La voz de las emergencias en La Palma: "Empatizamos con su drama, que es el nuestro"
La UME y la Guardia Civil cuentan a 'El HuffPost' cómo están siendo los operativos de rescate y las labores sobre el terreno.
Sus caras son las últimas que salen en las imágenes cuando todos se han ido. Solo se marchan cuando ya no queda nadie. El compromiso es innegociable: “Garantizar la seguridad de las personas”. No aceptan el término héroe porque, cuentan, “es su misión”, pero ellos, los servicios de emergencia, son los otros protagonistas en La Palma. En una batalla contrarreloj y contra un enemigo imbatible, multiplican sus recursos para limitar en lo posible unos destrozos ya millonarios que no dejan de dispararse.
Cumbre Vieja lleva ocho largos días expulsando lava y ceniza. Cerca de 6.000 desplazados y 500 hogares devastados, centenares de hectáreas de cultivo arrasadas por las constantes erupciones, pero ningún fallecido. Desde el terreno, la Unidad Militar de Emergencias (UME) y la Guardia Civil atienden a El HuffPost con todas las incertidumbres a las que obliga el volcán y solo una certeza: están preparados para seguir no importa por cuánto tiempo.
El horror de miles de ciudadanos —se estima que cerca del 20% de los casi 85.000 habitantes de La Palma ha sufrido algún daño— es también el de la Guardia Civil. Este cuerpo, por su demarcación territorial, cuenta con numerosos agentes viviendo en la isla. “El drama nos toca doblemente, como cuerpo y en los miembros que viven aquí. Algunos ya han perdido sus casas y otros están a punto de perderlas, pero todos están dando su total entrega para garantizar la seguridad de cada persona”, confiesa Inmaculada González, portavoz del instituto armado en la provincia de Santa Cruz de Tenerife.
Esos miles de ciudadanos, explica, son “familiares, vecinos, amigos, compañeros... Como puedes imaginar, el trato es muy cercano, intentando ayudar, dándoles seguridad en la evacuación, pero también apoyo psicológico, tratando de empatizar con su drama, que es el nuestro”.
“No es fácil”, admite el comandante Ángel Fernández, jefe de operaciones de la UME, “porque uno empatiza con la población, pero la UME estamos preparados para esto y para todo. La preparación psicológica y la adrenalina no nos deja tener ese sentimiento de hundirnos. El cansancio no llegará hasta que no estemos en casa”.
La unidad, explica su responsable, no tiene experiencia vulcanológica sobre el terreno, “pero sí formación”. “Sabemos responder ante cualquier tipo de emergencia y contamos con planes específicos, incluso en una situación como esta. Es la primera emergencia del tipo, pero la preparación se tiene. No solo física o técnica, sino también operativa, que nos permite saber organizarnos ahora”.
Así funcionan los operativos
Ante una urgencia de esta magnitud, la única opción es la coordinación de recursos y administraciones. Ambos responsables responden orgullosos que la cooperación está siendo “estupenda”, “fantástica”. El Plan de Emergencias, cuya titularidad recae en el Cabildo de La Palma, otorga a la Guardia Civil la misión de coordinar los servicios de seguridad y emergencia ciudadana. Esas funciones pasan por las evacuaciones de personas, el cálculo del perímetro de exclusión en zonas de riesgo, el corte de carreteras y la vigilancia de zonas ya evacuadas para evitar robos en las viviendas.
En la zona afectada hay unos 270 miembros del instituto armado. Proceden de unidades tan diferentes como GRS (el grupo considerado de ‘élite’), montaña, buzos, servicio marítimo, SEPRONA... “Unos desde aquí y otros desplazados hasta la isla. Con estas unidades tenemos controladas todas las zonas marcadas por la dirección del plan de emergencia”, continúa Inmaculada González.
Con ellos trabajan varios organismos, entre los que destaca la UME. La presencia del Ejército atiende múltiples necesidades. Por un lado, lo técnico. Su responsable cita, entre otros, “vigilancia de la progresión de las coladas en los distintos flancos para intentar adelantarnos, vuelos de reconocimiento con drones para ver el perímetro, mediciones de la calidad del aire y la presencia de agentes contaminantes a través de vehículos en el punto y con un radio de hasta cinco kilómetros para no tener que estar en la zona de riesgo...”. Por otro, ayuda a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en las labores de evacuación y retirada de enseres en las localidades afectadas.
Solo de la Unidad Militar de Emergencias hay 186 militares y 66 medios, entre vehículos, autobombas y otros elementos de apoyo. El operativo llegó desde dos frentes: el local, con los destacamentos de Los Rodeos y Gando (ambas en Canarias), el domingo de la semana anterior y otra oleada desde la base sevillana de Morón que aterrizó el pasado lunes.
El esfuerzo de las emergencias obliga a garantizar la seguridad de sus miembros. “Una de mis obligaciones es ser capaz de organizar la unidad para sostener el esfuerzo en el tiempo”, explica el comandante Fernández, que detalla cómo trabaja la UME: turnos de 12 horas, con un descanso “activo” de 24. “La idea es que siempre estemos desplegados de 45 a 50 miembros”, añade, aunque las urgencias vuelven a mandar sobre cualquier previsión. Eso sí, no se esperan más refuerzos porque “los que estamos somos suficientes ahora mismo”
Desde la Guardia Civil transmiten un mensaje similar: la organización existe, garantizando el descanso de sus casi 300 integrantes sobre el terreno. Pero “todo depende de la emergencia... Estamos obligados a improvisar en determinados momentos”, asumen con entereza.
Las emergencias, ante la incertidumbre
¿Qué pasará?, ¿hasta cuándo?... Son preguntas sin respuesta posible, ni siquiera por quienes están trabajando allí, hora tras hora. Aún así, Ejército y Guardia Civil tienen claros sus roles. El comité científico es el que marca la posible evolución del volcán y son ellos los que explican las potenciales medidas. Ambos cuerpos participan de las reuniones, pero se declaran incapaces de saber qué se va a hacer en las próximas horas y fechas. Manda Cumbre Vieja.
“Es la propia emergencia la nos está enseñando que es difícil hacer previsiones. Se hablaba de la llegada de la lava al agua el pasado lunes y una semana después aún nada”, reflexiona el comandante. Se trabaja sobre una previsión diaria, que cambia con cada novedad. “Hasta las erupciones cambian de tipo”, remata.
Sin experiencia profesional en un fenómeno así en España o en misiones internacionales, sí aparece un referente para la actual generación de la Guardia Civil. Un antiguo compañero, ya jubilado, que vivió la erupción del Teneguía en 1971. ”Él ya no puede estar aquí físicamente, pero sí hemos estado en contacto porque nos ha explicado sus recuerdos cuando era joven y su relato nos ha servido para comprender aquello”.