Rosa Montero: "Jamás hay que contestar un mensaje de odio"
Entrevista con la autora madrileña que publica su nuevo libro, 'El peligro de estar cuerda'.
Rosa Montero (Madrid, 1951) escribe siempre con pluma, en cuadernos lisos, y se ha pasado los últimos cuatro años trabajando en el que considera el libro de su vida. La prolífica autora acaba de publicar El peligro de estar cuerda (Seix Barral), un ensayo sobre la relación entre la escritura y los trastornos mentales.
A lo largo de más de 300 páginas, Montero reflexiona sobre su propia experiencia, relata las historias de otros grandes nombres de la literatura que han lidiado con problemas de salud mental y recopila estudios sobre el cerebro. La autora recibe a El HuffPost entre libros y naturaleza en la Biblioteca Eugenio Trías, en pleno Parque del Retiro de Madrid, dispuesta a charlar sobre todo en esta entrevista y a reivindicar las rarezas.
¿Cómo surge la idea de escribir este libro?
Pues fíjate, yo digo todo el rato que este es el libro de mi vida y te voy a decir por qué, por dos razones fundamentales. La primera es porque trata de dos temas que han sido de los más esenciales de mi vida. El primero el trastorno mental, la primera línea del libro es “Siempre supe que había algo que no funcionaba bien dentro de mi cabeza” y es así, y luego además vinieron los ataques de pánico. Claro, ahí necesitas plantearte qué te pasa e intentar entender por qué sucede eso y es casi una necesidad de supervivencia, o sea que ha sido para mí un tema, el tema de la salud mental, que toda la vida ha sido importantísimo. He escrito muchísimo, me han dado varios premios de esos de psiquiatras, porque realmente es un tema muy mío. Lo he ido intentando desarrollar y entender y está en otros libros míos como La loca de la casa, La ridícula idea de no volver a verte…
Luego la creación también. Como la mayoría de los novelistas, empecé a escribir desde niña. Yo siempre tengo también ese chisporroteo de imaginaciones en la cabeza, de casi como de alucinaciones ¿no? Alucinaciones controladas. Y la curiosidad de decir, ‘¿Por qué lo hacemos los que hacemos esto?’ Escribir una novela es rarísimo, te metes meses y años en un rincón de tu casa a inventar mentiras. Es muy raro. Te planteas por qué, cómo funciona y cuál es la relación entre eso. He tenido esa obsesión y esa preocupación por estos temas, esa turbación, y ese embeleso también, porque son temas que me fascinaban toda mi vida.
Hará como cuatro años o así de repente tuve la claridad, la idea que sale de no sé dónde de decir, ‘Voy a hacer un libro sobre creación y locura’. Y ya a partir de ahí lo que hice fue empezar a tomar notas ya sistemáticamente de una manera estructurada. He leído muchísimo más en estos cuatro años y también he releído algunos de los más importantes que conservaba en la memoria pero como no había tomado notas, pues he tenido que releer. Y así he ido haciendo la construcción de este libro, que es un poco la culminación de toda mi vida y que además te diré, que de repente terminé teniendo cuatro cuadernos grandes escritos por todas partes, con notas y con referencias, y tres cartulinas grandes con notas de los temas que quería y tratar, y los temas son como 70. Hice todo eso, me quedé mirando los cuadernos, me quedé mirando las cartulinas y dije ‘No voy a ser capaz’. Era tal el torrente de datos, de ideas que dije ‘No voy a poder hacer esto, no sé cómo meterle mano a este caos, a este bosque impenetrable de datos’. Y de repente, pues lo hice, y lo hice como haces las novelas, respirando hondo, cerrando los ojos y dejándote llevar por el ritmo interno del libro. Yo creo que de todos los libros que he escrito este es el que tiene más música interior y esa música me ha permitido encontrar un camino a través del bosque y lo he atravesado y he llegado a conclusiones que nunca había visto. He llegado por primera vez a responderme de una manera suficiente las preguntas que he estado arrastrando toda mi vida.
¿Podría decirse que el proceso ha sido terapéutico?
Más que terapéutico ha sido iluminador, serenador. Casi se me queda corto lo terapéutico, porque es como para curarte. Yo qué sé, una aspirina te alivia un dolor de cabeza, esto no. Esto ha sido estructurante, de toda una vida, de repente colocarla.
En el libro describes tus ataques de pánico, ¿crees que los lectores pueden sentirse identificados y que les puede ayudar que personas como tú habléis de salud mental?
Hombre, por supuesto. Totalmente, es necesario. Esta es la única cosa que ha sido un poco provechosa de la pandemia, con un coste muy alto. Lo que pasa es que ha empeorado tanto la salud mental con la pandemia que de repente ha producido como un estallido y la presión de ese empeoramiento ha hecho que saltara por los aires la tapa del tabú. El año pasado ha sido el año del reconocimiento de los problemas mentales, que es curioso y es interesante y es maravilloso.
Yo decidí hacer este libro incluso antes de la pandemia, entonces, la sintonía con el mundo a veces me parece alucinante. De repente sale el libro, claro, en plena eclosión de admisión de este tipo de problemas. Que eso es un paso adelante muy bueno porque, como digo en el libro, el problema de la salud mental y de los trastorno mentales es que te meten en un lugar de soledad, te sacan de tu vida. Si no has estado ahí no sabes lo que es, realmente es indecible, no se puede transmitir el dolor psíquico. Y esa soledad es tan brutal que si tú no has estado ahí no sabes lo que es, es como no pertenecer a la raza humana. Entonces si además de esa soledad bestial y de un dolor tremendo, todavía aplicas el estigma, el aislamiento social pues es que condenas ya al infierno más absoluto a los enfermos con dolencias mentales. Realmente poder sacarlo a la luz, normalizarlo, hablar de ello… bueno esto es un cambio, absoluto. Creo que va a ser un cambio muy muy bueno y no creo que volvamos atrás ya, para asumirlo como algo absolutamente natural.
Si es que dice la OMS, que yo creo que se quedan muy cortos, que el 25% de la población mundial en un momento u otro va a tener un trastorno mental. Es que es uno de cada cuatro, es que no hay nadie en el mundo que no tenga cerca a alguien con un trastorno mental, nadie. O él mismo o ella misma, o alguien muy cercano. Normalizar eso, colocarlo en nuestras vidas, respirarlo, darle aire, dar apoyo, no echar a la persona con un trastorno mental de la comunidad sino todo lo contrario, apoyarla más. Es el cambio radical de lo que tenemos que hacer.
Ahora que se ha roto un poco el tabú, lo que tienen que llegar son los recursos, ¿no?
Exacto. Claro, como no se hablaba nada de ello pues para qué ibas a pedir recursos. Y España es uno de los países de Europa con menos ratio de psicólogos por habitante, es una barbaridad. De hecho somos uno de los países con más uso de fármacos, porque donde no hay psicólogos, pastillazo. Pastillazo al canto cuando no tienes una terapia verdadera. Eso es una vergüenza y necesitamos invertir dinero ahí claramente como país.
Tú eres activa y conocida en redes sociales, ¿cómo te afectan los mensajes de odio?
No les hago ni caso. Paso completa y absolutamente. Yo en Twitter entro de cuando en cuando, cuelgo mis artículos y miro a ver si alguien dice alguna cosa linda pues para contestarle por agradecimiento, pero cada vez que empiezan a darme directamente no entro en cuatro o cinco días. Jamás contesto, jamás hay que contestar un mensaje de odio, jamás. Ni aunque digan la mentira mayor. Nada, jamás. Porque potencias a los odiadores, haces que por el algoritmo sean mucho más vistos, o sea que jamás. Hay que aislarlos completamente y eso es lo que hago yo desde siempre, paso ampliamente.
¿Crees que vamos a peor como sociedad en lo que se refiere a odio e intolerancia?
Sí, vamos a peor claramente. Porque es que además en los últimos tiempos, esto ya lo vi yo con mis Brunas, empecé a escribir las Brunas Husky por esto, porque me preocupaba mucho ver en mi entorno, en el mundo, que cada vez había más un anhelo, una especie de nostalgia de los totalitarismos, de los dogmatismos y tal que ha ido creciendo. Esto empezó con la crisis del 2008 realmente, que hubo una ruptura de la legitimidad democrática porque salimos de esa crisis con un cierre falso, con el empobrecimiento del 25% de la población mundial y esa gente empobrecida vio que los que habían causado la crisis no solo no pagaban por ello sino que se enriquecían más todavía. Entonces no se sienten representados y eso es una crítica válida. Lo malo es que se creen y buscan la falsa pureza del dogma, la falsa seguridad del dogma, creen que estos outsiders extremistas de derechas y de izquierdas, laicos o religiosos, pues que son la solución de una vida que les duele. ¿Y qué pasa con eso? Pues que esos grupos extremistas no tienen un contenido de ideas sino que se construyen como grupo de presión cohesionado buscando enemigos, se construyen sobre el odio. Eso es lo que les da aliento y les da su razón de ser. Hay una subida de odio que va a seguir. Si no somos capaces de refundar la democracia, que tendríamos que hacerlo, pues esto va a seguir.
Pandemia, crisis económica, guerra... ¿nos quedan años turbulentos por delante? ¿Ves el futuro negro?
Mucho. Yo veo los próximos 40 o 50 años muy negros. Es que está todo el problema del cambio climático, y gestionar eso y todo lo que eso va a traer… va a ser brutal. Por otro lado nunca puedes imaginar lo que no conoces, así que tengo la esperanza de que de repente haya algún descubrimiento científico que haga cambiar eso. Hace 30 años no sabíamos de Internet y que íbamos a tener esta vida conectada, y eso ha sido un cambio monumental. Entonces, yo qué sé, uno no puede imaginar radicalmente lo que no sabe, eso desde luego. Tengo la esperanza de que pueda pasar algo así, evidentemente, pero si todo siguiera igual el futuro es muy negro.
En el libro hablas de las rarezas, las peculiaridades, ¿qué es para ti ser normal? ¿Existe la normalidad?
No, no existe. Si de hecho hay un estudio precioso que hizo la Universidad de Yale que dice que la normalidad no existe y que lo demostraba. La normalidad no es más que una media estadística, entonces no hay nadie que atine en todos los parámetros con la media estadística. Nadie en el mundo. Todos tenemos divergencias con la media estadística, unos más que otros no cabe duda. Pero la normalidad no existe, lo que existe es una amplísima gama de rarezas. Y vivan las rarezas.
Tú eres gran defensora del bienestar animal, ¿qué sentiste viendo las manifestaciones contra la Ley de protección animal y a favor de la caza?
Es terrible. Mira el campo está fatal, tienen muchísimas necesidades y hacen muy bien en reclamarlas, lo que pasa es que lo que han hecho es que se han dejado engañar en gran medida por la sociedad de cazadores que han puesto un dinero, un dineral, para pagar los autocares y traérselos. Y ellos les han metido, con los problemas que tiene el campo, les han metido que un problema es la Ley de la protección animal que no tiene que ver. ¿Y por qué? Porque se están jugando el dinerito. Es que hay un cuatro y pico por ciento del suelo de España que es propiedad de los cotos de caza de las 500 familias más importantes, y eso es un espacio que es equivalente La Rioja, País Vasco y no recuerdo qué otra comunidad, juntas. Es una barbaridad. Fíjate el dinero que mueve eso, entonces estos tíos estás utilizando a la gente del campo para que les sigan manteniendo los privilegios de clase, joder. Es que es una cosa impresionante.
En estas últimas semanas también se ha hablado de la literatura y las lecturas obligatorias en los institutos, ¿es adecuado que un adolescente lea Don Quijote o el Mio Cid o hay que optar por otros títulos?
Escribí hace un montón de tiempo un artículo que se llama Cómo convertir el Quijote en un ladrillo y hablaba de eso. Los clásicos son estaciones de llegada y no estaciones de salida. Lo que pasa es que es verdad que hay algunos docentes que son tan maravillosos que consiguen que sus alumnos de repente amen El Quijote, pero para eso hay que ser un genio y hay que meter muchísimas horas y muchísima creatividad. Si hay alguien que consigue eso, estupendo, enhorabuena, y le hago la ola. Pero verdaderamente creo que hace mucho daño en general, porque además lo que ven y lo que les dicen que es lo más maravilloso les parece infumable. Entonces piensan de la literatura española ‘Si eso es lo más maravilloso, esa mierda’, porque piensan que es una mierda, pues cómo será lo otro. Y echa para atrás a la gente de la literatura. Obligatorio no debería ser.
¿Mantendrías el concepto de lectura obligatoria aunque se cambiara hacia una literatura más juvenil?
No lo mantendría. Yo pienso que todas las personas en el mundo, incluso aquellas que dicen ‘Leer me parece un horror’, todas las personas tienen un libro esperándoles en algún lugar que sería la llave que les metería en el maravilloso mundo de la lectura. Y lo tienen, lo creo firmemente. Una de las labores de los padres y de los educadores es ayudarles, de guía para encontrar ese libro llave. Luego a partir de ahí guiar y no quedarte en lo fácil, tienes que ir fomentando, porque a leer se aprende. Ir fomentando la exigencia de lectura, explicando, ir guiando hacia una complejidad en la lectura y en el conocimiento. No desde la obligación.
¿Crees que el sistema educativo se basa demasiado en memorizar?
La verdad es que no lo sé porque no tengo hijos, entonces no lo sigo de cerca. Desde luego en mi época era horrible, solo memorizar, así que espero que haya mejorado. Pero lo que no puede ser bueno, y eso es obvio, es cambiar tantas veces de plan de estudios. Y tenemos unos resultados muy pobres en los estudios comparativos, verdaderamente no está yendo bien el sistema educativo.
Se está debatiendo mucho estos días sobre el bulo de la Filosofía, que no se va a eliminar, ¿te parece una asignatura fundamental en un currículum?
Por supuesto. Es fundamental la Filosofía. Y la Ciencia. Por ejemplo una cosa que no soporto es esa disociación, mutilación absurda que no entiendo a qué mente febril se le ocurrió y en qué momento, que divide el conocimiento del mundo entre humanidades y ciencias. ¿Pero qué es esto? ¿Cómo puedes apartar una cosa de la otra? No lo entiendo, te lo digo. Para mí hay una continuidad total. Yo también tuve que escoger y como escribía desde pequeña pues escogí letras pero a mí la Ciencia me encanta y fue para mí un dolor no poder seguir estudiando Ciencia. He leído muchísima divulgación y he seguido pero… Eso es completamente aberrante, es un concepto del mundo aberrante.
¿Somos demasiado jóvenes cuando nos toca elegir una rama u otra?
Claro. Además, verdaderamente, es que no puedes dividirlo en esas dos ramas porque a lo mejor a alguien le encanta. Marie Curie escribía de puta madre y además era una matemática increíble. Y ella tuvo la idea cuando era joven de ser novelista también. Cultiva los gustos de las personas que no tienen porque ser de ciencias o de letras. Igual a alguien el encanta la matemática pero la química no, a lo mejor a alguien le gusta la química pero no la matemática y además le gusta la literatura y la historia, o a lo mejor la historia no pero sí la geografía. Yo qué sé, pero busca qué es lo que más puede interesar a los chavales. Yo creo que hay que hacer currículums básicos pero con una parte muy de elección.