Seis motivos por los que no doy el pecho a mi bebé
Hace un tiempo leí un artículo sobre el caso de la leche infantil del grupo Lactalis contaminada por salmonela.
Después, no sé por qué, me puse a leer los comentarios. Y entonces monté en cólera por frases del estilo "Por eso hay que dar el pecho siempre" o "Les está bien empleado a las madres de los niños afectados, les tendrían que haber dado el pecho" o "En cualquier caso, la leche en polvo es tóxica", etcétera.
¿En qué sociedad vivimos? ¿En qué me estoy metiendo? Os lo digo claro: decidí deliberadamente NO amamantar a mi bebé y NO, no me arrepiento de mi decisión. Y sí, he dicho MI DECISIÓN. Porque, efectivamente, es una decisión personal, quizá una de las más personales que he tomado en mi vida de madre.
De hecho, es sólo decisión mía, porque el padre podría haber querido que le diera el pecho. Pero, hasta el momento, se trata de MI cuerpo, de MIS pezones, del dolor y del agotamiento que YO voy a sufrir, así que no veo por qué alguien más tendría que dar su opinión.
Esos comentarios me recordaron lo que pasó varios meses atrás, durante mi embarazo, cuando me sentí juzgada al anunciar que no quería amamantar. A veces tenía la impresión de ser considerada una mala madre, ya que, según ciertas personas, si quiero a mi bebé tengo que darle el pecho. Y no es así. Quiero a mi hija más que a nada en el mundo, quiero lo mejor para ella, pero no le he dado el pecho, ni siquiera el primer día, porque el parto fue demasiado agotador (35 horas para acabar usando fórceps...).
Pues bien, varios meses más tarde, con la distancia necesaria, he elaborado mi propia lista: la de los seis motivos por los que no di el pecho a mi hija.
1. Porque quería que el padre también se ocupara de los biberones (incluidos los de la noche) y que experimentara el momento mágico de dar el biberón a su bebé.
2. Porque he visto a amigas sufrir las primeras semanas de lactancia, y claramente el parto ya había sido suficiente nivel de dolor para mí (además de la horrible subida de leche tres días después).
3. Porque vivimos en una sociedad en la que muchas personas te incitan a dar el pecho, pero en la que no se hace nada para que puedas amamantar tranquilamente cuando sales de casa (me parece horrible ver a madres dar el pecho a su bebé en los lavabos de centros comerciales por no "molestar" a la gente).
4. Porque me niego a que me saquen la leche como a una vaca (lo siento, pero los sacaleches me dan esa impresión).
5. Porque me gusta controlar las cosas, más con mi hija, y saber exactamente la cantidad de leche que toma me tranquiliza.
6. Por último, porque quizás soy egoísta, pero quería mantener mi libertad. Y sí, pude irme unos días sin mi hija cuando tenía tres meses. La verdad es que la eché muchísimo de menos y lloré, pero también me vino muy bien relajarme (y dormir), y no habría podido hacerlo si le diera el pecho.
No me malinterpretéis, no tengo nada en contra de la lactancia. Me quito el sombrero ante las mujeres que eligen esa opción y debe ser un momento mágico con su bebé, pero no es algo que me resulte conveniente.
A día de hoy, Livia sólo toma un biberón al día (por la mañana) y sigue queriendo tomárselo en mis brazos (o en los de su papá) porque es nuestra pequeña burbuja de calma y de magia para empezar bien la jornada. Por tanto, no creo que se sienta traumatizada por no haber sido amamantada.
Si llego a tener otro hijo, tampoco me planteo darle el pecho, pero seré menos paciente y tolerante con los moralistas y biempensantes que pregonan su opinión sin que se la pida. Por el bien de la madre y del bebé, la lactancia debe ser una decisión no influenciada.
Y vosotras, ¿habéis dado el pecho o no?
El artículo fue publicado anteriormente en el 'HuffPost' Francia y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serranco