Rusia, a contrarreloj contra Ucrania y bajo la sombra de los crímenes de guerra
Putin juega la baza de los referendos de anexión en las zonas ocupadas, ante el rechazo de la comunidad internacional que los califica de "farsa".
212 días de guerra. Casi siete meses de invasión y, en cambio, son las primeras horas de la nueva fase que Rusia ha abierto con su respuesta contrarreloj a su derrota en el campo de batalla. Este viernes han comenzado los autodenominados referendos de anexión a Rusia en las regiones ocupadas o con gobierno pro-Moscú, mientras el Kremlin trabaja contrarreloj para incorporar a filas los 300.000 reservistas (o más unidades) decretados por Putin en su discurso a la nación del miércoles.
Son las últimas bazas antes de la gran amenaza, el ‘botón nuclear’ con el que coquetea el mandatario ruso a modo de advertencia a Occidente.
El doble relato de los referendos ‘farsa’
No sorprende que el Kremlin se felicite por la “alta participación” de las consultas en Lugansk. Donetsk, Jersón o Zaporiyia, donde se esperan unos datos reales muy bajos y una abrumadora victoria de Putin, ante el control de las votaciones y la fuga masiva de población nacional. Una ‘farsa’ a ojos del resto del mundo pero una amenaza ante el panorama bélico y diplomático global, en tanto que Rusia proclame como suyas las zonas en cuestión y considere como ataque a su territorio la contraofensiva ucraniana en esos territorios.
Con su apoyo a los referéndums que durarán hasta el martes 27, Rusia intenta también abrir una brecha en la resistencia ucraniana, mientras la operación militar lanzada por las tropas de Zelenski hace un mes, señuelo incluido, sigue dando frutos. En las últimas semanas, se disparan las zonas reconquistadas, con un cálculo, no oficial, superior a los 8.000 kilómetros arrancados a las tropas invasoras.
Rusia, a toda prisa para sumar nuevos soldados
Esa es la fotografía contra la que lucha a la desesperada Putin. De ahí su llamamiento a una “movilización parcial” de hasta 300.000 reservistas que ha puesto patas arriba Rusia. Entre el miedo, la resignación y el rechazo, se han disparado las huidas del país de miles de habitantes, ante la previsión de que fuesen llamados a filas. La compra de vuelos directos se colapsó el miércoles, apenas horas después del mañanero anuncio de Putin. Las fronteras de Finlandia y Georgia se han visto colapsada ante el trasiego de coches a la carrera por salir de territorio ruso.
Una reacción “histérica” porque “hubo cierta escasez de información, que también es comprensible y justificable”, apuntaba esta tarde el portavoz del Gobierno, Dimitri Peskov. La fuga de ciudadanos inquieta, mientras la UE abre un debate exprés sobre cómo acoger a los huidos.
Ante esto, el entrenamiento exprés de la población ya ha comenzado. En campos -y hasta colegios- de Siberia y de otros puntos más cercanos a Ucrania o Georgia, se multiplican los pelotones de hombres jóvenes y de mediana edad de maniobras, con especial énfasis en territorios habitados por minorías étnicas, lejos de las grandes urbes.
La promesa de llamar solamente a hombres de hasta 50 años con formación militar previa no se cumple y ya se han registrado protestas en las redes por la convocatoria de personas sin bagaje armamentístico ninguno, también mujeres, y hay denuncias de alistamientos forzosos en las estaciones y entre los detenidos por manifestarse contra la guerra. Diversas fuentes hablan de un posible llamamiento de muchas más que las 300.000 personas anunciadas.
Los crímenes de guerra y la fosa de Izium
La ONU ya lo confirma: Rusia cometió “crímenes de guerra”, según ha probado la misión enviada a Ucrania por parte de la organización. Tras un estudio pormenorizado de “27 pueblos y asentamientos” y “más de 150 entrevistas a víctimas y testigos”, el jefe de la delegación, Erik Mose, ha denunciado “el uso por parte de la Federación Rusa de armas explosivas con efectos de área amplia en áreas pobladas”, una “fuente de daño y sufrimiento inmensos para los civiles”, ha explicado.
Sus palabras, ante el Consejo de Derechos Humanos de la propia ONU han llegado horas antes de que los forenses hicieran públicas sus conclusiones del estudio de los 436 cadáveres apilados en la fosa común de Izium, descubierta hace una semana. Antes de huir, Rusia dejó un rastro de destrucción con pruebas de “genitales amputados” en muchas víctimas y decenas de cuerpos torturados. No es el último escenario del horror que aparecerá; el gobernador regional ya ha advertido que están trabajando en, al menos, otras tres fosas.
La condena es unánime en el bloque occidental. En su turno dentro de la ONU, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha pedido expulsar a Rusia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde es miembro permanente, de manera “automática” por iniciar una guerra “no provocada e injustificable”.
China da un paso... hacia Ucrania
La calculada ambigüedad de Pekín en relación a la guerra comienza a decantarse. Después de evidenciar sus reticencias ante una potencial escalada bélica en su reunión de alto nivel con Putin en Samarkanda, el régimen chino ha protagonizado este viernes una imagen más que simbólica.
El ministro chino de Exteriores, Wang Yi, le ha transmitido a su homologo ucraniano, en el seno de la ONU, el “respeto de China por la soberanía de Ucrania y su integridad territorial”, según ha compartido el ministro europeo en Twitter.
Según el jefe de la diplomacia ucraniana, Wang le transmitió asimismo “su rechazo al uso de la fuerza como medio para dirimir las diferencias” entre países. Las redes oficiales del Gobierno chino no llegan tan lejos, pero sí se hacen eco del apretón de mano entre cancilleres, un gesto que a buen seguro no ha gustado en Moscú.