RIP por la palabra "azuzar"
Este artículo también está disponible en catalán.
Cuando la mañana del 28 de agosto escuché en la cadena SER que una locutora, a la vista de la violencia desplegada en Chemnitz por agrupaciones nazis y otras formaciones xenófobas y racistas a raíz del asesinato de un ciudadano de origen cubano a manos de un sirio y de un iraquí, utilizaba la expresión «atizar el odio», recordé un titular reciente que también confundía «atizar» y «azuzar»: «El Partido conservador británico sopesa sancionar a Johnson por atizar la islamofobia», y pensé que ya nos podíamos ir despidiendo de la palabra «azuzar».
Son verbos muy diferentes. Al margen de diferencias gramaticales y de sentido, «atizar» tiene significado por sí mismo y «azuzar» no. Si no se especifica qué o a quien «azuzas», no se sabe de qué se habla. En cambio, «atizar» por sí solo remite a «zurrar», a «apalear». Y aunque muchos de los sentidos de ambos verbos son negativos, «azuzar» especialmente puede tener un sentido positivo; por ejemplo, cuando algo o algún estado, pongamos por caso, el hambre, «azuza el ingenio».
A veces, «azuzar» y «atizar» se suman. Las avionetas pagadas por el partido nacionalista Ciudadanos «azuzan» a la gente a quitar lazos amarillos. Al margen de que no es lo mismo poner que sacar, las multitudinarias falanges dan pavor, lo perpetran con la cara cubierta y vistiendo unos siniestros monos blancos y llevando palos, tijeras y cutters. Al mismo tiempo, «atizan» al independentismo. (El día 29, Albert Rivera e Inés Arrimadas, en un ataque propagandístico, se sumaron a ello; suerte que se dedican a solucionar conflictos y no a agravarlos).
A veces, se «azuza» y «atiza» desde el silencio. No sé cuánta gente de fuera de Cataluña sabe que a Jordi Borràs, fotoperiodista que se dedica a investigar a la extrema derecha, un policía en activo de la brigada de información —durante el franquismo la llamábamos la «secreta»—, le rompió la nariz al grito de «Viva Franco» y «Viva España», y quizás por esos alaridos su agresión ha quedado impune.
A la vista de las interesadas y falsas versiones antiindependentistas de las peleas de Oliva y del parque de la Ciutadella, tampoco parece que recuerden ni les conmine a la prudencia que cuando en abril de 2014 una mujer que había sido candidata por Alianza Popular abofeteó a Pere Navarro en Terrassa, él mismo en un primer momento y creyendo que era (además de violenta) independentista, afirmó que la culpa era del clima de crispación creado a raíz del 9-N y Jordi Cañas pió que la siembra del odio empezaba a recoger sus peligrosos frutos. ¿Alguien se molestó en aclarar el caso? Mentiras y silencios, una letal combinación.
(Por cierto, desde que se supo, la prensa catalana afortunadamente —aunque haya gente fuera de Cataluña que lo dude— informa de la traducción grosera, tosca y errónea —y seguramente malintencionada— de unas palabras del juez Pablo Llarena vertidas en el escrito de demanda que Carles Puigdemont y otras personas han interpuesto ante la Justicia belga acusándole de parcialidad).
A raíz de uno de los últimos casos destapados de la brutal, inmisericorde y despiadada pederastia organizada de la Iglesia católica, sorprende también el silencio y el olvido de buena parte de los principales medios de comunicación. Que hayan salido a la luz se presenta como un ataque de la extrema derecha al pobre papa y se pasa de puntillas sobre la dimisión (no fue la primera) en marzo de 2017 de Marie Collins, una valiente abusada irlandesa que fue miembro de la comisión pontificia contra los abusos sexuales hasta que la abandonó por la vergonzosa falta de colaboración de la Curia.
Si quieren ver sin trampa ni cartón ni ninguna mediación la verdadera cara de su santidad respecto a estos abyectos crímenes a raíz del caso Karadima / obispo Barros en Chile, aquí tienen la imagen que vale por mil palabras:
Síguenos también en el Facebook de El HuffPost Blogs