En qué falla España para quedar tan mal en Eurovisión
Tres expertos sobre el festival analizan en qué metemos la pata una y otra vez.
“Vamos a quedar de los últimos”, augura José García en vísperas de la final de Eurovisión 2021, que tras cancelarse en 2020 debido a la pandemia, se celebra este 22 de mayo en Róterdam (Países Bajos). Rotundo, afirma que la candidatura de este año “no es competitiva para un certamen como éste”. “Es una pena porque la irrelevancia va a ser la nota característica de España”, lamenta el experto, uno de los directores de la web especializada EurovisionSpain.com.
Sin eufemismos: los resultados de España en el festival son malos. En el último celebrado, en 2019, Miki quedó en el puesto 22 de 26. Un año antes, Alfred y Amaia solo lograron llegar al 23. Manel Navarro, directamente fue último. Sus predecesoras, Barei y Edurne, fueron 22ª y 21ª, respectivamente.
Hay que remontarse hasta 2014 para encontrar un resultado de Eurovisión en el que España no esté en la cola —con Ruth Lorenzo, que quedó décima— y hasta 2002 para figurar más arriba —Rosa fue séptima en esa edición—. Y si hablamos de ganar, hay que retrotraerse hasta los años 68 y 69 con Massiel y Salomé.
“El problema no está en que nos tienen manía y que se votan los mismos entre sí”, ataja García, que argumenta que por ejemplo este año las favoritas son Italia y Francia, “que no son del Este y llevan sin ganar más de 30 años”. Entonces, ¿en qué falla España?
Víctor Escudero, que comentará la final en TVE junto a Tony Aguilar y Julia Varela, cree que “puede ser un poco todo”, empezando porque España al ser del Big Five —los cinco países que más dinero aportan a la Unión Europea de Radiodifusión— va directamente a la final, sin cribas previas.
Como recuerda, en la final participan 26 países y cada país vota a diez. “Un país del puesto 11 y del 26 obtienen lo mismo, un cero”, subraya. Por ese motivo, “lo que hay que hacer es destacar para estar entre los diez primeros y esa es la asignatura pendiente de España”.
Lo peor, no dejar huella
García coincide con él: “Eurovisión es una competición y tienes que destacar por algo o hacer que tu candidatura sea única y auténtica para que te recuerden entre 26 países. Lo peor que puedes hacer es pasar desapercibido, ser irrelevante”.
Y además, “hay que ir con un pack completo de artista, canción y puesta en escena y todo trabajado”, recalca Laura Ortiz, directora de El Euroté. “TVE no consigue que todas las piezas —cantante, canción y escenografía— encajen. Es fundamental un testeo previo, que sepas que va a ser un hit entre distintos tipos de públicos y que un jurado te puede votar”, apostilla García, que piensa que España “hace aguas” en las tres facetas.
“España va a cubrir el expediente, que nadie pueda criticarla, pero sin hacer nada memorable. TVE cubre el expediente, solo le importa la audiencia de ese día. No hay que olvidar que es la retransmisión no deportiva más vista”, agrega. La última emisión, la de 2019, la siguieron en España 5,4 millones de espectadores, con un 36,7% de cuota de pantalla.
El tipo de música y el idioma
Escudero señala como otra debilidad el tipo de canciones que presentamos, como el Voy a quedarme que defenderá Blas Cantó este año: “No sé si es el tipo de canción que se espera de un país como España”. ”Él como artista nos gusta mucho, pero la canción no ha levantado ningún tipo de pasión, habrá que ver la reacción final de la gente”, añade.
“El problema de Blas es que la canción es muy genérica, es bonita, pero si tú tuvieras que votar entre 26, probablemente no la elegirías. No tiene ingredientes para levantar el teléfono y decir ’voto a Blas”, opina García.
¿Nos iría mejor con otro tipo de canción? Para este último experto, TVE es muy conservadora: “No apostamos por llevar el tipo de música que triunfa en España o se escucha en las radios. ¿Por qué no llevar algo con sonidos urbanos mezclado con flamenco? En Eurovisión Junior se apostó por este estilo y fuimos terceros. Italia va con un grupo de rock alternativo. ¿Le pega a Italia? No, pero funciona. Chapó por ellos”.
Ninguno de los tres ve el idioma como una barrera decisiva, aunque Ortiz, partidaria de que cada país cante en el suyo, cree que Voy a quedarme “en inglés tiene más significado”.
“El idioma hace que cueste entrar un poco más en las canciones, la gente no entiende los mensajes”, señala Escudero sobre cantar en castellano. Sin embargo, García recuerda que en 2014 Salvador Sobral ganó cantando en portugués “una delicia de canción con la que se empatizaba, supieras o no portugués. En Eurovisión funciona que seas auténtico”.
No entra por los ojos
“No es solo un festival de la canción, tiene que entrar por el oído pero también por la vista”, afirma este último. “Blas Cantó no es mal cantante, no lleva una mala canción —una balada bonita, pero sin más— pero, y esto es aplicable a otros años, las escenografías no acompañan y no se entienden”.
Mucha mofa hubo en Twitter a costa de la enorme luna que eclipsa a Cantó sobre el escenario. “Blas Cantó quiere hacer un homenaje a su abuela fallecida por coronavirus. Quienes no hablen castellano van a ver una luna de siete metros de diámetro y no van a entender nada. Una señora lituana que esté en su casa se va a pensar que le gustan las estrellas y que quiere ser astronauta”, ironiza el director de EurovisionSpain.
″¿Podrías explicar qué significa la luna sin leer la nota de prensa? El espectador medio no va a entender que va de la abuela. A un señor de Portugal TVE no le ha mandado la nota de prensa para contárselo”, lamenta Ortiz, cuya crítica a la puesta en escena tuvo gran repercusión entre los fans del certamen. Como recuerda, es algo que ya sucedió con Miki, que actuó junto a un muñeco gigante, del que pocos conocían que simbolizaba sus miedos.
Para más inri, señala que el caso de Bulgaria es parecido: “La puesta en escena refleja que la canción es la historia de la cantante. Su padre se está muriendo e intuyes que la niña pequeña es ella y el señor de la foto su padre. Pues las dos puestas en escenas están hechas por el mismo señor, Marvin Dietmann, y la de España no se entiende”.
Aciertos y errores de España
Para los tres, Ruth Lorenzo y Pastora Soler son los dos mayores aciertos de España en los últimos años y sus resultados lo demuestran: ambas quedaron décimas. “Soler supo explotar muy bien su cualidad de artista. Los elementos acompañaron, pero podían haberlo hecho más y en vez de quedar décima, haberlo quedado mejor”, deja caer García.
Para Ortiz, Lorenzo logró un buen resultado porque desde el principio “dijo que quería tener libertad” para hacer lo que ella quisiera en la actuación: “Con sus dos ovarios decía ‘no quiero este vestido’ y dos días antes de la final compraba otro”.
Más allá de las dos artistas, a Escudero le convenció Barei, porque le pareció “una apuesta más internacional” y Ortiz defiende a Manel Navarro: “Fue un gran representante pero se hicieron las cosas supermal”.
“Con Alfred y Amaia también se hicieron las cosas fatal. Creo que si ahora les preguntan tendrán mal sabor de boca de aquello”, añade Ortiz sobre qué representantes no debió haber llevado España.
Escudero está de acuerdo: “Yo mismo estuve poseído por el encantamiento de Alfred y Amaia pero era algo, echando la vista atrás, que no se iba a entender fuera del mundo OT. No consiguió conectar con el público finalmente, aunque sí gustó más al jurado. Era un fenómeno demasiado local”. García se desmarca y vota (para mal) a Las Ketchup: “No funcionaba absolutamente nada. Venían de un gran éxito como el Aserejé y fueron con una canción mediocre”.