Robles y Calviño, las dianas predilectas de Podemos en el Gobierno
La tensión dentro de la coalición va por temas… y por ministros.
“Proteger los privilegios y alinearse con la derecha y los ultras una vez más es decepcionante”. Palabras durísimas en un tuit acompañado con la foto de Margarita Robles y el titular de una noticia en la que la ministra de Defensa apoya que el Congreso no investigue al rey emérito y acusa a UP de cuestionar las instituciones.
¿El autor? No es un usuario con nombre extraño y foto de dibujo animado. Era de la propia secretaria de Estado de Agenda 2030, Ione Belarra. Mano derecha del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, y la persona que negoció con el socialista Félix Bolaños (secretario general de Presidencia) la propia estructura del Gobierno y los cargos intermedios a repartir.
Los socios de coalición han vuelto a chocar durante esta semana en público y en privado. Por dos cuestiones principalmente: la negativa del PSOE a apoyar una comisión de investigación en el Congreso sobre las tarjetas ‘black’ de Juan Carlos I, apoyada por primera vez por los letrados de la Cámara, y por el aumento de la factura de la luz, que requiere para UP una reforma urgente del mercado eléctrico.
Esto se suma a los choques que se vivieron en las últimas semanas por el tema de los alquileres, la intención de José Luis Escrivá de subir de 25 a 35 años el cómputo de la pensión y la congelación del salario mínimo interprofesional al no haber acuerdo entre los agentes sociales. Las dos partes se conjuran para seguir adelante, pero hay diferencias evidentes. Y los ‘morados’ no las quieren ocultar.
Esas diferencias se han aireado hasta sobre el futuro del ministro de Sanidad, Salvador Illa. La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, pedía en una entrevista con El HuffPost el pasado 5 de enero que el catalán dejara ya su cargo y que el presidente del Gobierno, a quien le corresponde nombrar a los miembros del Ejecutivo, actuara con “prontitud”.
Una parte del Gobierno socialista lleva tiempo irritada en la intimidad por la forma de “airear”, como comentan fuentes de este sector, de sus socios de UP. Se enteran antes de las críticas por los medios de comunicación que en persona. O incluso nunca llegan a decírselas. Esto pasó antes del inicio del curso escolar, cuando se quejó Podemos de la actitud de Isabel Celaá en la prensa. Pero a la misma vez se estaba celebrando el Consejo de Ministros y dentro no se dijo nada. A la titular de Educación le dolió y lo consideró una “injusticia”, según fuentes de su entorno.
Desde Unidas Podemos se insiste en que se ven obligados a hacerlo así en ocasiones ante la lentitud del PSOE en algunas medidas y que todavía se está instalando una cultura de coalición que no existía hasta ahora en España. “Benditas diferencias”, reconocen miembros de UP, sí se consiguen medidas como que no se pueda cortar la luz a los más vulnerables durante todo el estado de alarma.
Las diferencias residen en temas… pero también en ministros. En UP siempre insisten en que no hay bloques y que se trata de desencuentros en materias concretas. Pero la realidad es que los roces no son lo mismo teniendo en cuenta el titular de la cartera. Por ejemplo, el tema de los alquileres y los desahucios depende de Transportes, cuya dirección recae en José Luis Ábalos. Ha habido presión en la cuestión, pero nunca un enfrentamiento directo con el también ‘número tres’ del PSOE, con el que mantienen una buena relación. De hecho, algunos temas enquistados se han conseguido despejar gracias a llamadas entre el propio Ábalos e Irene Montero (ministra de Igualdad). Y en privado miembros de UP reconocen esa sintonía con el valenciano.
Los temas económicos suelen enfrentar a las partes. Y ahí aparece con más fuerza la vicepresidenta tercera, Nadia Calviño, por la que Unidas Podemos no siente gran atracción y a la que se le acusa de estar al lado de los poderosos y del ala más ortodoxa de Bruselas. Uno de los choques que se vivió en público fue por la derogación de la reforma laboral y las enmiendas pactadas con EH Bildu por parte de Podemos.
En algunos sectores de UP interpretan que la decisión de congelar por ahora el salario mínimo se puede traducir como un gesto de Pedro Sánchez hacia Calviño ante la sensación en la prensa de haber perdido batallas contra Iglesias en los meses anteriores y durante los presupuestos generales. Ese antagonismo sirve también a los de Pablo Iglesias para marcar su territorio, más a la izquierda del PSOE.
La relación entre los propios Sánchez e Iglesias no es mala. “Cordial”, la calificaba Pablo Iglesias, y los dos saben que están condenados a entenderse para aguantar la legislatura. Esta se puede alargar perfectamente hasta 2023 con la reciente aprobación de los presupuestos generales, pero a la vez los dos socios intuyen que esas cuentas abren una nueva etapa. Algunos socialistas esperan que puedan servir para no depender tanto de UP y marcar un perfil propio. Lo que no se traduce esa buena relación es de arriba a abajo, ya se notan los roces entre los ministerios. Una queja dentro de UP es que no se les trata igual entre secretarios de Estado, y que el PSOE va a una velocidad más lenta y antigua a la hora de mover normas frente a la necesidad, que entienden, de urgencia ante la situación que vive el país en mitad de un pandemia y con una duro panorama económico.
La monarquía ha encrespado también algunas relaciones internas estos días. UP dispara contra Margarita Robles, a la que enmarcan dentro del establishment (o la casta como dirían antiguamente). Es uno de los flancos predilectos de UP, especialmente al ser aupada por los medios de derechas como la miembro más ‘españolista’ y su defensa del orden institucional. “No tengo tiempo de leer tuits”, contestaba desde Moncloa la propia Robles en una rueda de prensa. El tema del emérito ahonda esas discrepancias, con la queja constante de Iglesias de no ser informado sobre esta cuestión, ni cuando se marchó Juan Carlos I a los Emiratos. Pero Pedro Sánchez tiene claro que ese tema lo lleva él directamente con Zarzuela, con la interlocución de Carmen Calvo y Jaime Alfonsín.
Lo que está claro es que hay dos culturas muy diferentes de partido en el PSOE y en UP. Los socialistas prefieren un estilo más jerárquico, más discreto, de resolver de puertas adentro las diferencias, de mostrar unidad en público y de no entrar en el cuerpo a cuerpo con duras palabras delante de las cámaras. En cambio, en UP ven normal esa presión para lograr los objetivos y creen que no hay que demonizar las diferencias, que no suponen una debilidad para el propio Ejecutivo.
Esas tensiones también se han vivido con Hacienda e incluso se vivieron duras reuniones entre la ministra y portavoz, María Jesús Montero, y el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, durante la negociación de los presupuestos. “Pero María Jesús es otra cosa…”, como dice un miembro de UP del Gobierno, por lo que tampoco ha habido ataques tan directos en público como a Calviño o Robles.
El tema ‘verde’ siempre ha unido mucho al PSOE y UP, con una fuerte apuesta contra la emergencia climática. La titular de Transición Ecológica, Teresa Ribera, siempre ha pertenecido al ala más izquierdista del Gobierno, pero el tema eléctrico la ha enfrentado ahora directamente a los de Iglesias. Especialmente, el tema del suministro a los más vulnerables y la factura de la luz en plena subida durante el temporal. Los de UP presionan contra ella y le exigen una reforma “ya” del mercado eléctrico, como recogía el acuerdo de gobierno. La socialista habla de “medidas colchón” y espera a que pase el temporal, a la vez que ha reconocido que le gustaría trabajar de otra manera y evitar el “ruido” de Podemos. “Siendo discretos y no trasladando a la gente la sensación de incomodidad”, resumía.
Estos choques también se han vivido con el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, que tuvo bronca interna con Igualdad al inicio de la coalición por la “ley del sí es sí” y al que llegaron a acusar los ‘morados’ de machista. Además, el político andaluz ha cruzado alguna palabra en los medios por el tema de la monarquía y ha pedido a sus socios “prudencia” porque es el “arco de bóveda” del sistema: “Podemos quitar una pieza y que se derrumbe todo”.
La coalición y sus cosas.