9 razones por las que nos da pánico que Trump se presente a la reelección
El magnate republicano presenta su candidatura esta madrugada en Florida, un estado bisagra, clave, donde la diferencia con los demócratas no suele ser ni del 1% de votos.
Hace cuatro años, el mundo se reía porque un señor muy muy muy rico, de lengua incontrolable y cero experiencia política se postulaba como candidato a la Casa Blanca por el Partido Republicano de EEUU. Era una mueca risueña que sumaba un poco de todo: el imposible, el esperpento, la hilaridad por la deriva conservadora. Tan estrafalario, tan excesivo, tan inadecuado, que no daba ni miedo.
En 2019, esa sonrisa sigue congelada. Porque Donald Trump fue, vio y venció ante el asombro de quienes no conocían el corazón de un país con profundas desigualdades, con angustia, con sombras. “Anunciando el apocalipsis, van de salvadores, y se les dejas te pierden, infaliblemente”, canta Serrat. A las radios de Wisconsin no llegó el mensaje. Trump ganó a la demócrata Hillary Clinton, por poco, pero ahí lleva ya dos años mandando en Washington.
Esta madrugada, Trump ha lanzado en Florida su campaña para la reelección en las presidenciales de 2020 estrenando el eslogan “mantengamos la grandeza de Estados Unidos” y asegurando que la economía de su país es la “envidia” del mundo. Cerca de 20.000 seguidores en el Amway Center en Orlando, en el centro de Florida, lo ovacionaban eufóricos, portando gorras rojas y cantando ”¡Construye el muro!”, refiriéndose a la prometida valla en la frontera con México.
¿Que por qué da tanto miedo? Aquí van 9 razones.
1.- Porque va a insistir en su cruzada sin piedad contra la inmigración irregular
Las inmigración y el miedo azuzado al “delincuente”, “traficante” y “violador” que viene sobre todo del sur ya fue un discurso esencial en la campaña de Trump que le dio la victoria en 2016. Así que ahora vuelve a la carga. Es estupendo para movilizar a las bases, desde las vísceras.
La agencia Associated Press ha informado de que la campaña republicana se centrará en más de un millón de personas que recibieron órdenes definitivas de deportación de jueces federales pero siguen libres en el país, según una fuente del gobierno. Por norma general, no es habitual que las agencias de seguridad anuncien redadas antes de realizarlas. Algunos miembros del gobierno de Trump creen que las demostraciones de fuerza constantes, como arrestos masivos, pueden tener un efecto disuasorio, enviando un mensaje a los que se plantean hacer el viaje a Estados Unidos de que no merece la pena.
Detener el flujo migratorio es fundamental para Trump, que hasta amenazó a México con imponer aranceles a sus productos en caso de que no detuvieran la migración. Un acuerdo entre ambos países impidió que la medida se implementara. México por su parte, aceptó desplegar a su guardia nacional y aumentar los esfuerzos de coordinación y control de migración.
Hace tres semanas llegaban unos 4.200 migrantes diarios a la frontera de Estados Unidos, una cifra que ahora ha bajado a unas 2.600 personas, según un alto cargo del gobierno mexicano. Buenas cifras para usar en los mítines.
Ayer mismo, vía Twitter, el presidente de EEUU anunció que echará a los migrantes “tan pronto como entren”, ahora que trabaja mejor con las autoridades mexicanas. Además, se va a otorgar a Guatemala el estatus de “país seguro”. Eso quiere decir que los hondureños o salvadoreños que entren en suelo guatemalteco tendrán que pedir ahí asilo, no podrán ir más allá, a EEUU, salvo que sus peticiones sean rechazadas. Creará un tapón que impedirá que sigan llegando familias enteras a su frontera.
Los inmigrantes indocumentados de EEUU que se estiman en más de 11 millones. En el año fiscal 2018, las deportaciones llegaron a 256.000, loque supone un ligero aumento respecto al año anterior. Sin embargo, hay que reconocer que aún no ha llegado ni por asomo al pico del 2012 de 410.000 expulsadas. Entonces gobernaba el demócrata Barack Obama.
Sigue pendiente, además, el problema de los dreamers los jóvenes inmigrantes sin papeles que entraron en el país siendo niños. Trump canceló el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), que permite a más de 700.000 de ellos permanecer legalmente en Estados Unidos. Aún hoy ese programa se mantiene vivo, pero sólo porque cuatro tribunales lo han ido frenado. Ahora la Corte Suprema debe decidir, en breve, si le da o no la razón al republicano.
Trump también quiere cancelar los fondos a las ciudades santuario, urbes que no colaboran con las autoridades federales en materia de inmigración y dan acogida. Su firma aguarda en el tintero.
2.- Porque no se conforma con su veto parcial a los musulmanes
Trump inicialmente prometió una prohibición “total y completa” a que los musulmanes ingresaran a Estados Unidos, uno de sus mensajes más exitosos en campaña. Ya como presidente, la llamada “prohibición musulmana” fue una de sus primeras medidas, pero descafeinada para su gusto, pasando a una “investigación de antecedentes”, caso a caso.
Planteó dos bloques de prohibiciones de viaje, que fueron paralizadas por la Justicia, pero una tercera sí pasó el filtro: la Corte Suprema dictaminó que la prohibición de entrada para ciudadanos de seis países de mayoría musulmana musulmanes (Chad, Irán, Libia, Somalia, Siria y Yemen) podía entrar en vigor sin problemas. Hay varios recursos vivos en su contra, pero mientras hay niños que mueren sin ver a sus madres por esta medida. Trump, dice la prensa norteamericana, aún no ha cedido por completo en su empeño de apretar la soga en esta comunidad.
3.- Porque sigue queriendo el muro con México
Ha ido cambiando el proyecto, pero no su esencia: quiere un muro que separe México y EEUU, que se parezca lo más posible al que su amigo Benjamín Netanyahu levantó en suelo palestino.
Atrás quedó ya su promesa de invertir no menos de 5.000 y, si era posible, hasta 12.000 millones de dólares en un muro que debía pagar México, porque el Congreso no le ha autorizado esa cantidad, sino apenas 1.500. De hecho, Trump ha llegado a declarar el estado de emergencia nacional para lograr más dinero del que le daba la Cámara, aludiendo a una supuesta situación urgente.
Como no ha habido manera de poner más ladrillos en el “gran y hermoso muro” prometido, se entretiene mientras en enseñar prototipos de lo que quiere realmente, mientras que refuerza tramos con tecnología y moviliza a más miembros de la Guardia Nacional. Aunque le ha salido bien la amenaza de aranceles a México y el flujo de migrantes se aminora, su idea sigue en pie.
4.- Porque aún tiene en el punto de mira el Obamacare
Otra de sus promesas estrella: cargarse el llamado Obamacare, el intento de su predecesor de extender la atención médica al 15% de la población que se estima que no tiene seguro médico en EEUU.
Por ahora, los republicanos no han podido aprobar una ley de revocación o reforma de aquella norma, pero el gobierno de Trump sí ha logrado desmantelar partes de la ley. Por ejemplo, se han reducido los períodos de inscripción, se han eliminado algunos subsidios y se ha aplicado la multa a las personas que no compraron un seguro de salud.
La norma, hoy, sigue vigente, mientras una apelación se dirige al Tribunal Supremo. Pero de los jueces depende que el magnate vaya o no más allá. Su intención no ha cambiado.
5.- Porque ya se salió del Acuerdo de París y no va a mover un dedo ante la emergencia climática
Dicho y hecho: EEUU, tras apoyarlo, se ha salido del Acuerdo de París (2015) de lucha contra el cambio climático. Está considerado el texto más ambicioso aprobado hasta ahora por las naciones de este planeta que no tiene recambio. Sin embargo, Trump siempre ha dicho las regulaciones de este acuerdo estaban frenando el crecimiento estadounidense y que la emergencia ambiental es un invento de China y Japón.
Luego ha rectificado, vale, dijo en la CBS que no es un cuento chino, pero aún así insiste en que no va a mover un dedo para frenar este cambio, entre otras cosas porque denuncia que científicos tienen “una agenda política muy grande” y que “no hay consenso” sobre la causa del calentamiento global. Para él, no hay “seguridad” de que haya sido originado por el hombre. “No quiero dar billones y billones de dólares. No quiero perder millones y millones de empleos. No quiero que me pongan en desventaja”, sostiene. Visión de futuro, lo llaman.
6.- Porque es un mentiroso
Lo ha calculado The Washington Post: hasta abril, tras un poco más de 800 días en el cargo, Trump ha hecho más de 10.000 declaraciones “falsas o engañosas”.
La cuenta, de la base de datos Fact Checker del diario, fue iniciada en los primeros 100 días del presidente en 2017. Por entonces, Trump hacía en promedio cinco declaraciones falsas al día, pero en los últimos siete meses, ese número diario se multiplicó hasta las 23, pregonadas en actos de partido, redes sociales, discursos o encuentros con la prensa, según la publicación. Es sólo un dato que da cuenta de una administración en la que su exasesora Kellyanne Conway creó aquello de los “hechos alternativos”.
Trump dice ser el más transparente de los presidentes de la historia de EEUU, pero la realidad es más opaca.El fiscal especial Robert Mueller ha investigado sobre la injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016 en EEUU y la posible implicación de Donald Trump y ha acabado concluyendo que no se puede determinar si el presidente cometió o no delito alguno. Lo que sí se ha sabido es que Mueller llegó a investigar 10 posibles casos de posible obstrucción a la justicia por parte del magnate y que sus respuestas en el proceso dejaron mucho por aclarar: “No lo recuerdo”, “era broma”, “no lo sé”...
Sus ataques a los medios, sus desprecios a los reporteros que le preguntan -más, si son mujeres- y las amenazas a grupos de prensa son diarias y limitan la libertad de expresión, como denuncian sistemáticamente las organizaciones profesionales del periodismo norteamericano.
7.- Porque su táctica del perro loco hace temblar el tablero internacional
En el plano internacional, Trump actúa sin escuchar prácticamente a sus asesores, a los que ha ido destituyendo conforme no le gustaba lo que escuchaba.
Se ha salido del acuerdo con Irán y las potencias occidentales sobre el programa atómico de los ayatolás, cosechando como respuesta una amenaza de Teherán de más enriquecimiento de uranio y replicando con movimientos defensivos en la zona del Golgo que causan sudor frío. Y ha dado carpetazo al Tratado de control de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés) firmado con Rusia en 1987, que servía de escudo a las capitales europeas.
Ha intentado la desnuclearización de la península de Corea -aunque suene a broma Japón le nominó para el Nobel de la Paz- pero al segundo encuentro con el norcoreano Kim Jong-un se fue con pataleta. Quería cesiones sin levantar ni una de las múltiples sanciones que tiene sobre Pyongyang.
Prometió llevar su embajada en Israel a Jerusalén y así lo ha hecho, reconociendo la capital triplemente santa como la del estado judío, sin dar posibilidades a los palestinos que la reclaman para su estado. También ha cerrado la legación diplomática ante Palestina y ha acabado con los fondos para la Unrwa, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, dejándola temblando.
El inquilino de la Casa Blanca ha comenzado a replegar las tropas estadounidenses en Siria. Sostiene que el Estado Islámico ha sido derrotado y la misión que asumió al meterse en ese avispero está cumplida, aunque la ONU insiste en que el ISIS sigue siendo una amenaza para la paz mundial, aunque ya no tenga califato ni poder territorial. Sus asesores no ven bien esa retirada tan rápida, porque se pueden dejar flecos sueltos y porque la marcha estadounidense permitirá a Irán y Rusia volver por sus fueros, ganar posicionamiento en tierras de su aliado, Bachar el Asad. Además, supone dejar tirados a los que han sido sus aliados, los kurdos, sobre los que Turquía amenaza con lanzar una ofensiva y expulsarles de la zona fronteriza en cuanto se vayan los uniformes de EEUU.
Y pendientes estamos de lo que haga en Venezuela, donde apoya al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, y no descarta una intervención militar contra Nicolás Maduro.
Ha dicho también que la OTAN estaba obsoleta y que estaba cansado de ser “el monedero” de los europeos para financiar la Alianza -aunque luego dijo que aún vale de algo-, enfadando a no pocos aliados que hasta empiezan a penar en eun ejército europeo (Alemania, Francia). Hasta ha pegado empujones a homólogos, sus iguales, para pasar primero en la primera cumbre con sus aliados.
8.- Porque convulsiona la economía con sus guerras comerciales
Trump daba duro con la economía: calificó al TLC, el pacto comercial entre México, Canadá y Estados Unidos, como “un desastre” y advirtió que se retiraría de la Asociación Transpacífico (TPP). También se comprometió a corregir el déficit comercial con China.
Ya como presidente, cumplió en sus primeros días con su promesa de retirarse del TPP. Más tarde dijo que consideraría volver a unirse a la Asociación si obtuviera un mejor trato. Sin noticias, por ahora.
El 30 de noviembre pasado, después de prolongadas negociaciones, EEUU, Canadá y México firmaron un nuevo tratado comercial, que fue diseñado para reemplazar al Nafta, aunque aún requiere la aprobación del Congreso. Ha sido uno de sus mayores éxitos en lo que va de mandato, aunque supuso un terremoto.
Nada comparado con la escalada comercial que ha emprendido con China. Con batallas concretas, como el veto a Huawei, y con guerras a lo grande, como la que ha llevado a las partes a cruzarse una subida de aranceles a las importaciones del 25%. El Fondo Monetario Internacional (FMI) señala a Trump y este celo con Pekín como culpable del menor crecimiento que se prevé en la economía mundial.
También aprieta las tuercas en Cuba: las nuevas sanciones de Estados Unidos impuestas por el apoyo a Nicolás Maduro han agravado los problemas económicos de la isla y hacen que los inversionistas y bancos se muestren más cautelosos al tratar con Cuba. España y sus hoteleros están especialmente preocupados.
9.- Porque sigue siendo un machista
En un país que se ha levantado sin marcha atrás, con movimientos como el Me Too, sigue gobernando y aspira a más un hombre que no ha tenido ni una palabra de condena para los casos de acoso sexual conocidos desde que está al mando. Al contrario, ha cargado contra las denunciantes.
En varias denuncias públicas contra asesores y colaboradores suyos, se ha reído sobre la vestimenta o el grado de alcohol que llevaban las mujeres en el momento de ser atacadas y ha llegado a llamar “alborotadoras” a quienes se manifestaron contra el nombramiento de su candidato a presidir en Tribunal Suprremo. “Estas gritonas de los ascensores son profesionales a sueldo que solo quieren que los senadores den mala imagen”, escribió para referirse a un señor investigado por al menos tres casos de abuso.
“Para los hombres jóvenes en EEUU, este es un momento que da mucho miedo, cuando puedes ser (declarado) culpable de algo de lo que quizá no eres culpable. Es un momento muy, muy difícil”, declaró en un corrillo de prensa. “A las mujeres les va genial”, agregó. Todo claro.