Renta básica solo para las mujeres
La idea consistiría en pagarles 500 euros al mes a todas las españolas de entre 18 y 65 años.
Las mejores ideas rara vez surgen de aquéllos que se consideran la élite intelectual, es por ello que todo aquel que sea intelectualmente curioso haría bien en echarle un ojo a Twitter de vez en cuando para ver qué es lo que se está fermentando «desde abajo». A menudo alguna de las ideas que se viralizan por ahí acaban incluso discutiéndose en los consejos de ministros. Recuerdo por ejemplo que hace unos años un artículo de un profesor de Granada (Victoriano Ramírez) proponía pagar parte de las pensiones con deuda en lugar de recortarlas, y el Gobierno italiano parece dispuesto hoy a rescatar esta idea creando lo que han dado en llamar «minibonos», desafiando de paso a los burócratas de Bruselas hostiles a la misma y a los que están tomando el pulso.
Poco después de que el profesor Ramírez escribiera su artículo, Podemos irrumpió con mucha fuerza en el panorama político de este país con una idea que hacía igualmente furor en redes: la renta básica universal. Escribí un artículo ligeramente crítico contra la misma por ser difícilmente financiable, pero intenté no descartar sin más la medida como simplemente «populista» y aportar otros argumentos al debate que esa propuesta generó, como por ejemplo sus posibles efectos inflacionarios o la existencia de medidas alternativas testeadas con probablemente mayor éxito (como por ejemplo un empleo garantizado).
Intenté dar razones económicas por las que dicha renta básica me parecía una mala idea sin mencionar un riesgo moral que me parece evidente: desligar (en parte) el consumo al hecho de haber trabajado. Puede que esta idea me cause cierta repugnancia, lo admito, similar a la que llevó en 2016 a los votantes suizos (país en el que hoy resido, paladín de la democracia directa y en el que este tipo de ideas surgidas desde abajo son votadas a menudo en referéndum) a pronunciarse en contra de una iniciativa que proponía exactamente una medida de ese tipo.
Una política como la renta básica podría fácilmente generar imprevistos efectos de segundo orden y contribuir a fragilizar a aquéllos a los que se supone que habría de ayudar, como por ejemplo los jóvenes que el tópico periodístico ha denominado como ninis y a los que nos imaginamos como chicos postadolescentes enganchados a los videojuegos y viviendo en casa de sus padres. Sin embargo, en un artículo de El País reciente se exponía que los ninis son mayormente femeninos, no solo en este país sino en todos los de nuestro entorno.
Si hay brecha de género nini, eso es así porque más mujeres jóvenes están al cuidado de niños pequeños, y la verdad es que una joven madre no es precisamente la idea que yo me hago de lo que es un nini. De hecho, se me ocurren pocas cosas más socialmente deseables que el que una joven madre pueda criar convenientemente a sus hijos, y creo que en Occidente somos relativamente malos proporcionando un marco adecuado a las mujeres jóvenes que así lo desean. La idea de que me propongo dejar caer aquí ni siquiera es mía, es de hecho de un tuitero americano de cierto relumbrón (y escritor algo más oscuro) que se llama Paul Skallas y que me tiene bloqueado por razones que ignoro:
UBI4W quiere decir «Universal Basic Income For Women» (Renta Básica Universal para las Mujeres) y es lo que Skallas propone instaurar desde su página de Twitter. Sorprendentemente, y aunque jamás sería un beneficiario directo de semejante medida si algún día llegara a instaurarse, la idea me resulta atractiva por diversos motivos que su propio autor intelectual ha avanzado en su Twitter.
Skallas defiende su idea como una medida eminentemente pronatalista, y es posible que si su implementación no lograra ese loable objetivo por lo menos ayudara a paliar otras injusticias o fatalidades biológicas que hoy solo afectan a ellas: las mujeres dedican (de media) el doble de horas al trabajo doméstico que los hombres, un trabajo muy necesario y no remunerado. La maternidad tiene un coste para ellas mayor que la paternidad: aproximadamente el 50% de las españolas siguen amamantando a sus bebés seis meses después del parto y sería recomendable que en proporción fueran aún más. Y aunque recientemente hayamos progresado hacia una mayor simetría en este aspecto, la baja por maternidad es aún el doble que la baja de paternidad (como parece por lo demás razonable). Podría continuar con esta larga lista pero dejémoslo ahí.
En mi opinión, todo lo anterior incide en que las mujeres españolas cobren entre un 20% y un 35% menos que ellos, lo que da una diferencia que en muchos casos se sitúa alrededor de los 500 euros al mes.
La idea que recupero aquí, pues, consistiría en pagarles 500 euros al mes a todas las españolas de entre 18 y 65 años. En mi opinión esta cantidad habría de ser algo menor para las pensionistas -si la pensión media es de unos mil euros y ellas cobran una pensión (de media) un 20% inferior, la renta básica para las pensionistas no habría de superar los 200 euros, pero estos son detalles que habría que ir decidiendo sobre la marcha-.
De lo que estoy razonablemente seguro es que una medida de este tipo dotaría a las españolas de una mayor «opcionalidad» para tomar las decisiones que consideren oportunas como tener una familia, estudiar, trabajar o incluso emprender. Probablemente les permitiera igualmente negociar mejores sueldos desde una posición un poco menos vulnerable.
Por las conversaciones informales que he tenido alrededor de esta idea en redes o con mi entorno (sin duda algunos consideran que se trata de una idea de bombero, pero pocos) estoy razonablemente seguro que una medida así podría tener un recorrido electoral muy presentable, y además no es ni de derechas ni de izquierdas. De hecho, solo se convierte en una idea de derechas o de izquierdas según quien la abrace y cómo se «empaquete».
Imaginemos un primer escenario en que Vox se adueña de la idea, y la etiqueta explícitamente como «sueldo familiar para la crianza de los niños y tareas domésticas». La medida sería atacada por muchas feministas por ser machista, al dar por supuesto que la crianza de los niños y las tareas domésticas les corresponden a ellas.
Si en cambio imaginamos un segundo escenario en el que Unidas Podemos abandera la propuesta y la presenta como una «compensación por la brecha salarial» desde Vox se alzaría el grito al cielo ya que según ellos no existe nada semejante a una brecha salarial y probablemente se condenara que la puesta en marcha de una subvención así es inconstitucional, por discriminatoria. El aspecto «marketiniano» del packaging es pues fundamental para que prospere el asunto.
Y muy posiblemente ambos «embalajes» mencionados (y especialmente el primero) hicieran que esta medida perdiera apoyos entre bastantes votantes pese a que «fenomenológicamente» lo que se proponga sea lo mismo en un caso u otro, por lo que idealmente los términos por los que se realizaran estos pagos a nuestras conciudadanas habrían de ser vagos, o sencillamente incondicionales (y ligados solo al hecho de ser mujer). Dejo en todo caso la idea ahí para quien quiera recoger el guante, y quedaría por ver si entre los efectos secundarios de una medida así se diera un repunte de los candidatos a reasignaciones de sexo, lo que ciertamente algunos de nuestros economistas no iban a dejar de anticipar.
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