Los retos del fútbol femenino: cuando llenas estadios pero no puedes vivir de ello
A pesar de haber avanzado mucho, queda mucho para que las jugadoras sean iguales a los jugadores.
Fue histórico: 60.739 espectadores. En domingo. En el Wanda Metropolitano. Para ver un partido de fútbol entre el Atlético de Madrid y el Barça. De mujeres.
A pesar del logro, la realidad que hay detrás es otra: la mayoría de las futbolistas son pluriempleadas. Al contrario que sus compañeros hombres, no pueden vivir del fútbol profesional y ni tienen vacaciones ni horarios ni un salario mínimo establecido.
Y todo pese a que, durante el último año, las jugadoras han logrado triunfos dignos de coronación: la sub-17 femenina ha sido campeona mundial, la sub-19 se ha hecho con el título europeo y la sub-20 ha jugado por primera vez en la final del Mundial, consiguiendo una clasificación histórica para las españolas. Algunas de ellas llevan 20 años en el fútbol sin haber cotizado nada.
“Lo del Wanda viene escalonado de una epidemia”, opina Rafa del Amo, presidente del Comité del fútbol femenino en la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), “se han alineado los astros y las chicas se están abriendo campos y se van contagiando unos equipos a otros”. Cree que “el siguiente reto es seguir dándole visibilidad, tanto en la tele como en televisión” y que se llegue a un “acuerdo en los salarios y que las chicas puedan dedicarse profesionalmente”.
“Para hacer comparaciones hay que bajar a la realidad”, asegura Ana Muñoz, vicepresidenta para asuntos de integridad de RFEF. Recuerda que la competición masculina y femenina es “diferente” y que “hay que tener esto en cuenta para construir un proyecto de fútbol femenino autónomo, que no dependa de los fondos del masculino, que sea sostenible, propio y que tenga unas bases sólidas”. No se refiere a que las competiciones (femenina y masculina) sean “diferentes” únicamente en los beneficios: “Hay que tener en cuenta el tiempo que llevan desarrollándose uno y otro, el número de niños y niñas que juegan al fútbol, quién patrocina, etcétera”. Por eso, afirma, “no se puede pretender que sean iguales”.
En este sentido, la abogada de la RFEF María José López lo ve como un pez que se muerde la cola: “Si una señora sale y ve que cuando tenga 18 ó 19 años, no va a poder vivir de esto, va a abandonar antes que sus compañeros masculinos”.
Un convenio inexistente
Actualmente, las jugadoras de 1ª División no tienen un convenio colectivo que establezca sus horarios, el salario mínimo o los días de vacaciones. Lo que cobran, además, no les da para llegar a fin de mes. “La realidad del fútbol femenino no es la que se vivió en el Wanda el otro día”, asegura Muñoz, “por eso hay que poner los medios para que mujeres y hombres jueguen en igualdad de condiciones”. Sindicatos y asociaciones llevan trabajando en crear un convenio desde el verano pasado. Supone uno de los primeros pasos para la consolidación de este deporte y desde la RFEF esperan que se llegue pronto a un acuerdo.
Pero no se trata del único elemento que debe darse: “Tiene que haber un convenio, pero antes tiene que diseñarse un modelo sostenible de competición y construir bases sólidas para que, por ejemplo, no dependan de los fondos de los equipos masculinos”. Muñoz opina que es un momento clave para la competición femenina y que esto debe “mantenerse”: “Hay que enseñar a pescar, no dar peces”.
El exfutbolista y presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles David Aganzo, cree que el partido del domingo pasado es “una prueba de que el fútbol femenino está creciendo en España y un síntoma más de grandeza del mismo”. Insiste también en mejorar las condiciones de sus compañeras: “En el convenio, ademas del salario, debe haber un protocolo de acoso o de maternidad, por ejemplo. Y estamos trabajando para que sea retroactivo”.
Mantenerse en esta línea
Muñoz espera que se siga el camino que se ha tomado, aunque quede mucho por recorrer. “Tiene que haber dirigentes del fútbol femenino y tener un modelo propio. No se trata de replicar el modelo masculino, sino coger lo que mejor venga de él”. Apuesta, además, por diseñar esta competición pensando en clave internacional: “Las mujeres en el fútbol han conseguido las victorias que nos posicionan como país en el panorama internacional”.
La encargada de Comunicación de la RFEF, Nuria Bravo, opina que se trata de un momento en el que se está intentando “dar un impulso final al fútbol femenino y promocionarlo”. Recuerda que cuando empezaron a trabajar con las jugadoras, “ni si quiera tenían número en la camiseta. Eran anónimas”. Poco a poco van cambiando algunas de estas cosas: “Ahora tienen número, su propio cuerpo técnico y están empezando a cobrar por derechos de imagen, que antes no recibían nada”. Esto se debe al aumento del interés por la liga femenina: “Es un equilibrio que hay que mantener”.
Aganzo, por su parte, trata de romper una lanza a favor de sus compañeras y en contra de la precaria situación del fútbol femenino: “Quien es futbolista, se levanta y se acuesta futbolista. Y eso no se puede hacer cobrando 300 euros”. Por estas razones llama al “sentido común” para defender “los derechos de las trabajadoras”.