Es hora de hablar de la regla
Comienza a plantearse en España la necesidad de legislar sobre el precio de los productos higiénicos o el derecho a baja laboral por menstruaciones dolorosas.
“Si te sale caca líquida del culo puedes coger una baja médica, pero si echas coágulos de sangre por el coño no. Venga, ok”. Así planteaba hace unos días, con ironía, la cómica Henar Álvarez la necesidad de que se “abra el melón” sobre una baja laboral para las mujeres con “reglas chungas”. Álvarez recogía el guante que ya había lanzado días antes la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez, en la Universidad de Otoño de Podemos, donde puso encima de la mesa que las menstruaciones difíciles, que pueden provocar desde vómitos hasta dolores incapacitantes, den derecho a baja en el trabajo.
Según un estudio de Kantar publicado en junio, la mitad de las mujeres españolas ha sufrido dolor menstrual en los últimos meses y, de ellas, el 98% ha tenido que recurrir a medicación para calmar estos dolores. En el Ministerio de Igualdad no se habla todavía de “planes concretos” para abordar esta cuestión, pero sí de la necesidad de “abrir el debate en España sobre la menstruación y lo que supone a nivel laboral para muchas mujeres”. “Todo el mundo entiende que si se tiene una migraña o una gastroenteritis, lo lógico es que eso no pese negativamente en el trabajador o trabajadora. Por tanto, las consecuencias de las reglas difíciles deberían generar los mismos derechos”, señalan fuentes de este departamento a El HuffPost.
De salir finalmente adelante, la medida sería pionera en el ámbito nacional, pero no a nivel local. El pasado mes de junio, el Ayuntamiento de Girona aprobó un permiso menstrual para sus trabajadoras, que atrajo el interés incluso de la prensa internacional. “Ninguna noticia del Ayuntamiento ha tenido tanto éxito como ésta”, reconoce Maria Àngels Planas, teniente de alcalde de Hacienda y Gestión Municipal de la ciudad, que celebra haber dado “este paso en el derecho a la salud de las mujeres”, una propuesta de la Intersindical-CSC aprobada después en el pleno por mayoría.
Desde hace cuatro meses, todas las trabajadoras del consistorio disponen de ocho horas al mes en las que pueden ausentarse de su puesto si se encuentran mal por tener la regla, pero luego —y ahí viene la letra pequeña— “esas horas tienen que recuperarse en un máximo de seis meses”, explica la concejala. Es decir, no se trata de una baja laboral, sino de un permiso para que la mujer no tenga que estar trabajando mientras se encuentra “indispuesta”, señala Planas. “Porque la mujer no está enferma, sino que es una condición biológica”, recalca.
Efectivamente, la dismenorrea —el trastorno ginecológico que da nombre al dolor menstrual— no se considera necesariamente una enfermedad. En la mayoría de los casos, se debe a que el organismo libera unas sustancias, las prostaglandinas, responsables de la inflamación y el dolor; de ahí que las reglas suelan ir acompañadas de “molestias moderadas”, explica la doctora Regina Cárdenas, ginecóloga y miembro de la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Madrid. En cambio, si el dolor es “intenso e incapacitante” puede deberse a enfermedades como la endometriosis, quistes en el ovario u otras “alteraciones patológicas” que el especialista debe diagnosticar y tratar y que sí podrían “requerir baja laboral”, señala la doctora.
En ese sentido, Laura Cámara, enfermera especialista en obstetricia y ginecología y experta en salud sexual y reproductiva, es más tajante. “Muchas mujeres tienen reglas dolorosas que las incapacitan, y está claro que eso necesita visibilización y mejores estrategias diagnósticas y terapéuticas para que no ocurra”, lanza. A la enfermera le consta que muchas de las mujeres que a día de hoy sufren esos dolores acaban pidiendo “bajas por otro motivo o días de libre disposición”, “trampeando como pueden este tema”. Por eso Cámara ve “bien” que en un futuro se le pueda “poner un nombre” a ese trastorno y que “se considere como cualquier otra enfermedad” dentro de las empresas, que pueden empezar permitiendo que sus empleadas teletrabajen los días de regla en que no se encuentren del todo bien, propone.
Si se trata de visibilizar, el Ayuntamiento de Girona ya puede apuntarse un tanto. Aparte de medios de comunicación, colegas de otros ayuntamientos e instituciones se han puesto en contacto con la concejala Maria Àngels Planas para interesarse por el permiso menstrual gerundense y la posibilidad de extenderlo a sus ámbitos.
El 20% de las españolas sufre pobreza menstrual: “Es hora de poner el foco sobre esto”
Más Madrid, por ejemplo, hace ojitos a esta idea. Loreto Arenillas, diputada de esta formación en la Asamblea de Madrid, reconoce que su grupo está trabajando para proponer un permiso menstrual en la comunidad y que, si todavía no lo han planteado, es porque ven poco factible que salga adelante en una Asamblea que, ante el tema de la menstruación, se comporta “como si fuera un patio de colegio”. “Les da vergüenza, les ruboriza —describe Arenillas—; así que queríamos empezar por lo mínimo, por lo más básico, y luego trabajar por el permiso menstrual”.
Con “lo más básico”, Arenillas se refiere a un Plan Integral de Salud Menstrual con ocho propuestas que Más Madrid ya ha presentado en la Asamblea como proposición no de ley. La principal medida que contiene el plan es la gratuidad de los productos de higiene menstrual, que deberían ponerse a disposición de cualquiera “en todos los edificios públicos de la Comunidad de Madrid, especialmente en colegios, centros de salud y universidades”, proponen.
Se estima que en España un 20% de las mujeres sufre pobreza menstrual, es decir, tiene que elegir entre comprar tampones o comprar comida, y eso, para Loreto Arenillas, “es una salvajada”. “Es hora de poner el foco sobre esto”, pide la diputada, que cita varios casos de países que ya han tomado medidas, o bien con una reducción de su IVA (Kenia, Reino Unido, Austria y Canadá) o bien con la gratuidad de estos productos de higiene.
En noviembre de 2020, Escocia se convirtió en el primer lugar del mundo en aprobar el acceso gratuito universal a compresas y tampones. Aprobada por unanimidad en el Parlamento, esta medida obliga a las autoridades locales a garantizar que estos productos estén disponibles en los edificios públicos, incluidos colegios y universidades. En febrero de este año, y después de probar con éxito un proyecto piloto, Nueva Zelanda se sumó a Escocia, comprometiéndose a proporcionar productos de higiene femenina gratis en todos los colegios del país mediante un plan de 25 millones de dólares neozelandeses (15 millones de euros) al menos hasta 2024. Curiosamente, estas dos naciones tienen algo en común: están gobernadas por mujeres.
En España, de momento, compresas y tampones están gravados con la misma tasa que la entrada a un partido de fútbol (sí, has leído bien), mientras que tener la regla no es ningún ‘capricho’ o forma de ocio. A pesar de que el Gobierno prometió reducir su IVA del 10% al 4%, esta medida no se contempla en los últimos Presupuestos Generales del Estado.
Se estima que una mujer puede llegar a utilizar hasta 17.000 tampones a lo largo de su vida. Si cada tampón cuesta, aproximadamente, 0,20 euros, las mujeres gastan unos 3.400 euros extra sólo por tener la regla. “Aplicar el IVA superreducido (4%) a estos productos es importante para disminuir la pobreza menstrual”, afirma la doctora Regina Cárdenas. (La copa menstrual es mucho más económica y sostenible que los productos tradicionales, pero para usarla se necesita acceso a lavabos saneados e íntimos, y eso lo dejamos para otro artículo…)
Una falta de información “gravísima” en los colegios
Todas las personas consultadas para este reportaje coinciden también en resaltar la importancia de que la menstruación se incluya (mejor) en el currículo educativo. “Es una necesidad real”, asegura Laura Cámara. “Nos encontramos con que la comunidad educativa, tanto el profesorado como las familias, tienen una falta de información sobre esto, y es una limitación muy grande a la hora de educar a nuestros niños y niñas”, señala la enfermera.
Para esta experta en salud sexual y reproductiva, es importante que en las aulas la menstruación no se enseñe “de cualquier manera, de pasada o de puntillas”, y que los niños y niñas acaben primaria sabiendo “cómo funciona el cuerpo”, incluido el ciclo menstrual, claro. “Me parece gravísimo que las niñas salgan de la educación primaria sin saber exactamente qué es la menstruación, cómo ovula el cuerpo, cuándo ovula, cuáles son las hormonas involucradas, qué implicación tiene el ciclo menstrual en la salud en general”, cita Cámara. A la enfermera le consta que esto ocurre: hace sólo unos días puso en marcha un taller básico sobre conocimiento del ciclo menstrual, y en poco tiempo se habían apuntado 300 mujeres.
La diputada Loreto Arenillas también lo sabe por experiencia, no ya porque a ella no le explicaran bien en el colegio qué significaba tener la regla, sino porque ve que su prima, que tiene 13 años y le acaba de bajar la regla, pasa a día de hoy por lo mismo, y sufre el mismo estigma y los mismos tabúes que sufrían las mujeres hace décadas. “El otro día me decía que este tema le hacía sentir mucha vergüenza en el colegio”, relata Arenillas. “¿Cómo es posible que hayan pasado 20 años y ella siga haciendo las mismas cosas que yo: meterse la compresa en la manga, no hablar con naturalidad de los productos de higiene disponibles, tener dificultad para contárselo a sus padres?”, plantea la diputada, que en parte lo achaca a que en el colegio no se habla de la regla, o al menos no desde el aspecto sociocultural que va asociado al proceso biológico en sí.
Varios estudios publicados por el Instituto de las Mujeres señalan la necesidad de que tanto entre los educadores como en el personal sanitario se trate la menstruación con naturalidad para “ayudar a las jóvenes a considerarlo como un proceso fisiológico normal” y no “como una enfermedad” o algo de lo que avergonzarse. Tampoco ayudan, advierten, los anuncios publicitarios en los que la regla “se concibe como un problema cuya solución depende del imperativo de esconder, disimular o invisibilizar sus efectos”, algo que acaba afectando a las mujeres, “reduciendo su independencia y autonomía”.
Permisos menstruales, bajada de IVA y educación son del todo bienvenidos para que esto empiece a cambiar. “Lo que no podemos es seguir viviendo como si la mitad de la población no menstruara”, resume Laura Cámara.