evidentemente, quienes deseen tener más precaución y exponerse menos a los gérmenes cuando estén en público pueden llevarla”, comenta Martinello.
El éxito de las mascarillas depende en gran medida de que el portador se la ponga correctamente. Tienes que asegurarte de que no te la pones del revés, mantener la mascarilla por encima de la nariz, fijar bien las gomas tras las orejas y cerrar lo máximo posible los huecos que deje por la zona de la mandíbula. Martinello señala que el mayor error que comete la gente es cubrirse la boca y dejar libre la nariz.
Hay otras precauciones más efectivas que llevar máscara. Por ejemplo, mantener la distancia con las personas enfermas, sobre todo quienes tosen o estornudan. También debes evitar tocarte la cara con las manos para minimizar la exposición a estos patógenos. Por último, lavarse las manos es la mejor medida preventiva contra cualquier virus, de modo que hazlo frecuentemente y a conciencia.
“Asegurarse de que la gente se lava las manos y se vacuna probablemente va a hacer más por su salud que una mascarilla”, concluye Ison.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.