Sin habitantes, pero en lucha: así es la pelea por salvar esta joya en un pueblo de Burgos
La Iglesia de Santiago Apóstol, la primera en introducir el estilo gótico en Burgos, se encuentra con evidentes signos de abandono en su interior.
Tan imponente por fuera, tan desazonador por dentro. La Iglesia de Santiago Apóstol está ubicada en un pequeño pueblo llamado Villamorón y perteneciente al municipio de Villegas en Burgos. Las condiciones de una España vaciada cada vez más evidente han hecho que en esta localidad no viva nadie durante el año y se convierta en una zona de paso durante los meses de verano para los descendientes de los que un día habitaron el pueblo.
Sin embargo, Villamorón guarda una gran reliquia que poco a poco ha ido sufriendo los efectos del abandono y del tiempo: la Iglesia de Santiago Apóstol. El templo fue declarado Bien de Interés Cultural en 1994 por la Junta de Castilla y León. Es considerada la primera construcción que introduce el estilo gótico en Burgos y fue, junto con otras de la comarca, la inspiración de las llamadas iglesias fernandinas andaluzas de Córdoba y Sevilla.
Un elemento de tanta importancia no podía caer en el olvido, por ello a finales de 2003 se creó la Asociación cultural Amigos de Villamorón con el fin de preservar la iglesia ante su creciente estado de abandono. A día de hoy son 150 personas las que luchan por este monumento, la mayoría de ellos descendientes de Villamorón, que vivieron entre sus paredes grandes momentos de su vida.
“No es solo su valor histórico, también es el valor sentimental y humano, es el lugar que define su origen y en el que se han reflejado los acontecimientos más importantes de su vida desde el bautismo hasta el entierro”, explica Pedro Francisco Moreno, uno de los miembros de la Asociación Amigos de Villamorón.
“La asociación se creó a partir de un artículo del escritor Óscar Esquivias que publicó precisamente en El País, en el suplemento de Viajes. A raíz de este artículo muchas personas decidimos conocer la iglesia y por la impresión que nos causó el estado en el que se encontraba entonces, decidimos formar esta asociación y a partir de ahí trabajar con fundamentalmente tres cosas: restauración, difusión de la misma y la investigación del monumento”, comenta Pedro.
Primera restauración: consolidación del templo
Con su trabajo constante y su dedicación, la asociación logró que en la Junta de Castilla y León interviniese en 2009-2010 con más de un millón de euros en un importante proyecto de consolidación del edificio para evitar derrumbes y otros problemas más graves.
Este proyecto fue abordado por el arquitecto Antonio de la Fuente que, con un amplio conocimiento en este tipo de inmuebles, es una de las personas más cualificadas y con más conocimiento sobre la Iglesia de Villamorón. “Se estaba metiendo en agua por todos los sitios, las cubiertas ya no protegían nada y el edificio se estaba abriendo por todos lados”, explica el arquitecto.
“La formación dependiente de las cubiertas estaba hecha directamente con arcilla, trasdosando las bóvedas con arcilla, dándoles la pendiente y sentando allí las tejas. Al moverse todo aquello, la arcilla había ido colándose por las grietas y por eso ahora mismo todos los interiores están sucios, con chorretones de tonos rojizos que son que provienen de las cubiertas y que habían tenido goteras durante muchísimo tiempo”, señala el arquitecto.
Había que estabilizar todo el edificio y la mayor parte de los problemas venían de los empujes que se derivaban de las bóvedas. Según explica de la Fuente, cuando las bóvedas se empapan, pierden su esquema funcional y esto hace que empiecen a empujar contra los muros lo que provoca la aparición de grietas y esto puede llegar a desembocar en el derrumbe del edificio.
“Lo primero que se hizo fue sustituir las cubiertas en su totalidad. Las de madera se sustituyeron por una armadura de madera semejante pero nueva y en las naves se construyó una cubierta ligera con una estructura metálica de perfiles de acero galvanizado, una placa de fibrocemento y sentada sobre ella, la teja. Por lo tanto, las bóvedas dejaron de recibir empujes de las cubiertas”, comenta el arquitecto. Una vez estabilizadas las cubiertas, se comenzaron a trabajar los muros con sellados, cosidos de unas piezas con otras, atirantados de las esquinas o reestructuración de huecos
Sin embargo, aunque el trabajo de consolidación de 2009-2010 fue un gran avance, aún quedaba mucho por hacer, especialmente en el interior del templo. No había presupuesto suficiente para hacerse cargo de ello por lo que comenzaron a buscar otras fuentes de ingresos.
Proyecto de micromecenazgo: Hispania Nostra
Había que buscar alternativas. Desde hace ya algún tiempo en la Asociación Amigos de Villamorón trataron de proponer actividades con el fin de recaudar poco a poco dinero con el que ir arreglando el interior de la iglesia. Dentro de estas actividades entraban visitas guiadas, presentaciones de libros, conferencias o conciertos.
A lo largo de estos años, la asociación ha ido haciendo algunos trabajos de restauración. Hace tres años, sustituyeron el suelo de la sacristía, que estaba hecho de madera y ya estaba muy atacado por la carcoma, y lo sustituyeron por un suelo de baldosa. También cerraron los grandes ventanales del campanario con una valla protectora, para evitar el paso de palomas que estaban produciendo un deterioro importante.
El objetivo principal ahora es recuperar los tres elementos que más urgen: el coro, los paramentos verticales y el retablo mayor, especialmente los dos primeros. Para poder llevarlo a cabo, la Asociación Amigos de Villamorón junto con Hispania Nostra, una organización sin ánimo de lucro que anima a la participación de los ciudadanos en las tareas de preservación del patrimonio histórico y artístico, emprendieron una campaña de micromecenazgo para que todo aquel interesado en conocer y preservar este templo pueda hacer cualquier tipo de aportación económica cuyo objetivo estaba marcado inicialmente en los 15.000€.
Actualmente han alcanzado ya su objetivo óptimo que estaba situado en los 25.000€. Con un gran apoyo y mucha ilusión, la asociación cada vez está más cerca de cumplir sus metas y ponerse manos a la obra. “Ellos están dando un paso más para evitar lo que sabemos que pasa cuando se van quedando todas estas poblaciones abandonadas”, afirma María José Zaparaín, historiadora y escritora del libro ‘Villamorón y el templo de Santiago Apóstol. Más allá del silencio’.
¿En qué consiste Hispania Nostra?
La historia de Hispania Nostra se remonta a hace más de cuarenta años, es una organización que trabaja por la defensa del patrimonio cultural y natural de toda España. Entre sus actividades se encargan de que se conozca, se conserve, se transmita y “se sienta” ese patrimonio nacional, en palabras de su responsable de comunicación, Teresa Merello. Desde esta asociación no lucrativa se preocupan por promover acciones de sensibilización y educación, jornadas, congresos, reuniones y otras actividades.
Incluso tienen una “Lista Roja del Patrimonio”, su “programa estrella”, según lo describe Merello. En ella recogen los monumentos de nuestro patrimonio cultural que están en vías de derrumbe, desaparición o destrucción. Y es que en España son muchos los bienes históricos que están a punto de desaparecer.
Sin embargo, aquel patrimonio que estuvo o está en la lista roja, puede pasar a la lista verde, que la conforman aquellos en los que finalmente se ha intervenido o se han recuperado. Por otro lado, existe una lista negra en la que acaban aquellos bienes que no se pudieron salvar y acabaron cayendo o derrumbándose. La lista está actualizada constantemente por Hispania Nostra, que el pasado noviembre tuvo que apuntar el monumento número mil: la Ermita de Cuadrilleros, en Ledesma (Salamanca).
Pero Hispania Nostra no trabaja sola, de hecho, es el punto de apoyo principal de otra entidad promotora, en este caso, la Asociación Cultural Amigos de Villamorón. “El proyecto es de ellos, no nuestro. Nosotros somos el sello de calidad”, dice Merello. Antes de empezar la campaña, les guía en absolutamente todo: qué hay que hacer, cómo hacer atractiva la campaña, prepararla, hacer notas de prensa o la difusión en redes sociales.
En definitiva, son un gran apoyo y ayuda, siendo acompañantes de la Asociación Amigos de Villamorón. Además, como la propia organización está declarada como una entidad sin ánimo de lucro y de utilidad pública, todas las donaciones recibidas tienen una desgravación fiscal importante y se benefician de la correspondiente donación fiscal.
Para que la organización de Hispania Nostra se vuelque en ayudar a promover un proyecto, debe de ser un elemento de patrimonio cultural o natural y, sobre todo, tener apoyo social y tener una entidad promotora. “Los que viven en la zona son siempre los que echan el corazón, por así decirlo. Nosotros les acompañamos y acabamos creando un vínculo muy cercano con los promotores y les damos las herramientas necesarias”, explica Merello.
Un proyecto de micromecenazgo es, según Teresa, un “trabajo ímprobo”. Ya no son los 40 días de campaña sino todo el proceso anterior. “Hay que prepararlo, ponerse en contacto con mucha gente, estar dispuesto a luchar y pedir dinero, hacer toda la gestión, contactar con los donantes para agradecerles su aportación o darles un detalle simbólico… Es necesaria mucha implicación”, especifica la responsable de comunicación de Hispania Nostra.
No obstante, las campañas de micromecenazgo son algo que en España aún no está del todo asentado. En el caso de la Comisión de Burgos se han puesto en marcha muchos proyectos de este estilo con bastante éxito y apoyo pero aún no se llega a los niveles de otros países como Francia o Estados Unidos.
“Pero no todo es la recaudación de fondos, la publicidad y la visibilidad que se les da es algo muy importante. Hay gente que no puede donar dinero pero ayuda con la realización de vídeos, yendo a visitas o compartiendo en redes sociales. Hacer ruido es importantísimo y se creará una mayor conciencia social”, sostiene Merello.
La visibilidad del proyecto y conciencia social en ocasiones conllevan a que la administración pública considere que el bien tiene el apoyo suficiente para que merezca ser salvado y decidan invertir en su restauración. “La administración hace caso cuando ve que ahí hay un interés, que es algo que la sociedad está reclamando y a veces, gracias a estas campañas, se han decidido a prestar su apoyo”, comenta Teresa.
La Iglesia de Santiago Apóstol, bien de interés cultural
La Iglesia de Santiago Apóstol tiene un estilo tardorrománico o protogótico que le convierte en la primera construcción que introduce el estilo gótico en Burgos, incluso antes que su famosa catedral. Cuenta con muy pocas alteraciones hasta nuestros días y conforma, junto con otras de la comarca, el prototipo de inspiración para las iglesias fernandinas andaluzas de Córdoba y Sevilla.
Respecto a sus orígenes, no se sabe con certeza quién la mandó construir, pero se sospecha que pudo ser algún personaje poderoso de la corte castellana, quizá del entorno de Alfonso X el Sabio. “Su origen es una de las cosas que no terminé de aclarar. Se sabe que es una obra de finales del siglo XIII y que se prolonga a lo largo del siglo XIV, pero el origen de momento no he logrado averiguarlo”, explica la historiadora María José Zaparaín, a quien se le encargó estudiar e investigar el templo. Su libro, ‘Villamorón y el templo de Santiago Apóstol. Más allá del silencio’, es el fruto de su labor.
Uno de los grandes méritos de este templo, según indica el arquitecto de la Fuente, es que el interior está construido según un modelo único que se iba persiguiendo desde el principio de la construcción. Sin embargo, hay un punto en el que la parte más compleja, que serían la torre, los accesos y las coronaciones, se empiezan a abandonar.
“Hay un momento en el que se detiene la construcción, no se remata hacia arriba, lo coronan con una construcción rústica. La parte alta de la coronación de la torre no tiene nada que ver con el resto del edificio. Si hubieran completado el edificio según el modelo inicial, habría salido en todos los libros de historia del arte sin ninguna duda, habría sido espectacular”, lamenta el arquitecto.
De la Fuente cree que el edificio tuvo que estar emparentado con la casa real de esa época en los principios del siglo XIII. Alguien de la familia real que tuviera algún interés especial en construir un edificio que no es un templo parroquial, porque los servicios parroquiales de esa zona no se ajustan a este modelo de construcción. “Resulta extraño que si es una promoción de alguien muy destacado no quede constancia de ningún tipo, ni escudos, ni inscripciones”, reflexiona Zaparaín.
El camino al declive
La época que condujo a la Iglesia de Santiago Apóstol al abandono, se sitúa en los años 70, ya pasado el siglo XX. Toda España fue sacudida por una oleada de robos a manos de Erik el Belga y fue en ese momento cuando el Arzobispado decidió llevar todo aquello de valor que se encontraba en el templo de Villamorón al Museo del Retablo en Burgos.
Entre las obras que se protegieron se encontraba un retablo dedicado a San Joaquín y Santa Ana, un cristo románico y una cruz procesional de plata. La retirada de estos elementos hizo que la iglesia de Villamorón dejara de tener un culto regular y eso le llevó a su actual declive.
Aunque su aspecto exterior y su estructura se consolidaron gracias a la ayuda de la Junta de Castilla y León, su interior presenta un aspecto vacío, descuidado y ruinoso, lo que también aumenta la sensación de esbeltez y austeridad. Carece incluso de su retablo principal, que fue desmontado hace cinco años por el peligro de derrumbe condicionado por el aspecto de la construcción.
“Hay muchísimos pueblos ahora que están por debajo de los 100 habitantes, con tan poca población es muy difícil que los pocos que van quedando sean capaces de soportar el peso de tanto monumento y de tanta calidad como los que vemos por esta zona”, lamenta Antonio de la Fuente.
“Cuando estos pueblos se abandonan y se apagan sus voces, ya no hay campanas, ya no hay gente, ya no hay risas… Más allá de todo eso puede haber, por ejemplo, la iniciativa de todas estas asociaciones de gente que buscan recuperar esos pueblos o esos espacios. La labor de Amigos de Villamorón merece todo nuestro reconocimiento”, asegura María José Zaparaín.
Es por ello que hay que luchar por dar visibilidad a este tipo de proyectos, no todos tienen la suerte de tener una asociación detrás como la de Amigos de Villamorón y otros muchos tampoco reciben tanto apoyo social para darse a conocer. Este es el caso de la restauración del pórtico de la parroquia de la Asunción de Manzanares, en Ciudad Real o la consolidación de una casa solariega en Montón, Zaragoza.
Son pueblos pequeños cuyos proyectos no han tenido tanto empuje como el de Villamorón y la difusión es fundamental para sacarlos adelante. La evidente despoblación de la España vaciada está provocando que muchos monumentos y bienes caigan en el abandono porque ya no queda nadie que luche por mantenerlos en pie.