Rusia 2018 y las estadísticas históricas de los mundiales de fútbol
El mundial de los grandes batacazos
La historia de los mundiales de fútbol nos tiene acostumbrados a inesperadas caídas prematuras de grandes favoritos. Sin ir más lejos, la eliminación de la vigente campeona en la primera fase que hemos presenciado en Rusia ya es la cuarta en los cinco mundiales de este siglo. Pero este Mundial se ha caracterizado por una inédita acumulación de estas sorpresas, alguna de ellas histórica.
Todo empezó ya en la fase de clasificación para el torneo, quedándose en el camino por primera vez en 60 años la tetracampeona Italia, además de Holanda, segunda y tercera en los últimos dos mundiales, así como la ganadora de las últimas dos Copas de América, Chile. En la fase de grupos se produjo la caída más insólita–y la que más pesó al autor de estas líneas–, la de la tetracampeona y vigente campeona del mundo Alemania, como última de su grupo, es decir, sin estar ni siquiera entre los 24 mejores, cuando había acabado todos los dieciséis mundiales desde su readmisión tras la Segunda Guerra Mundial en 1954 entre los ocho mejores, y los últimos cuatro mundiales incluso entre los tres mejores. En octavos de final le tocó a la vigente campeona de Europa, Portugal, y a la hasta 2012 la tan hegemónica España, muy mermada por prescindir de su entrenador a dos días de su debut, así como a la bicampeona del mundo Argentina, subcampeona del último mundial y de las últimas dos Copas de América, que continúa con la sequía de títulos más larga de su laureada historia, que dura ya un cuarto de siglo, desde su victoria en la Copa de América de 1993.
Así, en cuartos de final no quedó ninguna de las últimas tres campeonas del mundo, ninguno de los tres primeros del último ni del penúltimo mundial y ninguna vigente campeona continental, en particular ninguna campeona de las últimas cuatro Eurocopas ni de las últimas dos Copas de América, algo totalmente inédito en las historia de los mundiales. De todas las selecciones que en el último medio siglo habían llegado a una final de Mundial, solo quedaron Francia y Brasil. Esta última, máxima favorita en las apuestas, cayó en cuartos de final, encadenando su cuarto mundial decepcionante, tras haber alcanzado tres finales consecutivas entre 1994 y 2002. Francia se quedó como única superviviente de las grandes favoritas con un potente palmarés relativamente reciente, consistente en un campeonato del mundo hace dos décadas y de Europa (por segunda vez) dos años después, ambos con su actual seleccionador como capitán, así como un subcampeonato del mundo en 2006 y de Europa hace solo dos años.
Para evidenciar la singularidad histórica de todo ello, basta con fijarse en las cuatro selecciones que han dominado la historia de los mundiales: Brasil, Alemania, Italia y Argentina. El único precedente de una final de Mundial sin ninguna de ellas era la de 2010. Es más, en siete de los doce mundiales del último medio siglo previos a este último, incluso ambos finalistas pertenecían a este cuarteto. El Mundial de Rusia ha sido el primero de la historia sin ninguna de ellas entre las cuatro mejores (semifinales) y también el primero con solo una de las cuatro entre las ocho mejores (cuartos de final).
A pesar de las grandes sorpresas, el peso de la historia siguió vigente
De la misma forma que a lo largo de la historia de los mundiales se han producido sonados fracasos de los grandes, se han dado casos de pequeñas selecciones que sin apenas experiencia ni historial futbolístico han protagonizado heroicas hazañas conquistando los corazones de los aficionados, como Senegal, que se estrenó en su primer mundial en 2002 con una victoria sobre la vigente campeona Francia y estuvo al punto de alcanzar las semifinales, cayendo solo en la tanda de penaltis. O Camerún que hizo algo parecido en 1990. O –cambiando de torneo– la pequeña Islandia (de 337 mil habitantes, tantos como en los distritos madrileños de Puente y Villa de Vallecas), que en su primer gran torneo, la Eurocopa de 2016, llegó a cuartos de final tras eliminar a Inglaterra. Pues dado que los fracasos de unos son los éxitos de otros, un Mundial con tanta favorita destronada podría parecer predestinado para una revolución de las pequeñas e inexpertas selecciones que nunca habían llegado lejos.
Nada más lejos de la realidad: el vacío dejado por las grandes favoritas caídas fue ocupado por otras naciones de gran tradición futbolística, aunque en parte con un palmarés menos glorioso o más remoto, que dieron un paso hacia delante, sin dejar hueco alguno para sorpresas como las mencionadas anteriormente. Todas las selecciones que superaron la primera fase para alcanzar las eliminatorias ya habían disputado varias eliminatorias de Mundial. Con la excepción de Japón, en octavos de final por tercera vez en lo que va de siglo, las otras quince eran selecciones europeas y americanas que incluso habían estado en cuartos de final en mundiales anteriores, sin que hubiera ni una sola selección africana, cosa que nunca había ocurrido desde que, empezando con el Mundial de 1986, la segunda fase cuenta con 16 equipos.
En cuartos de final solo quedaron selecciones que incluso habían sido semifinalistas en ocasiones anteriores, la mitad de ellas hasta campeonas del mundo. Si bien la composición de esa ronda no era precisamente la más esperada por las destacadas ausencias, ninguno de los ocho cuartofinalistas puede considerarse insólito. Empezando por los cuatro que no superaron esta ronda, aparte de la máxima favorita en las apuestas Brasil, estamos hablando de la bicampeona del mundo y campeona récord de América Uruguay, cuya última llegada a semifinales se produjo hace solo ocho años; de Suecia, subcampeona del mundo en 1958 y cuatro veces semifinalista (la última vez en 1994), que llegó al mundial tras dejar fuera en la fase de clasificación a Holanda e Italia; así como de Rusia, que si bien no tenía el nivel de hace una década cuando alcanzó las semifinales de la Eurocopa de 2008, contaba con la ventaja de ser la anfitriona. Además se trata de la sucesora de la Unión Soviética, semifinalista del mundial de 1966, campeona de Europa de 1960 y, conjuntamente con Españ,a la segunda selección con más finales de Eurocopa (cuatro, por detrás de Alemania con seis).
Entre los semifinalistas sí hay dos que hicieron el mejor Mundial de su historia, pero por poco, mejorando su mejor registro anterior en un solo puesto: Bélgica, tercera de este Mundial, ya fue cuarta del mundial de 1986, además de subcampeona de Europa en 1980 y tercera en 1972. Croacia, segunda en Rusia, ya fue tercera en su primer Mundial en 1998, donde fue el equipo revelación y en el que su delantero Davor Šuker fue el máximo goleador. Y con anterioridad también la selección yugoslava, en la que los croatas participaron hasta la desintegración del país a principios de los años 90, alcanzó dos semifinales de mundial. Por tanto las dos selecciones cuentan con un notable historial futbolístico y si bien no es comparable con el de las más grandes, ambas llevaban tiempo en el punto de mira por su prodigiosa generación de jugadores talentosos. No en vano tanto belgas como croatas triunfan en las mejores ligas, como el capitán croata Luka Modrić –elegido mejor jugador del torneo y para muchos merecedor del balón de oro– con su importante papel en las recientes Copas de Europa del Real Madrid, para mencionar solo el caso más destacado.
En definitiva, el tercer puesto de Bélgica no fue una sorpresa –de hecho la selección llegó al mundial como tercera del ranking de la FIFA– y si el subcampeonato de Croacia lo fue, desde luego no se trató de una sorpresa monumental como por ejemplo la conquista de la Eurocopa de 2004 por Grecia (que hasta entonces solo había jugado un mundial y una Eurocopa sin haber ganado un solo partido en ninguno de los dos). De hecho, dos modelos de predicción le daban a Croacia previamente al mundial una probabilidad de alcanzar la final del 6 y del 7%, respectivamente, es decir aproximadamente 1 entre 15.
Lo que convierte el éxito de Croacia en especialmente meritorio, es que el país cuenta con poco más de cuatro millones de habitantes, con lo que, aparte de ser el país más joven en jugar jamás un final de Mundial, también es el más pequeño desde las finales de Uruguay en 1930 y 1950. Ello implica una tasa muy elevada de "talentos por cada cien mil habitantes", para expresarlo de alguna forma, algo que aplica también para otros deportes. También destacó por su capacidad de superar adversidades. Empezó todas las eliminatorias con un gol en contra y es la primera selección en la historia de los mundiales que llega a una final tras superar todas las eliminatorias con prórroga. Los octavos y cuartos de final se decidieron además en la tanda de penaltis, siendo el único precedente de una selección que supera dos eliminatorias consecutivas de un Mundial en los penaltis el de Argentina en los cuartos de final y semifinales de 1990.
Los otros dos semifinalistas eran campeonas del mundo, con un único título, ganado como anfitriona, Inglaterra en 1966 y Francia en 1998. Inglaterra repite su cuarto puesto de 1990, su segundo mejor registró en un Mundial, en parte sin duda gracias a un cuadro de eliminatorias favorable, pero desde luego dando mucho mejores sensaciones que en anteriores torneos. Y a juzgar por las copas del mundo sub-17 y sub-20 conquistadas el año pasado cuenta con potencial para seguir mejorando.
La última gran favorita superviviente no defraudó
Dos décadas después del primero, Francia gana –con una sensación de gran suficiencia– su segundo Mundial, igualando a Argentina y Uruguay como cuarta selección con más títulos por detrás de Brasil (5), Alemania e Italia (4). Lo consigue en su tercera final, con la que iguala a Holanda como quinta selección con más finales tras Alemania (8), Brasil (7), Italia (6) y Argentina (5). También es ya la cuarta selección en solitario con más semifinales (6) tras Alemania (13), Brasil (11) e Italia (8). Y si ya su primer título fue el triunfo de una selección multiétnica liderado por Zindedine Zidane, de ascendencia argelina, más aun lo ha sido este segundo, con 15 jugadores (de 23) con raíces africanas, toda una compensación por la ausencia de selecciones africanas en las eliminatorias.
Conquistó el título derrotando a Croacia por 4-2, en la primera final sin prórroga desde el Mundial de 2002, y con tantos goles como en todas las cuatro finales de mundial previas (que en realidad tenían la duración de cinco partidos regulares, ya que las últimas tres llegaron a la prórroga). En ninguna de las finales posteriores a la de 1986, Argentina 3-2 Alemania, se habían superado los tres goles y en la mayoría de ellas (cuatro de siete) hubo como mucho un gol. Seis goles no se veían desde la final de 1966, Inglaterra 4-2 Alemania, y también eso solo con prórroga. La única final de la historia de los mundiales con más goles aún, además sin prórroga, fue la de 1958, Suecia 2-5 Brasil. También en los otros dos grandes torneos del fútbol hay sola una final con tantos o más goles, la de la Copa de América de 1949, Brasil 7-0 Paraguay, mientras en la Eurocopa jamás hubo una final con más de cuatro goles.
Además el marcador se abrió con el primer gol en propia puerta jamás en una final de Mundial, obra del croata Mario Mandžukić. Curiosamente él mismo marcó también el último gol del partido, esta vez para su equipo, habiendo un solo antecedente de un jugador marcando un gol y un autogol en un mismo partido en toda la historia de los mundiales: el holandés Ernie Brandts en el 2-1 contra Italia en la segunda fase de grupos de 1978, que valió a Holanda el pase a la final.
También marcó el francés Kylian Mbappé, convirtiéndose con 19 años en el segundo jugador más joven en hacerlo en una final mundial, después de haberse convertido ya en octavos de final contra Argentina (4-3) en el segundo jugador más joven en marcar por partida doble en una eliminatoria de Mundial. En ambos casos, el único más joven aún fue el brasileño Pelé, que en el Mundial de 1958 con tan solo 17 años marcó hasta un hat-trick en la semifinal y un doblete en la final.
Con el triunfo el seleccionador francés Didier Deschamps ha conseguido lo que hasta ahora solo había alcanzado el alemán Franz Beckenbauer. Tras levantar como capitán la Copa del Mundo y de Europa con su selección y la Copa de Europa de clubes (con el Olympique de Marsella en 1993), ha ganado la Copa del Mundo también como seleccionador. Aparte de ellos dos, solo el brasileño Mário Zagallo fue campeón del mundo como jugador y técnico, y solo Iker Casillas levantó como capitán la Copa del Mundo y la de Europa de selecciones así como la Copa de Europa de clubes.
También cabe destacar que el central francés Raphaël Varane, que acababa de ganar su cuarta Copa de Europa con el Real Madrid, convirtiéndose con 25 años en el tetracampeón de Europa de clubes más joven de la historia, pasa a ser el decimoprimer jugador en ganar el título más importante de clubs y el de selecciones en un mismo año, tras los también madridistas Sami Khedira (Alemania, 2014), Roberto Carlos (Brasil, 2002), Christian Karembeu (Francia, 1998), así como los alemanes Franz Beckenbauer, Paul Breitner, Uli Hoeneß, Gerd Müller, Sepp Maier, Katsche Schwarzenbeck y Jupp Kappellmann del Bayern de Múnich (1974).
El Bayern de Múnich se consolida también como el club con más finalistas de Mundial a lo largo de la historia. Con el francés Corentin Tolisso (que entró en el minuto 73) ya van 32 finalistas suyos y diez finales consecutivas con la participación de al menos un jugador suyo. Un curioso efecto colateral de las mencionadas sorpresas de este Mundial es que no marcó ningún jugador del Bayern en todo el torneo, lo cual es noticia porque no ocurría desde 1990 y porque se trata del club con más goles marcados por sus jugadores a lo largo de la historia de los mundiales (76) y en particular también en el último Mundial de Brasil (18). Sorprende más aún si cabe si se tiene en cuenta que entre sus jugadores están el máximo goleador del último Mundial, el colombiano James Rodríguez (6), y el máximo goleador de los dos últimos mundiales en conjunto, el alemán Thomas Müller (10; 5 en cada uno). Ya le pisa los talones el Real Madrid con 74 goles tras los 10 marcados por sus jugadores en Rusia.
El dominio de Europa
Tras los mundiales de 1934 en Italia, 1966 en Inglaterra, 1982 en España y 2006 en Alemania, el Mundial de Rusia ha sido en quinto de la historia con una ronda de semifinales íntegramente europea y ya es el cuarto Mundial consecutivo ganado por una selección europea.
Se trata de todo un cambio de tendencia, ya que anteriormente, con excepción de los dos campeonatos consecutivos ganados por Italia en 1934 y 1938 y por Brasil en 1958 y 1962, siempre había alternancia entre campeonas europeas y sudamericanas, ganando los europeos solo en Europa y los sudamericanos el resto de los mundiales, una vez incluso en Europa (Brasil en Suecia en 1958). En el número total de mundiales ganados, nunca uno de los dos continentes le llevaba al otro más de un Mundial de ventaja, siendo además desde 1958 siempre Sudamérica quien se adelantaba y Europa quien "empataba" cuatro años después.
Todo cambió cuando tras el triunfo de Italia en Alemania en 2006, que aún seguía este patrón, en 2010 en Sudáfrica, España se convirtió en la primera campeona europea fuera de Europa y cuatro años después Alemania en la primera en suelo americano, en el mismísimo Brasil, con lo que Europa le llevaba por primera vez dos campeonatos de ventaja a Sudamérica, una diferencia que en Rusia se ha ampliado a tres: doce títulos europeos frente a nueve sudamericanos.
La última campeona sudamericana fue Brasil en 2002, por lo que pasarán al menos dos décadas sin una campeona sudamericana, hasta el próximo Mundial de Qatar en 2022. Si bien es cierto que eso ocurrió también entre los campeonatos ganados por Uruguay en 1930 y 1950, no es comparable ya que en aquel periodo dos mundiales habían sido suspendidos por la Segunda Guerra Mundial. Ya tras la guerra nunca habían pasado más de ocho años sin un título sudamericano.