La nueva vida del quiosco de siempre: "Habría que quitarle el apellido 'de prensa' ya"
La caída de venta de periódicos y revistas abre un horizonte difícil para el sector. Muchos cierran y los que siguen han cambiado su negocio.
A Juan Carlos se le encuentra entre bolsos, monederos, juguetes y unas cuantas revistas, cada vez menos. Los periódicos ni aparecen en la foto, arrinconados en una esquina. “Es lo que toca en estos tiempos”, explica este quiosquero de los de toda la vida en el barrio madrileño de Carabanchel.
El quiosco de prensa, tradicional decorado de tantas infancias, es hoy un icono en peligro de extinción, obligado a cambiar el modelo de negocio. “Habría que quitarle ya el apellido porque cada vez ‘de prensa’ hay menos por la falta de apoyo de los editores”, explica a El HuffPost José Marcos Sánchez, otro profesional del ramo y poseedor de un puesto en Madrid.
Las cifras dan muestra de lo que comentan ambos. La venta de papel va camino de ser algo residual en los quioscos. El último Estudio General de Medios (EGM) marca una caída sin freno en el consumo y penetración de la prensa impresa. Juan Carlos lo traduce a su día a día: “He pasado de vender cerca de 200 periódicos al día a apenas 25 y muchos ya comprometidos con clientes habituales″. Ahora, sustenta su actividad en lo que llama productos estacionales. En verano son riñoneras, abanicos, bolsos; en invierno, paraguas, bufandas... Todo vale. Los recibe de una empresa ‘multiproducto’ que distribuye a negocios como el suyo. “Son mucho más rentables que los periódicos”, explica.
No solo es que sean más rentables, es que se consumen mucho más que los ‘papeles’ de toda la vida. Desde la Asociación de Vendedores Profesionales de Prensa de Madrid (AVPPM) calculan una pérdida de un 95% en la venta de papel en la región con respecto a hace tres años, el momento previo al covid. A nivel nacional la quita es del 60% en ese mismo plazo, como apunta Remedios Garrido García, quiosquera como ellos y presidenta de la Agrupación Nacional de Vendedores de Publicaciones (ANVP).
“Resistir”, la palabra clave
La actividad comercial ha bajado notablemente, coinciden los tres. “Lo peor es el aburrimiento” de tantas horas sin apenas movimiento, retoma Juan Carlos. Da cuenta de los periódicos que ha podido leer, aunque por encima de todo se muestra afortunado por poder “resistir”. Es algo que muchos otros compañeros ya no pueden decir. Por el camino, y especialmente tras el coronavirus, han caído muchos otros quioscos de esos de siempre.
Desde el sector ven “imposible” hacer un conteo actualizado de cuántos resisten, aunque sí lo cuantifican en sensaciones. “Desde el covid ya no se hacen cálculos, pero la caída es inmensa ciudad por ciudad”, apunta Remedios Garrido García, Cita el caso de Tarragona, donde “ya solo resiste uno a pie de calle”. José añade que “hay provincias donde ya apenas quedan, como en Valladolid con tres o cuatro, en Segovia con dos... Y así muchas”.
Culpan en gran medida a las distribuidoras, que “nos ahogan”. “Cualquier comercial que no sea distribuidora nos ofrece mejores condiciones”, explica Remedios, citando por ejemplo a esas empresas multiproducto que ofrecen bolsos o juguetes. El reproche alcanza también a los propios editores, porque “no se han dado cuenta de la fuerza que tenemos y no cuidan la venta de su producto”. Continúa el lamento José, miembro de la directiva de la AVPPM: ”También nos han quitado los bares, que ahora los llevan directamente los editores”. Habla de palos en una rueda que casi no avanza ya.
Por dónde pasa el futuro
Menos periódicos y revistas, casi de todo, vienen a decir los protagonistas. Desde la entidad nacional se apunta a un inminente equilibrio entre los ingresos por prensa y por todo lo demás. “Ahora mismo nos movemos en un 60-40, por resumirlo”, cuenta su presidenta. “Estamos en un momento en el que debemos repensarnos el modelo de negocio. De momento, ya ha cambiado la mentalidad del cliente”, añade.
“Antes al quiosco te acercabas con la idea de comprar el periódico y una vez ahí comprabas por impulso: chicles, cigarros... Ahora, la gente se acerca mucho más a por otros productos, por ejemplo de comer o beber, y una vez allí se encaprichan de una revista”.
“Vivimos de vender chicles, productos informáticos como cargadores o cables, de servicios a domicilio. Casi de todo menos de prensa”, retoma José.
El futuro pasa, entonces, por diversificar. Remedios apunta a “seguir siendo el negocio de proximidad, pero sin tanta prensa”. Cuenta cómo en Málaga ya se han instalado cajeros automáticos en algunos quioscos. Información turística, alimentación... todo vale. “Aquí se planteó la opción de poner un punto de información municipal; ideas para ver cómo subsistir con un modelo alternativo de negocio”, añade Juan Carlos.
Las cuentas del quiosquero
No es solo la caída del papel; también lastra lo que desde el sector es un reproche a la distribución. Cualquier producto turístico te va a dar mucho más margen que la prensa. “Cada vendedor se lleva un 20% de cada periódico... yo dejo más bote cuando me tomo una cerveza que lo que me dan por diario vendido”, prosigue Remedios. En los precios actuales, esto significa unos 40 céntimos por ejemplar, algo más en domingo.
Pone más ejemplos. Se queja de que la ganancia por paquete de tabaco “sigue en los mismos 20 céntimos desde vete tú a saber” y en cuanto a las bebidas, la zona es la que marca el beneficio. “En un punto turístico le puedes ganar un 50% a cada lata, pero en un barrio convencional no pasas del 20% de media”.
Qué pasa con los gastos. La otra gran pregunta. Las voces consultadas no pueden dar una respuesta absoluta, porque asumen que hay muchos elementos que marcan diferencia en cada caso. Los que tienen la suerte de disponer del puesto en propiedad ahorran un dinero que a otros se les hace cuesta arriba. Ciudades como Madrid han eximido del pago de una tasa por ocupación de vía pública que sí se paga en otros suelos. “Esos 500 y pico euros serían la estocada definitiva”, confiesa Juan Carlos.
En los peores cálculos, citando cálculos de la AVPPM, “podemos ponernos en 800-900 euros de gastos si sumamos luz, transporte, autónomos, impuestos... Y te digo que en esas condiciones hay meses de leve ganancia y muchos en los que toca tirar de ahorros”.
La experiencia amarga del covid
“Ni olvido ni perdono”. Sorprende la contundencia de Remedios en cuanto sale a colación el relato de los peores tiempos de la pandemia. Entonces, el Gobierno ordenó el cierre de casi todas las actividades empresariales. Se escaparon las farmacias, los supermercados, los estancos... también los quioscos. Una experiencia traumática para el sector, sentencia: “Si esto volviera a pasar yo recomendaría cerrar todo, porque nos costó el dinero”.
“Le hicimos un favor al país que no nos ha reconocido nadie. Y conste que yo no quiero palmas, quiero ayudas. Cuando el Estado nos pidió seguir en la calle pese al coronavirus, no nos llegó ni una sola medida de apoyo”, expone dejando ver su indignación a través incluso del teléfono.
Desde Madrid lo vivieron José y Juan Carlos. El primero protesta por lo que cree una decisión “incoherente”: “Las autoridades nos dejaron abiertos porque decían que éramos un servicio imprescindible, pero con las mismas prohibieron los periódicos en las salas de espera porque supuestamente podían contaminar. Y es mentira. No tuvo sentido”. Su colega recuerda que la pandemia también le hizo cambiar el horario: “Antes abría a las 6:30, pero para qué... Dos personas, tres personas... No compensaba”.
Ni entonces ni casi ahora. Dos años y medio después, el quiosco lucha por no morir, obligado a reinventarse.