A Reino Unido no le tiembla el pulso y sí sanciona al patriarca Kirill
Por su parte, la Iglesia Ortodoxa rusa tilda de "absurdas" estas medidas.
Reino Unido ha anunciado la imposición de sanciones contra el patriarca Kirill, máximo representante de la Iglesia Ortodoxa en Rusia, por su apoyo a la invasión rusa de Ucrania. No como la Unión Europea, que por la presión de Hungría tuvo que retirar al líder religioso del sexto paquete contra Rusia.
El Ministerio de Exteriores británico ha indicado que el religioso ha mostrado un “respaldo significativo a la agresión” de Rusia contra el territorio ucraniano y ha manifestado que esta última batería de sanciones tiene como objetivo a aquellos que “facilitan la guerra” del presidente ruco, Vladimir Putin, y que “tanto sufrimiento ha llevado a Ucrania”.
En este sentido, la ministra de Exteriores británica, Liz Truss, ha indicado que la lista incluye a aquellos que han participado en el “traslado forzoso y la adopción ilegal de menores” ucranianos, quienes han recibido un “trato barbárico”.
“No nos cansaremos de defender la democracia y la libertad, y seguiremos presionando a Putin hasta que Ucrania tenga éxito. Los aliados de Putin siguen mirando para otro lado ante los crímenes de guerra”, ha aseverado.
La potencial inclusión del patriarca en la lista de sancionados fue objeto reciente de debate en el seno de la UE, que finalmente optó por aparcar la propuesta inicial de la Comisión Europea ante las reticencias de Hungría, que reniega de cualquier tipo de castigo contra líderes religiosos.
Sanciones “absurdas”
Por su parte, la Iglesia Ortodoxa Rusa ha tildado de “absurdas” las sanciones contra el patriarca y ha manifestado que “los intentos de intimidarle o hacerle renunciar a sus opiniones carecen de sentido y de perspectiva”.
El portavoz de la Iglesia Ortodoxa, Vladimir Legoida, ha indicado en un mensaje de Telegram que las medidas “solo contribuyen a romper la comunicación, ya fuertemente afectada, de la comunidad europea con Rusia”.
Además, ha lamentado que el objetivo es “intensificar el conflicto y alejar la paz” mediante la “destrucción de la Iglesia como medio de comunicación necesario”.