Reino Unido vota en unas elecciones plagadas de incógnitas
La mala campaña de Theresa May y el resurgir de Jeremy Corbyn dibujan un escenario impensable hace meses.
Una caída en picado, un renacer de entre las cenizas y la pretensión del terrorismo, de nuevo, de marcar la agenda y menoscabar la democracia. Es el resumen de una campaña electoral británica que hace unos meses parecía hecha a medida de la primera ministra británica, Theresa May. La líder conservadora se veía tan segura de su victoria que adelantó las elecciones para ampliar su mayoría en el Parlamento y ganar credibilidad. Qué lejos queda eso...
La cita electoral de este jueves se le ha complicado enormemente a May, que necesita una elevada participación en un país que nunca ha destacado por ir a votar de forma masiva. Los británicos acuden a las urnas por tercera vez en tres años tras las elecciones de 2015 y el referéndum sobre la permanencia en la UE de junio de 2016 y esto puede echarles para atrás a la hora de depositar su voto. La más perjudicada ante esta situación es, claramente May, sumamente cuestionada por todos lados. Porque lo que empezó como un plebiscito sobre su principal oponente, el líder laborista Jeremy Corbyn, y su aptitud para enfrentarse a una Unión Europea con sed de venganza —según la descripción de May—, acabó en un debate sobre la capacidad de la primera ministra para mejorar la situación de los más humildes, proteger al país de atentados y, en definitiva, dirigirlo. La suma de todos estos factores ha hecho descender a la líder tory hasta límites antes inimaginables.
May se encuentra bajo una lluvia de críticas por los recortes presupuestarios en los servicios de seguridad y las negligencias de estos. El doble atentado del sábado en Londres y de la semana pasada en Manchester, así como los fallos que hubo a la hora de controlar a los terroristas tanto de Londres —tres terroristas estaban fichados— y la lentitud a la hora de identificar a las víctimas han hecho que esté en el ojo del huracán.
May no ha hecho nada de autocrítica ni ante errores de envergadura como el de rebajar la alerta terrorista días antes de un nuevo atentado, sino que se ha limitado a echar la culpa a "la tolerancia con el extremismo". La premier se ha visto tan al límite que el martes contraatacó asegurando que fortalecerá la lucha antiterrorista y que nada la detendrá, ni siquiera los derechos humanos. Tras enumerar sus propuestas —endurecer penas de prisión, restringir los movimientos de sospechosos, deportarlos si son extranjeros...—, sentenció: "Y si las leyes de derechos humanos nos lo impiden, cambiaremos esas leyes".
Semejante declaración de intenciones, que asegura que pondrá en marcha "el mismo viernes" si gana las elecciones, no ha dejado indiferente a nadie. Corbyn, que ha ido reduciendo la ventaja en los sondeos hasta alcanzar sólo un 1% de diferencia —Survation, sondeo del martes—, ha cuestionado la eficacia de las medidas propuestas de May y ha negado que el combate al terrorismo requiera "restringir los derechos en casa". "La respuesta correcta a los últimos ataques es frenar los recortes conservadores, invertir en nuestras fuerzas de seguridad y proteger los valores democráticos, incluida la Ley sobre Derechos Humanos", ha contestado el dirigente opositor, según informa el diario británico The Guardian.
El líder laborista ha centrado los esfuerzos de su campaña en acabar con la austeridad presupuestaria, contratar más policías y fortalecer los servicios públicos. Se puede decir que lo suyo ha sido un sprint casi perfecto: cuestionado por los suyos y vapuleado por los medios, ha hecho una remontada que ha puesto en jaque a May. Aunque en realidad, el gran éxito de Corbyn no ha sido sólo lograr unir a multitudes —cosa de la que May no ha sido capaz-, sino convencer al corazón del partido. Liz McShane, concejala laborista en el barrio londinense de Islington, en el epicentro del territorio Corbyn, no apoyó al ahora líder en la batalla por liderar el partido ni cree en muchas de sus ideas. "Hay líderes que te gustan y otros que no, hay que aguantar", afirma con resignación, pero admite que "es auténtico, honesto y consistente".
En su último día de campaña, Corbyn ha insistido en su mensaje social y en recordar que "quedan 24 horas para salvar la sanidad pública". "Los conservadores han pasado los últimos siete años minando nuestro NHS (Servicio Nacional de Sanidad)", defendió el martes. El laborista ha jugado bien sus cartas y se ha servido de ideas populares en los sondeos como la renacionalización del ferrocarril o subir impuestos a los ricos para financiar la sanidad y la educación públicas.
La de May ha sido, claramente, una campaña plagada de errores. Más allá de lo vinculado a los atentados, la líder conservadora metió estrepitosamente la pata al anunciar la controvertida reforma de la asistencia social, rebautizada irónicamente por los laboristas como el "impuesto de la demencia", al apostar por las elecciones anticipadas más que confiada y, lo más importante: al subestimar a Corbyn. Por eso ahora May ha querido acabar la campaña como la empezó: apostando por su manera de gestionar el Brexit. "Creo que las cuestiones al final de la campaña son las mismas que al principio", ha asegurado. "Se trata de en quién confía la gente para tener un liderazgo fuerte y estable a fin de obtener el mejor acuerdo para el Reino Unido en Europa, y quién tiene la voluntad y, crucialmente, el plan, para lograr el Brexit", declaró.
La líder tory sabe que las negociaciones con la UE son su principal baza y por eso las ha usado ahora, cuando faltan horas por saber si habrá o no nuevo inquilino en el número 10 de Downing Street. May ha vuelto a advertir sobre el riesgo de "caos" si gana Corbyn, que, por su parte, ha vuelto a insistir en su mensaje de justicia social y protección de los servicios públicos.
Concluida la convulsa campaña a los británicos les toca elegir en manos de quién dejarán no sólo la dirección del país, sino también las negociaciones del que, probablemente, será el capítulo más importante de su historia reciente. De momento, lo que han demostrado es que el miedo que pretende sembrar el terrorismo no les paralizará. Que vayan a las urnas este jueves 8 junio es la mejor prueba de ello.
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