Deconstruyendo a Rosalía Iglesias
¿Cómo es la mujer de Luis Bárcenas? ¿Cómo ha sido su entrada en prisión? ¿Qué dicen sus amigos y enemigos? ¿Cómo era aquella vida de lujo?
“Conocí a Rosalía Iglesias cuando yo era secretario general de AP, venía recomendada por el tesorero de la época. Y no se decía ‘no’ a Ángel Sanchís. Ella era de provincias, muy inteligente, muy capacitada, muy trabajadora y muy elegante”. Al habla Jorge Verstrynge, exdirirgente de Alianza Popular.
Eran los electrizantes años 80 en Madrid, Iglesias llegaba con su maleta desde su Astorga (León) dispuesta a labrarse un futuro laboral. Por allí deambulaba un joven Luis Bárcenas, que empezaba a destacar por su habilidad con las cuentas dentro del partido. Hubo flechazo, empezaba una historia que acabaría casi cuarenta años después con los dos en la cárcel, convertidos en símbolos de la corrupción en España.
“No me di cuenta que empezaba a tener una relación con Bárcenas, hasta que él me dijo: ¿Te importa que me la quede yo como secretaria? Se fue a trabajar con él”, recuerda Verstrynge durante la conversación con El HuffPost. Y apunta: “Aquello fue y es una preciosa historia de amor. Ella lo adora a él y él la adora a ella. Es una historia de locos condenarla porque dicen que forzosamente se debió de enterar de lo que estaba pasando. Pues lo mismo digo en relación con la reina Sofía…”
En cuarentena en la cárcel
A las 17.15 del pasado domingo Rosalía Iglesias llegaba a la cárcel de Alcalá Meco. Todavía casi en shock, dicen fuentes cercanas, porque nunca creyó que llegarían a condenarla finalmente. Allí la recibieron los funcionarios de esta prisión madrileña. Al entrar le tomaron las huellas, le hicieron las correspondientes fotos y anotaron sus datos en el libro de ingresos. La cachearon y guardaron los objetos que traía. En el ordenador ya había un número asignado pues hace dos años había pasado brevemente por la cárcel de Soto unas horas tras la primera sentencia de la Audiencia, pero entonces pagó 200.000 euros de fianza y pudo salir.
Son tiempos extraños por la pandemia además. La propia Iglesias está guardando primero cuarentena dentro de la cárcel, según confirman fuentes penitenciarias. Tiene tiempo estos días para revisar el folleto de 36 páginas que le entregaron los funcionarios a la entrada: La prisión paso a paso. Ni ella ni su marido ni su hijo ‘Willy Bárcenas’ creyeron que acabaría así la situación, siempre pensaron que Iglesias se salvaría de la cárcel.
El Tribunal Supremo, en cambio, en su sentencia de Gürtel lo fijaba negro sobre blanco: 12 años y 11 meses de prisión. Para el Alto Tribunal, quedaba claro que había “indicios plurales y acreditados” de que Iglesias “conocía la procedencia delictiva del dinero y el incremento del patrimonio no justificado”. Los jueces indicaban: “Conducta activa”.
El Supremo estimó que Iglesias participaba en la documentación falsa, en la “efectiva” gestión de las cuentas bancarias en las que figuraba y en los ingresos. El Alto Tribunal afirma que ella también estaba detrás de la operación relacionada con la compra de acciones de Libertad Digital para la apropiación de 149.600 euros de la caja B del Partido Popular. Con ese importe, recoge el fallo, emitió un cheque para la compra de un inmueble.
El lujo de Madrid, Marbella y Baqueira
Pero su nueva casa es ahora la cárcel de Alcalá Meco. Nada tiene que ver con el pisazo de más de 200 metros que tienen los Bárcenas en el número 34 de la calle de Príncipe de Vergara, en el elitista barrio de Salamanca en Madrid. Portal de palacete, vidrieras en las escaleras, famosos y millonarios vecinos… En esa intimidad de la familia, entre sofás rojos y lamparitas con apliques dorados, se abría paso imponente entre las paredes un cuadro con el retrato de la propia Iglesias. El reflejo del pasado: ella sonriendo, con blazer azul, camisa blanca, pañuelo anudado al cuello y vaqueros. Marco dorado y fondo gris, los contrastes de la vida.
Desde allí ella escuchaba muchas veces canturrear a su hijo Willy, muy cerca en su habitación, con sus temas pop-rock mientras se tomaba una Mahou. El famoso cantante pasaba de esos cuadros ególatras y tenía en su pared un póster de la película de La Comunidad, de Álex de la Iglesia, y forraba el interior del armario con fotos de chicas en bikini. En otra pared: cuernos de ciervo y una pipa de agua. El universo feliz de los Bárcenas, esplendor de una época en la que el dinero negro y la corrupción corrompían Génova 13. Allí el que mandaba era el gerente y luego tesorero, en un sistema de empresarios y contratos amañados.
Iglesias dejaría después de unos años de trabajar en Alianza Popular. Ya entonces Bárcenas se había separado y se había casado por segunda vez con ella. En los últimos años antes del gran escándalo se dedicaba, según fuentes de su entorno, a su trabajo como restauradora. Lejos quedaba aquella niña que se crió en una familia numerosa en el humilde barrio de San Andrés, en Astorga (León). Los que la conocen dicen que disfrutaba mucho todos los veranos de esplendor junto a Bárcenas en la exclusiva zona de Guadalmina, en Marbella, y que otro de sus momentos para desconectar era entre la nieve de Baqueira Beret.
“Era el típico matrimonio que quería posibles. Él era un superdotado en materia de finanzas. Por lo tanto, trabajaba para él personalmente. Ella se debió acostumbrar relativamente pronto a una cierta vida de lujo. Tenían un nivel de vida elevado”, describe Verstrynge.
Al saltar la noticia, muchos de los conocidos dejaron de frecuentarlos. “Él tenía que ser el malo de la película para que todos los demás pudieran dormir tranquilos”, señala un exdirigente de la derecha. Otros en el partido dicen que ese rechazo se debió a que se dieron cuenta de que había robado millones y millones y que estaba poniendo en aprietos a los populares. Un “sinvergüenza”, como lo describe otro cargo del Partido Popular, que insiste en que no se pueden creer todas las palabras que dicen el propio extesorero y el excomisario Villarejo.
¿Tirará más de la manta? El PP dice no tener miedo...
¿Teme ahora el Partido Popular que Bárcenas pueda tirar de la manta tras cruzarse la línea roja de que su mujer esté en prisión? Fuentes de la actual dirección de Génova 13 responden así: “¿Temor? Cero. Casado habló tan claro de Bárcenas cuando era vicesecretario que lo llevó a los tribunales con Maroto”.
A los Bárcenas les queda todavía un grupo de personas cercanas. Una de ellas, que pide anonimato, dice que los “han utilizado claramente” y que la “idea creada no tiene que ver con la realidad, ella es muy sencilla y normal”. “¿Que tenían dinero y vivían bien? Pues sí”, añade.
Estos años para Rosalía, cuentan las fuentes, han sido “muy duros”, con un largo proceso que arrancaba por el año 2009. Ella lo ha llevado “con bastante serenidad y entereza”, recuerda una persona de su círculo, aunque otro conocido confiesa que alguna vez le ha llamado llorando por la situación. En el círculo de Iglesias rechazan la idea del Supremo de que participó activamente y una persona que la conoce dice que ella ni firmaba sus propias declaraciones de la renta, sino que era su marido el que se encargaba de todo. “Ella no ha conocido a un asesor fiscal nunca. Tonta no es, es muy inteligente, pero no tiene formación financiera”, la defienden.
Y en mitad de este escándalo y con Bárcenas ya en la cárcel, se inició la Operación Kitchen orquestada por el Ministerio del Interior. El departamento dirigido entonces por Jorge Fernández Díaz (PP), según describe el juez Manuel García-Castellón, creó un “operativo parapolicial” con la finalidad de robar documentación que tuvieran los Bárcenas y que pudieran afectar a cargos relevantes del Partido Popular.
Desde Interior, según recoge el juez, se abonaron cantidades mensuales procedentes de los fondos reservados a Sergio Ríos, chófer de Rosalía Iglesias, para encontrar material comprometedor. Posteriormente el conductor obtuvo una plaza como funcionario de Policía. Para el entorno de los Bárcenas esto es una “barbaridad y una burrada” por parte del Ministerio de entonces, aprovechando que ella estaba en una situación “vulnerable”. Ellos intuían que algo pasaba, señalan fuentes cercanas, y tenían claro que les grababan. Pero no tenían ni idea de todo lo que había detrás.
Otro de los sentimientos que dominan en Iglesias y Bárcenas es que les “utilizaron” y pusieron el “foco” sobre ellos y no sobre políticos conocidos o ministros. Un sector del partido lo focalizaba todo en ellos, creen en el círculo del matrimonio, y así el partido se intentaba salvar ante el miedo que producía el caso. “Son un matrimonio contra viento y marea”, añaden conocidos.
Uno de los grandes fantasmas de la política española es si Bárcenas tiene todavía información reservada y si puede sacarla a la luz después de que su mujer haya entrado en prisión. Según ha publicado El País, los abogados del extesorero se han reunido con los fiscales para ofrecerles su “colaboración”, pero los defensores han negado en un comunicado a Efe que se haya producido ese encuentro.
Cuando creyó que iba a morir
Durante esos años, otro de los episodios que más ha marcado a Rosalía Iglesias se produjo el 23 de octubre de 2013. Un hombre tocó a la puerta, decía ser un sacerdote que iba de parte del Obispado para hablar sobre la libertad de Bárcenas (en ese momento en prisión preventiva). A los veinte minutos dentro gritó: “¡Se acabó el teatro!”. Sacó un revólver y encañonó a la mujer del extesorero, al hijo y a la empleada del hogar.
Entonces les ató las manos con bridas, según considera probado el tribunal, y les amenazó para que entregaran todos los “pendrives” y la información que tuvieran. El hombre, vestido como un sacerdote, entró al despacho de Bárcenas, momento en el que Willy pudo desatarse y saltar sobre él. Pudo reducirlo entonces, mientras Victoria Feliz de la Cruz -la empleada- conseguía llevarse el arma. Lograba salir ella de la casa, llegar a un bar cercano y pedir que alguien llamara a la policía. Rosalía gritaba mientras desde la ventana y pedía ayuda a los viandantes. Los tres han confesado posteriormente que creyeron que era el final, que acabarían muertos en ese momento.
Ese falso cura responde al nombre de Enrique Olivares García y fue condenado a 22 años de prisión. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid apreció alteración psíquica en el acusado. Pero, no obstante, el juez Manuel García-Castellón está tratando de averiguar en la Audiencia Nacional si este hombre pudo también formar parte de esa operación Kitchen orquestada por el Ministerio del Interior. Lo citó a declarar este pasado mes de octubre pero el forense determinó que no está en condiciones de hacerlo.
Esa condena conicidía en el tiempo con unas de las veces que tenía que ir a declarar Iglesias ante el juez por el caso Gürtel. Ella llegaba con chófer ante la Audiencia Nacional, pero luego quería ganarse al tribunal con un discurso de austeridad y humildad. “Es tan triste… vivo con 300 euros y la ayuda de mi madre de 88 años”, se quejaba ante el magistrado.
“En estos últimos cinco años, mi actividad profesional ha estado bastante condicionada a todo esto, con lo cual he podido trabajar poco, pero bueno estaba en función del volumen de restauración que yo hiciese, de la pieza que restaurase y bueno, pues, en la restauración se emplean muchísimas horas y no se gana mucho dinero”, describía ante el juez. Además, desvelaba que lleva dos meses sin pagar el leasing de su Land Rover y que para las anteriores había pedido ayuda a la familia de su marido.
Durante el proceso judicial, Iglesias llegó a solicitar al juez Pablo Ruz que le desbloqueara 5.000 euros al mes para poder vivir, algo que no aceptó el magistrado. En su petición, detalló para qué quería ese dinero: 400 euros para Bárcenas en concepto de peculio para sus gastos personales en la cárcel de Soto del Real, 250 euros para gastos en supermercado, 150 euros para la paga de Willy, 90 euros para carnicería, 90 euros para frutería, 75 euros para productos de pollería, 70 euros para pescado, 50 euros para peluquería…
Hoy Willy/Guillermo ya no tiene paga, sino que es uno de los cantantes que más gana en España al frente de Taburete. Pero en la lujosa morada de Príncipe de Vergara ya no duermen sus padres, convertidos en símbolo de la corrupción en España. Él mismo mandaba un mensaje en Instagram cuando su madre entraba en prisión: “Arrancándome lo que más quiero de mi vida y aún no viendo la luz al final del túnel, sé que como siempre he conseguido, sacaré mi armadura especial y resistiré. Y los míos también. Muchas gracias a todos por vuestros mensajes de ánimo. La joda seguirá…”
Lo geolocalizaba en “nowhere”. Pero Rosalia Iglesias sí tiene claro donde duerme ahora: en la cárcel de Alcalá Meco.