Si el rey calla, la monarquía peligra
Hace unos días sabíamos que 73 militares retirados le han escrito una carta a Felipe VI para que acabe con la democracia.
El Ejército es conservador. Todos lo son, empezando por el Ejército Rojo y acabando por los marines de Estados Unidos. Se basan en la disciplina, que ha de ser tan fuerte que un hombre ordene a otro morir por una bandera y este lo haga. No es una cuestión de derechas ni izquierdas, por eso citaba la URSS, es que la mentalidad conservadora es necesaria en el desempeño de su tarea, pero el Ejército español es mayoritariamente de derechas. No es ni malo ni raro, la democracia tiene estas luces, aunque la posición política debería ser estrictamente personal, como para todos los servidores públicos.
Un general ha dicho que habría que fusilar a 26 millones de personas para conseguir la España perfecta, otro que hay que dar un golpe de estado y volver a los tiempos de su amado general Franco. Se apoyan estos aprendices de conspirador en Los mitos de la Guerra Civil de Pío Moa. He leído ese libro, lo compré hace 20 años en un aeropuerto porque no tenía qué leer en un vuelo largo. Es un basura, una sucesión de mentiras y sandeces. En el capítulo de Guernica le echa la culpa a los bomberos, que no estuvieron bien. Como historiador me repugna, como español me preocupa que tres militares de alta graduación tengan eso como inspiración. Uno piensa que los generales son como en las películas ambientadas en la Inglaterra victoriana: caballeros cultos elegantes y valerosos. Nuestro general en cuestión cree que más de la mitad de españoles deben morir para que España sea como la desea. No sé de dónde ha sacado la cifra pero sí que en ese genocidio soñado están nuestros hijos. En su cabeza fusilar niños sonaba sensacional.
No termino de saber si me preocupa o me avergüenza. Creo que incluso me asusta esto que pasa, pero no veo el peligro de golpe de estado que insinúan estos tres que deberían estar mañana delante de un juez. Hay algo mucho más peligroso en términos de estado en todo esto.
Hace unos días sabíamos que 73 militares retirados le han escrito una carta al rey para que acabe con la democracia. En su jerga quieren “que les de la orden”. Era la tercera misiva, antes fueron 39 militares de la XIX promoción de la Academia General del Aire y luego 73 miembros de la XXIII promoción de la Academia General Militar. No hay que ser muy listo para darse cuenta de que estas cartas nacen en cenas de promoción, con lo que de etílico conlleva, pero consideraciones de este tipo son bizantinas ante la aterradora llamada a un golpe de estado por una parte significativa del ejército, que llega a decir que el rey comparte su malestar.
Ese es el peligro.
No me cabe duda de que el rey no se ha manifestado en ese sentido, sería una traición a la patria que dejaría en mantillas a Fernando VII, pero debe evidenciarlo. La situación de la monarquía es poco estable. Los últimos años hemos ido descubriendo que la institución no era lo que pensábamos, de manera que a Felipe VI le queda la compleja tarea de salvar la corona, rehabilitarla ante los españoles y convertirla en ejemplar y querida por todos. Este asunto es relevante para el futuro de España por razones obvias. Los últimos años han visto cómo el fascismo se volvía a institucionalizar en España de la misma forma que lo había hecho en Francia, Hungría, Polonia y otros países. No es bueno pero es legítimo. Esto genera un tablero político mucho más ancho sobre el que está el jefe de estado que en nuestro país es un rey. El rey tiene una función simbólica dentro de la normalidad institucional, pero en el hipotético caso de que se produjese un golpe de estado los militares sustituirían al presidente por el rey, tal y como insinúan sus cartas. Suena a ficción, pero es una ficción tan aterradora que se debe estudiar.
Hace algo más de un año los pueblos del Mar Menor despedían a la UME con abrazos y lágrimas. Habían ayudado a salir adelante a miles de personas que habían perdido sus casas durante la DANA. Hoy nuestros solados recorren las calles jugándose la vida para ayudar a la población contra la maldita pandemia. Hace años se llenaban de polvo hasta los ojos en el salvamento de Lorca tras el terremoto. Durante décadas han ayudado a pueblos en guerra, desde Mostar a Líbano. ¿Cómo nuestro gran ejército, cómo una institución ejemplar y entregada a su tarea crucial de proteger a los españoles y sus instituciones tiene entre sus jefes a hombres dispuestos a traicionar a su patria?
Creo que todo deriva de una frase que me dijo una vez Francesc Torres, uno de los grandes artistas: el hecho más importante de mi vida ocurrió antes de que yo naciera, y fue la Guerra Civil. Sí, todos seguimos marcados por aquello aunque naciésemos décadas después. Aquello generó un mito heroico que relata Pío Moa y que sigue excitando a personas siniestras. En ese mito el Ejército salva a la patria matando a una parte de ella, los malos. Mucha gente compra esa basura, de hecho la identificación de la extrema derecha española ha llegado al punto de utilizar mascarillas verde militar con la bandera de España como si fuese el anuncio publicitario de su voto.
El pasado tiene en nuestro país siempre una importancia crucial, tanto que se acaba de cumplir el 50 aniversario de las últimas ejecuciones del franquismo, el último error cruel que disparó la popularidad de ETA hasta convertirse en el cáncer que fue para todos. El pasado hoy intenta volver. No se lo consintamos, y el primer paso lo debe dar el rey en un discurso público en el que deje claro que él no es parte de una opción política, que no comparte sueños de genocidio con fanáticos y que no es ese el papel del Ejército de nuestro gran país. Él se juega mucho, pero nosotros más.