La acusación racista a la Casa Real británica cala hondo y le cuesta una crisis a Johnson
El debate sobre el desprecio estructural contra las personas de raza negra está en la calle y no se aceptan relativismos.
Las acusaciones de racismo lanzadas contra la Casa Real británica por los duques de Sussex en su entrevista con Oprah Winfrey están provocando cambios no sólo en La Firma, sino en toda la sociedad británica. Después de que en las islas se asentase con fuerza el movimiento Black Live Matter, vinieron las palabras de Meghan Markle y ya no hay vuelta atrás: el debate sobre el desprecio estructural contra las personas de raza negra está en la calle y no se aceptan relativismos.
Por eso, cuando han llegado desde el propio Gobierno, la historia ha acabado en crisis: el asesor del primer ministro británico, Boris Johnson, sobre las minorías étnicas, Samuel Kasumu, se marchará del gabinete después de que se hiciera público un informe que negó que hubiese racismo institucionalizado en el Reino Unido.
Kasumu, el asesor de raza negra de mayor rango en el Ejecutivo, dejará su puesto en mayo, aunque fuentes cercanas al Gobierno citadas por los medios han descartado hoy que su partida esté vinculada con el documento hecho por una comisión especial, a petición del Ejecutivo, sobre las desigualdades sociales.
Kasumo ya había presentado su renuncia el pasado febrero, pero poco después la retiró tras una conversación que mantuvo con el ministro británico de Vacunación, Nahdim Zahawi.
En la carta de dimisión que había entregado en febrero, el asesor acusó a los conservadores, en el poder de impulsar unas “políticas impregnadas de división”, según los medios.
La Comisión sobre Desigualdades de Raza y Etnia, establecida tras la formación del llamado movimiento antirracista Black Lives Matter por la muerte el año pasado de George Floyd en EEUU, llevó a cabo un exhaustivo análisis sobre las desigualdades sociales.
El documento señaló que la raza y el racismo no son factores relevantes a la hora de explicar las desigualdades en el país.
La estructura de clases tiene, en cambio, un mayor impacto en la vida de un individuo, según la comisión, que afirmó que no hay pruebas de que el Reino Unido sea institucionalmente racista.
Indicó, además, que el país ha tenido éxito a la hora de suprimir las diferencias raciales en áreas como la educación y la economía.
Críticas del activismo y la izquierda
Estas conclusiones fueron criticadas por activistas que luchan contra la discriminación racial y por el Partido Laborista, en la oposición, que acusó al Gobierno de restar importancia a un racismo institucionalizado.
El éxito de la educación, según el análisis de la comisión, ha “transformado la sociedad británica en los últimos 50 años al ofrecer mayores oportunidades para todos”.
El informe, de más de 200 folios, hizo una serie de recomendaciones, como la extensión de las clases en los colegios en las áreas más deprimidas del país para ayudar a los menores a recuperar la educación perdida a causa de la pandemia.
La comisión subrayó la importancia de hacer más estudios para establecer por qué unos alumnos rinden mejor en ciertas comunidades.