'Resident Evil Village', la nueva cara del 'survival horror'
Capcom firma uno de los episodios más completos de la serie, una conjunción total donde la acción y el terror se dan la mano sin miramientos.
La vida le sonríe a la familia de Ethan Winters. En una acogedora casa, Winters acaba de acostar en la cuna a la pequeña Rose, y Mia está preparando la cena. Todo es muy idílico. Esta sería la vida normal de una familia cualquiera, sino fuera porque la pareja fue la protagonista de unos terribles hechos que sucedieron en una casa ubicada en el pueblo ficticio de Dulvey, Louisiana, años atrás. Además... esto es Resident Evil Village, todo vuelve a torcerse.
En esta fría noche les visita Chris Redfield, uno de los grandes iconos de la franquicia, y sucede algo que cambiará, una vez más, sus vidas para siempre. Ethan Winters debe enfrentarse a la población de una misteriosa aldea ubicada en las montañas para salvar a su hija de unas peligrosas criaturas, que parecen estar obsesionadas con ella.
Resident Evil Village es la continuación directa de lo que se vivió en el interior de la casa de los Baker. Repite protagonista, repite la vista subjetiva, pero cambia la localización. Esta vez, un pueblo remoto de la vieja Europa.
Tras los exitosos remakes de la segunda y tercera entrega, la octava interacción deja de lado a los ya desgastados muertos vivientes para abrazar a los monstruos de cuento y la cultura popular, como los licántropos, los vampiros y las brujas. Todo ello conectado de manera perfecta para cerrar la conexión con todo lo visto anteriormente.
El pueblo destartalado de Village se convierte rápidamente en uno de los protagonistas indiscutibles del juego. Desde que un desorientado Ethan Winters pone el pie en la aldea, ya es asediado por una manada de criaturas sedientas de sangre que le sumergirán en una constante aventura.
La violencia es muy cruda, y Capcom, desarrolladora del título, no se corta en mostrarla. En estos primeros compases de esta aventura de terror, la obra recupera gran parte de la esencia que ya se vio en Resident Evil 4, cuando Leon huía de los aldeanos de aquella remota localidad española. El bloqueo de puertas, las distracciones con elementos del escenario y la huida serán grandes herramientas para frenar a la gran mayoría del bestiario que se presenta.
Aquí hay mucho de eso. Aún así, el juego invita a la acción de manera constante. Toda la dosis de espectáculo fácil que le faltaba a la séptima entrega, aquí aparece de manera continuada. Ethan Winters contará con un arsenal —que sería la envidia de cualquier miembro de la NRA— para combatir a todo bicho viviente que se le ponga en su camino. Queda claro desde el primer momento: con Rose Winters no se juega.
Pero no todo dentro de la aventura es plomo y pólvora. Resident Evil Village ofrece una gran variedad de situaciones que pueden convertirse en la mayor fortaleza o debilidad del videojuego. Nunca da un respiro.
Capcom no olvida las llaves para abrir las infinitas puertas, los puzzles ni los enfrentamientos con titánicos y carismáticos enemigos. Hay tiempo para dejar las armas y enfrentarse al horror psicológico que podría recordar al mismísimo H. P. Lovecraft. Sí que sacrifica los enrevesados escenarios que obligaban a volver atrás constantemente, por una aventura más lineal, donde siempre el objetivo es claro. Rara vez presenta un reto para la aventura. La solución siempre está delante. Y esa es la virtud o defecto del juego, según el gusto del usuario que tenga el control en las manos.
Resident Evil Village está a la altura de su nombre real, el de Resident Evil 8. Lo tenía difícil para sorprender después de su antecesor y los remakes de la segunda y tercer entrega.
Consigue por momentos juntar lo mejor de lo clásico con el cambio de rumbo de Resident Evil 4. Deja de lado el significado más puro del survival horror por una acción más canalla y cruda con tintes de terror que funciona. Alguno de sus villanos pasará a la historia, como Lady Dimitrescu, una de las figuras indiscutibles de la promoción del juego. No se puede decir lo mismo de sus puzzles, carentes en su gran mayoría de dificultad, a favor de no encasillar nunca el ritmo de la trama.
Hay algo que deja claro el título de principio a fin, y es la voluntad de Capcom por mantenerse como uno de los estudios de videojuegos más en forma del panorama internacional.
Después de catapultar la saga Devil May Cry con el quinto episodio numerado y el fenomenal Monster Hunter Rise, este Resident Evil Village se sabe a sí mismo consciente de lo importante que es ofrecer todo tipo de situaciones para que el viaje, ese que se emprende desde los ojos de Ethan Winters, que ofrece una visión panorámica del concepto del terror.
Su sonido, su capacidad para hacer sentir la tensión entre los dientes y el carisma que desprende la gran mayoría de personajes hacen que su dirección, en general, alcance cotas de auténtica superproducción.
Resident Evil Village desprende idiosincrasia por los cuatro costados; un título con una ambición dispuesta a dar respuesta a todo tipo de públicos. Puro Resident Evil.
Bienvenidos a Village.